ADN y ADN mitocondrial
Como todos sabemos, en nuestras células se encuentra el ADN, una serie de compuestos orgánicos capaces de almacenar suficiente información como para construir un ser vivo y dotarlo de todas las funciones que necesita para permanecer así. Los seres humanos (como la mayor parte de los vertebrados) poseemos un ADN que heredamos por partes iguales de nuestro padre y nuestra madre, en el cual se encuentran expresadas la mayor parte de nuestras características (una parte aún no determinada es producto del entorno).
La absoluta mayoría del ADN se ubica en el núcleo de la célula. Sin embargo, investigaciones de las últimas décadas revelaron que una pequeña porción del ADN se ubicaba en la mitocondria, orgánulo celular ubicado fuera del núcleo y encargado de dotar energía a las células “quemando” el azúcar almacenada en ellas.
Al contrario que el ADN nuclear, el ADN mitocondrial no se hereda del padre, sino que se copia de la madre como si fuese un clon. Esto ha permitido utilizarlo para analizar larguísimas herencias matrilineales (en algunos casos casi hasta los orígenes mismos de nuestra especie), pero también lo somete a una lógica terrible: cualquier enfermedad mitocondrial de la madre será invariablemente heredada por sus hijos. El ADN en la mitocondria no es mucho, y se dedica exclusivamente a la obtención de la energía del cuerpo, por lo que aunque una mutación es poco probable también puede resultar nefasta.
“Hijo de tres personas”
Cuando una mujer con un problema mitocondrial queda en embarazo, sabe que su hijo o hija necesariamente ha de heredar este problema… hasta hoy.
Recientes tecnologías han permitido transferir el ADN mitocondrial de una tercera persona, haciendo que el bebé nazca sin complicaciones… y, técnicamente hablando, con tres padres.
Si bien este tipo de tecnologías se conocían al menos desde los 1990’s, no fue hasta hace pocos años que pudieron llevarse efectivamente a la práctica y no fue hasta hace pocos días que nació el primer producto de este desarrollo genético.
El nuevo bebé
La familia que decidió aplicar al método tenía una historia trágica. La mujer, de ascendencia jordana, padecía una enfermedad conocida como Síndrome de Leigh que hacía extremadamente difícil llevar a cabo un embarazo exitoso. Al momento de realizar el procedimiento, habían tenido 4 abortos y presenciado la muerte de dos hijos (uno de 8 meses de edad y otro de 6 años). Quedaba claro que la enfermedad era un limitante inmenso a la hora de tener descendencia.
Tras el procedimiento, la pareja pudo tener un bebé cuyo ADN mitocondrial provenía de una tercera persona y que por lo tanto no sufre de estos riesgos. Todo el proceso tuvo que realizarse en México, pues en Estados Unidos y el Reino Unido hay legislación que prohíbe este tipo de manipulación de fetos y células fertilizadas (México no tiene legislación al respecto).
El asunto ha levantado bastante polémica, sobre todo en Estados Unidos donde muchos cuestionan la decisión del Dr. John Zhang (director del centro de fertilidad “Nueva Esperanza” en Nueva York) de ignorar la legislación y sencillamente viajar a otro país. Por su parte, el Reino Unido está comenzando a debatir la legalización de este mecanismo. Y los efectos verdaderos no se conocen aún (se calcula, por ejemplo, que aún con el procedimiento puede haber hasta un 12% de probabilidad de que el niño herede el problema)
Pero independientemente del escenario político, la pareja jordana está feliz. Por fin pudieron cumplir su sueño de ser padres sin el eterno temor a perder, trágicamente, un hijo más.
Imágenes: bbc.co.uk