Es el verbo que refiere a la acción de fortificar una construcción con baluartes, mismos que son un reducto fortificado que se proyecta en dirección hacia afuera del cuerpo primario de una fortaleza.
Como forma pentagonal para defender en la antigüedad
En el ámbito arquitectónico, los baluartes van ubicados casi siempre en las esquinas de los muros del primer cordón de seguridad, como punto importante de defensa en caso de un asalto por parte de alguna tropa contraria.
Como plataforma de artillería
El bastión en siglos pasados, fue diseñado para que sobresaliera del cuerpo de una fortaleza y de esa manera poder cubrir los demás bastiones y muros denominados como “muros de cortina”, usando la técnica de guerra del fuego cruzado. Entonces, el bastión se empleaba como una plataforma de artillería, que permitía que el asaltante llevara a más distancia la artillería de los muros y en tal efecto, reducir el nivel destructivo del enemigo.
En los castillos medievales
En el siglo XV, los castillos de la Edad Media pasaban por una gran transformación, donde se fue imponiendo cada vez más el uso de un sistema de fortificación abaluartado, el cual se supo mantener firme y vigente hasta siglo XVI que duró impuesto el método de abalaustrar hasta el siglo XIX, con algunas modificaciones.
Para defender una parte débil de los castillos españoles
En el caso de España, el uso de los baluartes era más flexible y se aplicaba a varias defensas, desde una puerta hasta una torre y consideraban los baluartes como obras rápidas de tierra o madera, así como permanentes de mampostería.
Para facilitar el abastecimiento de agua en los sistemas italianos
No sólo consideraban abaluartar para la defensa, sino también para asuntos como canalizar el agua. Y por supuesto, usaban baluartes en los vértices del gran salón de la plaza fuerte, con el objetivo de cruzar el fuego de la defensa y fortalecer cualquier ángulo muerto.