Una tecnología de ciencia ficción
La distopía (es decir, un escenario opuesto a la utopía) clásica de la ciencia ficción suele tomar uno de dos escenarios: en el primero, la avaricia humana y el surgimiento de poderes cada vez más absolutos han llevado al surgimiento de mundos donde el objetivo del estado es el dominio y el control sobre el hombre. Estos mundos pueden ser hasta benévolos (Un Mundo Feliz), pueden caracterizarse por escenarios de pérdida de la identidad y control del pensamiento (1984 o Farenheit 451) o presentar mundos donde la “humanidad” ha sido despojada de los hombres y no queda más que la guerra y la anarquía (muchas películas populares entrarían aquí, como Elysium o Mad Max).
El otro escenario común es el surgimiento de un mundo dominado por las máquinas en el que todo viso de autonomía ha sido destruido y la otrora orgullosa humanidad lucha de manera desesperada por su supervivencia. Existen más ejemplos de este caso que del primero en la cultura popular (Terminator, la versión para cines de Yo Robot, Matrix), pero en ambos casos se considera que estas predicciones podrían ser bastante acertadas y, por lo tanto, hemos de buscar soluciones.
En este artículo nos concentraremos en el segundo escenario. Ya nos advirtió Stephen Hawking que la eventualidad de que la evolución humana sea superada por la evolución tecnológica podría privarnos de toda posibilidad de lucha: el proceso que llevó al surgimiento de la inteligencia humana podría replicarse de manera mucho más eficiente por máquinas superpotentes. Esto (quiero ser muy específico) NO ES ciencia ficción, sucede desde la invención del juego “Darwin” en 1961 en computadoras controladas y prueba cómo un código, programado para una función, puede autoreplicarse y mejorar a medida que pasa el tiempo siempre y cuando haya sido programado para ello. El más famoso de estos programas, Avida, se creó en 1993 y se ha usado en innumerables simulaciones del mundo biológico.
Aparecen las primeras máquinas que se construyen a sí mismas
La novedad parece ser la invención de máquinas capaces de construir réplicas de sí mismas, es decir, de robots auto – replicantes. Estas máquinas, que comenzaron a idearse a mediados de los 90’s, cobraron gran impulso con el desarrollo de las impresoras 3D que en teoría permiten construir cualquier objeto de un elemento disponible. Así, una iniciativa británica denominada RepRap habría comenzado la construcción de una impresora 3D capaz de imprimir sus propias partes y, eventualmente, construir una nueva impresora.
Por supuesto, esta impresora tendrá un código simple, servirá a algunas funciones y su capacidad “auto regenerativa” se piensa ante todo como una reducción de costos en términos de reparación para su usuario. No se sabe cuándo saldrá la impresora a la venta, pero se propone usarla como un sistema evolutivo que permita optimizar cada vez más su funcionamiento.
RepRap es solo una de varias iniciativas semejantes. En el 2011, por ejemplo, un investigador de la Universidad de Oslo creó un polímero capaz de auto replicarse bajo circunstancias semejantes (aunque su evolución, en caso de comenzar, seguramente sería tan lenta como la nuestra). En la Universidad de Cornell también se construyó una máquina constituida por cubos (cada uno con su propio “ADN” en forma de un código de computación) capaz de reconstruir con cubos otra máquina igual aunque incapaz de construir los cubos: los ingenieros están trabajando en una máquina que sea capaz de hacer las dos cosas.
El surgimiento de estas tecnologías es lento, pero se acelera cada día más. Así mismo, los sistemas de código son cada vez más complejos, y su desarrollo no hace sino aumentar día a día. En lo personal, creo que los límites físicos al tamaño de los microchips limitará grandemente el desarrollo de estas tecnologías (impidiendo del todo su surgimiento), pero la humanidad sigue avanzando y no es irracional pensar que en un par de décadas tendremos una alternativa miles de veces más potente, quizás, incluso un computador cuántico. ¿Y qué sucederá entonces?
¿Qué tan lejos podremos llegar?
Veamos: en la actualidad, las tecnologías de autoreplicación son nuevas y están hasta ahora comenzando a desarrollarse, pero en algunas décadas (quizás en una) podríamos tener máquinas capaces de reconstruir partes de sí y de ahí a la capacidad de construir una máquina por sí misma solo hay un paso. El problema sigue siendo la creación de un ambiente en el que este proceso evolutivo pueda tomar forma… en el mundo físico.
Porque sucede que este proceso ya existe en el mundo virtual. Un virus, programado para replicarse con pequeñas modificaciones a su código, eventualmente encuentra la manera más eficiente de permanecer oculto en un sistema operativo. En la llamada Deep Web podrían existir varios de estos sistemas, de carácter experimental, sencillamente buscando cómo seguirse replicando a lo largo y ancho de internet. El surgimiento de máquinas más potentes (por ahora, como dije, limitado por el tamaño mínimo de un microchip) podría llevar a que este proceso se acelerara o, incluso, alcanzara una naturaleza diferente, pudiendo competir con los códigos humanos. En un futuro hipotético en el que esto suceda cuando la producción está en gran parte automatizada, ¿qué impediría a esta inteligencia (o inteligencias) apoderarse de nuestro sistema productivo?
No sabemos si pasará, pero son varias las mentes brillantes que han advertido contra ello. Quizás la humanidad debería tener un plan de acción para evitar que algo así llegase a suceder.
¿Qué opinan ustedes? ¿Lograremos detener este avance? ¿Nunca sucederá? ¿O estamos condenados de antemano?
Fuente de imágenes: 1: esp.rt.com, 2: upload.wikimedia.org, 3: imprimalia3d.com.