El hallazgo del hexágono
No solo los anillos hacen único a Saturno. Sus lunas se cuentan entre las más particulares del Sistema Solar (de dos de ellas: Titán y Jápeto, ya hemos hablado aquí) y presenta una atmósfera que, como la de Júpiter, tiene un clima verdaderamente salvaje. Al estar más lejos que su hermano gigante, fue menos estudiado hasta el lanzamiento de las Sondas Viking, Voyager I y II, que por primera vez nos mostraron al detalle la superficie de este planeta.
Pero las fotos no solo trajeron respuestas. La Voyager I nos mostró una imagen del Polo Norte de Saturno que mostraba una estructura verdaderamente anómala. Se trataba de un hexágono bien delimitado (que aparece al comienzo de este artículo) que giraba junto con la atmósfera sin jamás perder su forma o sus características. ¿De qué podía tratarse?
Las características de Saturno
Originalmente muchos le apuntaron a una construcción artificial. Esta versión fue pronto desechada por los científicos: no tenía sentido que una construcción de esa magnitud pudiera existir en un planeta como Saturno
Veamos: al igual que Júpiter, Saturno está constituido por un núcleo rocoso y una gigantesca atmósfera de hidrógeno y helio: la superficie que vemos no es como tal la superficie del planeta, es el borde externo de una atmósfera increíblemente densa (a comparación de la terrestre). No podemos más que imaginar cómo es el mundo en la superficie rocosa del planeta: seguramente se trate de océanos y capas sólidas de hidrógeno, que se van volviendo gaseosos conforme aumenta la altitud y disminuye la presión.
El hexágono
Es improbable que algo pueda construirse en esas condiciones. El hexágono está en la superficie, donde la atmósfera es completamente gaseosa, y a pesar de medir 32.000 kilómetros de diámetro (es decir, bastante más que la tierra) no tiene más que unos 100 kilómetros de profundidad. El hexágono gira coordinándose con la rotación de Saturno, pero pequeñísimos desfases nos indican que no se trata de una construcción sólida: es un objeto gaseoso.
¿Cómo podemos explicarlo? Por mucho tiempo algunos le apuntaron a la consecuencia de fenómenos mucho más cerca de la superficie rocosa de Saturno que desencadenaban la creación del hexágono: aunque difícil de imaginar, era posible que un fenómeno natural o, incluso, una máquina artificial manipulara el clima de Saturno hasta llegar a esos extremos.
Sin embargo, otros científicos le apuntan a la existencia de fenómenos completamente superficiales, del choque de fuerzas imponentes que no conocemos y que termina por crear una figura emblemática en la naturaleza: el hexágono. Usado por todo tipo de insectos (de los que las más reconocidas son las abejas) el hexágono es la figura más compleja que puede formar mosaicos sin dejar espacios vacíos y también la manera en que se puede cubrir mayor área con menor longitud de líneas trazadas.
Recientes experimentos en el Instituto de Minería y Tecnología de Nuevo México parecen indicar que este podría ser el caso. Raúl Morales Juberías, director del equipo de investigación, encontró que ciertos modelos usando grandes corrientes de aire y huracanes con múltiples centros podrían explicar la formación espontánea de esta magnífica estructura.
La hipótesis descartaría la intervención de una máquina compleja, algo que muchos considerarían algo triste, pero nos pone frente a un universo capaz de construirse en formas que ni siquiera imaginamos. Del caos, una vez más, surge el orden.
Fuente de imágenes: 1: upload.wikimedia.org, 2: voices.nationalgeographic.com