La región más distante del mundo
Salvo por la Antártica, el Pacífico fue la última región en ser conquistada por los hombres. Hace menos de dos milenios conquistaron los grandes navegantes polinesios la vasta región insular que se extiende entre Asia y América, y hace apenas unos 700 años lograron arribar a las remotas islas de Hawái. Quizás por esta razón la región esté tan llena de leyendas.
Durante la Guerra del Pacífico, que enfrentó a los Estados Unidos con el poderoso imperio Japonés, los soldados norteamericanos se vieron obligados a enfrentarse a esta vasta región y chocaron de frente con muchas de sus leyendas (como el humanoide volador de Okinawa). Sin embargo, sus contrapartes japoneses también tuvieron su propia dosis de sorpresa y descubrieron que el mundo, más allá de su isla, estaba lleno de misterios.
Las apariciones de Orang Ikan
Las islas Kei están ubicadas al sureste del archipiélago de las islas Molucas, que habían pasado a la historia con la denominación de Islas de las Especias. Hoy bajo dominio de Indonesia, en la Guerra estas paradisíacas islas eran fundamentales para que los japoneses mantuvieran su dominio en el océano pacífico.
En 1943 una división japonesa estacionada como equipo de vigilancia comenzó a brindar extraños reportes a sus superiores. De acuerdo con los nipones, misteriosas criaturas aparecían en las aguas cercanas a su división, y los monstruos tenían una perturbadora semejanza con los seres humanos.
Sin embargo, no se trataba de las idílicas sirenas que tan conocidas son en prácticamente todo el mundo. Pese a tener brazos y una cara que tenía una remota semejanza con los seres humanos, las criaturas tenían piernas y una boca como de carpa. Las criaturas medían poco más de metro y medio de altura y tenían piel rosada, pero también mostraban escamas (o espinas, de acuerdo con algunas versiones) sobre sus cabezas.
Un críptido de la guerra japonesa
De acuerdo con los testimonios de los japoneses, era común ver a estas extrañas apariciones retozando en las playas o en pequeñas lagunas naturales que se formaban entre las islas. Los habitantes locales, al verse cuestionados por los japoneses, les contestaron que se trataba de los Orang Ikan (hombre – pez en el idioma malasio) y que en la región eran bastante comunes, siendo incluso capturados en las redes ocasionalmente. Incluso se ofrecieron a llevarles uno en la eventualidad de volver a capturarlo.
A lo largo del conflicto ocurrieron varios avistamientos. El más importante fue relatado por el sargento Tabo Horiba, quien un día fue invitado por el líder de la aldea vecina para que viera el cadáver de una de estas criaturas qque recientemente había aparecido muerta en la playa. De acuerdo con los testimonios del sargento, la criatura medía alrededor de 1,60 metros y tenía un cabello rojizo que le llegaba hasta los hombros, así como espinas en el cuello. La cara, sigue el relato, era muy fea para los estándares humanos, y se caracterizaba por un aire simiesco, una frente grande y orejas diminutas.
Mientras que la boca de la criatura era idéntica a la de una carpa (y estaba incluso llena de pequeños dientes), sus pies y manos tenían dedos con membranas, para facilitar la natación.
El sargento Horiba quedó muy impresionado por el suceso, pero más importante, cometió el error garrafal de no tomarle fotografías a la criatura. De vuelta en su país sería ridiculizado por sus colegas y por los biólogos y zoólogos de la región, y nadie jamás volvería a interesarse en el Orang Ikan. Al día de hoy, no sabemos todo fue un delirio colectivo, un engaño de los locales, o si la misteriosa criatura en verdad ronda los mares de Indonesia.
No es el único relato que existe de los Hombres – Pez: vale la pena recordar la leyenda del Hombre Pez de Liérganes y su homóloga del Mar Caspio.
Fuente de imágenes: cryptomundo.com