Es la acción de estar en alerta y en plena observación cautelosa de una persona o animal, con la intención de no ser visto y casi siempre de atacarlo o hacerle algo. Pero también cuenta con un significado muy peculiar, dado por los Toltecas en México, que consideran el arte de acechar como práctica espiritual y con aplicaciones psicológicas.
Para cazar animales salvajes
Si se quiere observar a los animales salvajes, lo correcto es acecharlos, lo cual es una acción que implica arrastrarse muy cerca de ellos, pero sin ser percibido ni por vista, ni oído, ni olfato.
Para distraer al enemigo
Acechar es la táctica del buen Scout de guerra, en el momento en que vigila y espía al enemigo. Por ejemplo un policía no intenta capturar a los maleantes organizados frente a ellos y vestido con uniforme. Sino que para desmantelar esas redes criminales, deben vestirse como un civil cualquiera, mirar por el cristal de un escaparate, mismo que proyecta el reflejo de lo que acontece detrás de él. Inclusive intentar infiltrarse, haciéndose pasar por un cliente o por otro maleante.
Para ser reprendido por la ley
En diversos países democráticos, se establece la Ley contra el acecho. Acechar se considera como el patrón de conducta a través del que se mantiene una frecuente y repetida vigilancia, persecución y acercamiento físico y visual hacia un individuo. Con regularidad, esto va acompañado de amenazas por escrito, directamente dichas o enviadas como recado por otra persona. Sí mismo, podría también sumarse actos vandálicos contra la víctima y perturbar a su familia.
Para la magia y la espiritualidad
Los Toltecas de México, especialmente los mencionados en los libros del antropólogo Carlos Castaneda, hablan de una técnica espiritual denominada “acechar” y consiste en adoptar un perfecto dominio del comportamiento para usarse sabia e inteligentemente según determine una situación específica, con la peculiaridad de ahorrar energía psíquica y a su vez lograr cometidos físicos.