Un modelo muy criticado
En la actualidad, el mundo se encuentra en un momento clave de su desarrollo. Desde la década de los 90’s, todos los modelos alternativos al desarrollo económico capitalista perecieron con la Guerra Fría (excepto, claro, por el cuestionado modelo de la “Juche” norcoreana) y parecía ser que el camino estaba trazado. Por algunos años hubo muchos éxitos que mostraron que la decisión parecía ser la correcta… pero pronto llegó la crisis. Los cuestionamientos. Y comenzaron a aparecer signos de que el camino no era tan claro y todavía nos quedaba mucho por aprender.
Dos de estos signos siguen preocupando a las autoridades mundiales. El primero, que la reducción de pobreza, aunque importante, no se ha llevado a cabo a la velocidad necesaria para mejorar verdaderamente los estándares de vida y el crecimiento de muchos países del tercer mundo ha estado muy limitado por las constantes crisis económicas. El segundo, más preocupante, que nuestra hambre de recursos está presionando al límite el planeta.
En el primer caso, se habla de las incapacidades de los países pobres para alcanzar los niveles de vida del llamado “Primer Mundo”. Frente a algunos casos de éxito sin precedentes (Corea del Sur, o Hong Kong) son decenas los casos de éxitos a medias (Chile o Indonesia) de fracasos (la mayor parte de América Latina) o de países desheredados ya sin esperanza (principalmente el sudeste asiático y, como no, gran parte del continente africano). ¿Cómo podemos vivir en un mundo en el que la gran mayoría vive en la pobreza?
Los peligros del consumo actual
Pero los problemas van más allá de esto. Hay un dicho común respecto a que si los niveles de consumo de la población mundial igualan los de Estados Unidos, necesitaríamos 5 planetas para dar abasto. No se trata solo de crecimiento económico… se trata de la imposibilidad de crecer eternamente en un planeta limitado. Y esto nos lleva a otro factor importante: la crisis energética.
Los recursos podemos obtenerlos de muchas partes. Incluso, eventualmente, podríamos tener una economía basada en el reciclaje. Pero la energía para procesarlos necesariamente tiene que venir de afuera, y a medida que pasa el tiempo las alternativas se van acabando. Nuestro consumo energético es impresionante y gran parte de él viene de los combustibles fósiles.
El petróleo y el carbón son los combustibles más usados sobre la tierra y el origen de la mayor parte de nuestro consumo energético. Sin embargo, nuestras necesidades aumentan día a día y las reservas de petróleo y carbón (además de ser increíblemente contaminantes) son muy limitadas. ¿Qué pasará cuando terminen?
El escenario apocalíptico más popular habla de una crisis gradual en la que los costos de la energía aumentan poco a poco, y con ellos van subiendo los costes de vida. Los países más pobres, en los que los habitantes no tienen capacidad de sostenerse, son los más afectados en principio, y esto causa inestabilidad a su vez en los precios de las materias primas que estos países producen. Con el tiempo, los países más ricos se ven envueltos en la espiral de crisis y son incapaces de sostener a sus propios habitantes, desencadenando revoluciones, guerras y hambrunas a lo largo y ancho del mundo.
Los líderes mundiales han sido incapaces de encontrarle solución a estos problemas. A pesar de sus (supuestamente) buenas intenciones, el derrotero que ha tomado el mundo parece ser casi obra de un autómata, y no hay mucho que podamos hacer para solucionarlo… afirman, claro, los grandes poderes.
¿Existe alguna solución?
Porque no cabe duda de que esta es también una época de una prosperidad sin precedentes en la Historia de la humanidad. Nunca nuestra productividad había sido tan alta ni nuestras habilidades tan avanzadas como ahora. ¿Será que realmente es tan difícil solucionar estos problemas? Difícil, quizás, pero no imposible.
Lo cierto es que por ahora parecen no tener solución temprana. La pobreza, aunque en retroceso, depende de un crecimiento económico endeble e incapaz de aceptar nuevas tecnologías (so pena de reducir, a su vez, el crecimiento). Así mismo, las condiciones actuales muestran dinámicas preocupantes: los precios de los alimentos han subido mucho, y los precios de las materias primas, aunque en declive, también presentaron un alza impresionante por varios años.
¿Qué será de nuestro planeta en el 2050? ¿Habremos acabado ya con nuestros recursos? ¿Estaremos en medio de una crisis energética, tal como lo predijo el político ruso Dmitri Abzálov? ¿O habremos solucionado nuestros problemas?
Porque, más allá de las críticas al modelo, ciertamente hemos sido incapaces de construir uno que funcione mejor. Víctimas de nuestra propia complejidad, nos encontramos a la deriva en un mundo que responde a fuerzas de las cuales no somos más que títeres, sin que podamos realmente guiarlas. Las tecnologías, aunque pueden significar nuestra muerte, podrían también ser nuestra salvación. Usarlas para salvarnos requiere una disciplina que aún no tenemos. Pero no podemos evitarlas, para bien o para mal.
¿Cuál crees tú que sea la solución? ¿Seguir avanzando? ¿O deberíamos dar un paso atrás, evaluar nuestros errores y aprender a vivir como nuestros antepasados?
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