El gran Megalodon comparado con un ser humano promedio
Cuando un animal muere, es muy poco probable que sus huesos queden enterrados en un suelo adecuado para que, a lo largo de milenios, los minerales vayan tomando el lugar del calcio y los compuestos orgánicos para legarnos una huella perfecta del paso de aquel animal por nuestro planeta. Sin embargo, la inmensa cantidad de tiempo y la gran cantidad de seres que han pisado nuestro planeta hacen que tengamos una muestra bastante decente de los animales que han existido a lo largo de millones de años de Historia de nuestro planeta.
Lamentablemente, algunas especies están casi ausentes de este maravilloso registro fósil. Los tiburones, al tener un esqueleto hecho mayoritariamente de cartílago, no tienen prácticamente esperanzas pues sus huesos se descomponen rápidamente luego de su muerte, haciendo prácticamente imposible que un esqueleto de tiburón completo se conserve. Solo una parte del tiburón puede sobrevivir los embates del tiempo: los dientes.
Dientes de un pasado terrible
En el renacimiento, era común que las personas encontraran dientes gigantescos en las formaciones rocosas, aunque en aquel entonces se pensaba que se trataba de lenguas de dragones y serpientes antiguas. Sin embargo, ya en 1667 un naturalista danés llamado Nicolás Steno determinó que la verdadera procedencia de los objetos era la mandíbula de un tiburón. Sin embargo, los dientes eran inmensos con respecto a los de cualquier otro tiburón conocido e indicaban que quien quiera que los hubiese portado seguramente era un verdadero titán de los mares.
Comparación entre el diente fósil de un Megalodon y el diente de un Tiburón Blanco adulto
Ya en el siglo XX comenzaron los estudios para determinar las verdaderas características de este monstruo prehistórico. Aunque originalmente se pensó que el animal podría medir hasta 30 metros de longitud (convirtiéndolo en el pez más grande de la Historia y, quizás, en el animal más grande del mundo, más incluso que la ballena azul), los científicos determinaron luego que un tamaño más realista rondaría los 20 metros, con algunos grupos afirmando que podrían llegar a 25. Para comparar, el gran tiburón blanco apenas si supera los 6 metros.
Ecología del Gran Megalodon
Los científicos, ante todo, estaban interesados en comprender el lugar que este monstruo ocupaba en los mares prehistóricos. Ante el inmenso tamaño de los dientes quedaba clara una cosa: el megalodon tenía, necesariamente, que alimentarse de los animales más grandes del océano: de las antiguas ballenas.
En efecto, posteriores hallazgos de esqueletos de ballenas mostraban los daños que estos inmensos dientes habían causado en sus huesos. Parecía ser, entonces, que el Megalodon era un verdadero titán de los mares que marchaba alimentándose de todo tipo de animales.
Estimaciones originales del tamaño de la mandíbula del animal. Posteriormente se probó que este tamaño era exagerado, pero algunos aún lo defienden
Los dientes de este tiburón se encuentran a lo largo y ancho de las costas del mundo, lo que también nos permite saber que fue una especie increíblemente exitosa que vivió por casi 20 millones de años en los mares del mundo. Las últimas evidencias indican que se extinguió hace unos 2 millones de años, a principios del Pleistoceno.
Debido a que no se conoce a ciencia cierta la forma del tiburón, muchos investigadores lo asocian (por la forma de sus dientes) al gran tiburón blanco, y asumen que los patrones de comportamiento de estas dos especies deben haber sido similares. Las evidencias fósiles indican que el Megalodon se alimentó de todo tipo de cetáceos y animales marinos grandes, y que cuando las ballenas evolucionaron desarrolló métodos especiales de caza, particularmente atacar las aletas y la cola para inmovilizar a su presa antes de matarla.
Imagen que recrea el ataque de un Megalodon a las aletas de una ballena.
La desaparición del depredador más temible de la Historia
Parece ser que la naturaleza de los mares cambió mucho en los últimos millones de años. Con la aparición del Istmo de Panamá (entre otros factores) se rompieron grandes corrientes marinas y se desató un rápido proceso de enfriamiento que llevaría a las grandes glaciaciones. Los mares tropicales, otrora centro de la abundancia de vida marina, se volvieron más y más pobres, mientras que los mares helados del ártico y el antártico comenzaban a bullir en vida. Las únicas especies de ballenas grandes que sobrevivieron a este periodo lo hicieron en estas regiones.
El Megalodon, lamentablemente, había crecido demasiado. Estaba pensado para ser el depredador insuperable, para cazar y alimentarse de gigantes. Ahora que estos gigantes no estaban, las poblaciones sencillamente comenzaron a morir de hambre y se vieron obligadas a recurrir al canibalismo. Pese a que el tiburón sobrevivió por más de un millón de años, sus números fueron disminuyendo lentamente. Al igual que el tiburón blanco moderno, Megalodon no pudo adaptarse a la cacería en las aguas gélidas de los polos, el único lugar donde quedaban presas capaces de alimentar su gigantesco cuerpo.
¿Podría haber megalodones hoy día?
Nadie sabe cuánto pudo vivir un Megalodon: por su tamaño se piensa que su tiempo de vida podría superar un siglo. En 1872 se descubrió un controvertido diente que, de acuerdo con algunos análisis, podría tener menos de 20 mil años. Aunque esta evidencia ha sido muy cuestionada, sirvió para encender la llama de la esperanza: ¿podría una mínima población de estos monstruos habitar los mares actuales?
Aunque es poco probable, no cabe duda de que la posibilidad resulta emocionante, y muchas personas han asegurado haber visto a la mítica criatura en la distancia. Las pruebas son elusivas, pero algunos las consideran suficientes para demostrar que, en algún lugar de los mares tropicales sobrevive el monstruo más terrible de la Historia.
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