El perro es el mejor amigo del hombre, pero el hambre su peor enemigo. Esta es la historia de un fiel amigo caído en desgracia.
Con una voz demasiado melancólica y con los ojos aguados, Eduardo López, más conocido en el bajo mundo como “el artista de la calle”, quien retrata a la gente y vende sus dibujos en los bares, restaurantes y toda clase de lugares públicos, relata la pérdida de su mejor amigo: Chester.
Este perro duró con Eduardo cerca de 10 años y lo acompañaba a todo lugar a donde este artista callejero se dirigiera. Luego de que durara una década en la cárcel, al salir se encontró con un cachorro al que bautizó como Chester.
A sus 58 años de edad, “Lalo” sólo contaba con el apoyo de un can. Este pobre colombiano caído en desgracia, ahora se ha quedado sólo y no sabe nada de su familia. “hace mucho no la veo, ni me interesa, pues no sirven para nada, porque me abandonaron y nunca me fueron a visitar. El único familiar que tenía era ese perrito, pero me lo mataron”, dijo con una sonrisa, ocultando su dolor.
Muchos momentos alegres quedaron registrados en la memoria de este personaje, como por ejemplo cuando unos mecánicos intentaron agredirlo y Chester lo defendió a garra y colmillo, mordiéndoles las piernas y la parte trasera. “mi viejo compañero no me abandonaba jamás y era muy diferente a esa porquería de humanidad egoísta e insensible. Como la Policía no me defiende por mi aspecto físico, yo ahí tenía mi guardián. Ahora sí quedé como el dicho de que no tengo madre ni perro que me ladre”, relató Eduardo.
“con este invierno tan verraco, yo me arrunchaba con chester y nos dábamos calor, pero la maldad de la gente no tiene límites y hace unos días lo encontré tirado detrás de la carrilera de la 20, todo masacrado”, añadió.
Con lápiz, carboncillo y unas cuantas hojas, Eduardo López, más conocido en el bajo mundo como “el artista de la calle”, retrata a la gente y vende sus dibujos en los bares, restaurantes y toda clase de lugares públicos.
Eduardo tiene 58 años de edad, duró 10 años preso en una cárcel y desde ese entonces, no sabe nada de su familia. “hace mucho no la veo, ni me interesa, pues no sirven para nada, porque me abandonaron y nunca me fueron a visitar”, dijo con una sonrisa, ocultando su dolor.
Recobró la libertad hace seis años y arribó a la perla, con la esperanza de salir adelante. Como existen pocas oportunidades para la gente de escasos recursos y con antecedentes penales, aprovechó el mayor de sus dones: la pintura.
Hace pocos días duerme en la calle y fue golpeado indiscriminadamente por cuatro mecánicos, asegura él, por tan sólo pedirles algunas monedas. “me cogieron como si fuera balón de fútbol disque porque yo era un ladrón de celulares, ni siquiera me respetaron la edad. Yo no robo, yo dibujo”.
Ahora duerme en la intemperie, sufriendo por el crudo invierno, ya que no tiene dónde meter la cabeza. “me quemaron el cambuche con mis cositas que no eran demasiadas: unas cobijas y recuerdos”, denunció el artista callejero.
Este personaje caído en desgracia y olvidado por la sociedad y el Estado, sólo contaba con la compañía de un perro al que llama Chester, su mejor amigo.
“mi viejo compañero no me abandonó jamás y es muy diferente a esa porquería de humanidad egoísta e insensible. Me cansé de acudir a la Policía para denunciar las veces que la gente me ha golpeado, porque antes resulto en el calabozo. No tengo ante quién quejarme”, relataba Eduardo, antes de la pérdida faatal de su amigo.
Muchos casos de indigencia y de personas que duermen en la calle, sin un plato de comida durante varios días, exponiéndose al sol, al agua y al peligro de las calles, se presentan en el mundo, sin que a nadie se le remuerda el corazón.