Los orígenes de la vida
Uno de los temas más tratados en este portal es, precisamente, la posibilidad de que exista vida además de la terrestre. Ya sea en forma de microbios semejantes a los terrestres en Marte, de enigmáticos ecosistemas en planetas lejanos, de civilizaciones fuera de nuestro alcance o incluso de visitantes que esporádicamente aterrizan en la superficie terrestre, lo cierto es que la posibilidad de que haya vida más allá de nuestras fronteras resulta fascinante para nuestra civilización.
Aún se debate cómo se originó la vida en la primitiva atmósfera terrestre. Algunos hablan de un océano rico en minerales que comenzó a formar los primeros compuestos gracias a las altas temperaturas y al impacto de corrientes eléctricas, algo que ya se ha demostrado en el laboratorio. Otros, por su parte, defienden la llamada Panspermia, es decir, la teoría de la llegada de los primeros seres vivos a bordo de meteoritos, cometas u otros cuerpos celestes.
Pues bien, la teoría de la Panspermia parece haber tomado mucho impulso en los últimos meses gracias a los análisis realizados de las imágenes de la cola de un cometa que parecen indicar una presencia constante de compuestos orgánicos:
El Cometa Lovejoy
Bautizado como el “Cometa Lovejoy”, este cuerpo se descubrió apenas en 2014 gracias al trabajo de un astrónomo aficionado (Terroy Lovejoy) y pasó por el punto más cercano al sol el 30 de enero del presente año. Sin embargo, no fue el cometa en sí mismo sino los componentes de su cola los que recibieron muchísima atención por parte de los astrónomos profesionales.
Aunque algunos creen que la cola de un cometa es el “rastro” que va dejando en el espacio, se trata en verdad de un “chorro” de vapor de agua que se genera como consecuencia de los vientos solares y, por lo tanto, siempre ocurre en dirección opuesta al sol. Dicho rastro suele tener entre sus componentes trozos de roca y materiales que componen al cometa además del agua helada.
Pues bien, un análisis concienzudo de los componentes presentes en este cometa reveló un montón de apariciones inesperadas, vinculadas principalmente con compuestos orgánicos complejos algunos de los que se pensaba que sólo existían en la Tierra y en algunas nebulosas.
Los componentes de la cola del Cometa
En total, fueron 21 componentes orgánicos complejos detectados por los astrónomos, incluyendo alcohol etílico y el azúcar sencillo glicolaldehído, los cuales jamás habían sido observados en un cometa anteriormente. Y no se trataba de componentes escasos: el alcohol etílico que libera es el equivalente al de 500 botellas de vino por segundo.
Esto significa que los cometas pueden ser el hogar de compuestos orgánicos complejos capaces de dar origen a seres vivos en las condiciones adecuadas. De acuerdo con los científicos que realizaron el estudio bajo la dirección de Nicolas Biver, del Observatorio Astronómico de París, estos compuestos se crearían por síntesis gracias a la radiación estelar sobre los componentes del cometa en un periodo temprano de la nebulosa del Sistema Solar.
Las implicaciones
El modelo también evalúa el propio desarrollo de nuestro Sistema Solar. De acuerdo con Biver y su equipo, el movimiento temprano de los gigantes gaseosos (Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno) habría lanzado millones de cometas a la región de la órbita de los 4 planetas rocosos indicando que incluso si la tierra careciera de agua y compuestos orgánicos los cometas la habrían alimentado con estos recursos.
Este modelo, de la mano con las observaciones del estudio, da fuerza a la teoría de la Panspermia (en este caso, proviniendo específicamente de cometas) y permite suponer que vida semejante a la terrestre podría ser común en otros lugares del Universo.
Fuente de imágenes: 1: gizmag.com, 2: nasa.gov