Es la acción de recomendar o dar directrices a una persona de la manera como debe proceder en relación con algo que le cause preocupación por sus intereses y bienestar. También puede tomarse a la inversa, como la acción de solicitar un consejo.
Para aprender a escuchar
Es importante reconocer que no se está en conocimiento pleno del problema que afecta a dicha persona, como para lanzar juicios lapidarios o proponer ideas radicales. Por eso para poder aconsejar, es necesario primero saber escuchar atentamente todos los pormenores del problema para poder dimensionarlo. Así no se resulta influyendo negativamente, sino que será un consejo más útil, no basado en suposiciones o pretensiones de algún tipo.
Para recibir consejos con humildad
A la letra de la frase del conde de La Rochefoucauld, “Es necesario tener tanta discreción para dar consejos, como docilidad para recibirlos”, se denota una clara condición que debe asumir quien recibe los consejos y debe ser la humildad.
Para empatizar
Un gran poeta griego dijo: “Quien no haya sufrido lo que yo, que no me de consejos”. Resulta complicado aconsejarse en tiempos de dificultad, pues la experiencia de sufrir es completamente individual y la empatía es un recurso práctico muy relevante a la hora de dar un buen consejo, a pesar de que no se pueda comprender del todo. Todo esto, conlleva el sacrificar el punto de vista u opinión con respecto a temas valóricos, ya que no se puede ni se deben imponer.
Para ayudar a los demás desinteresadamente
Aconsejar es un acto considerado como altruista, si se hace correctamente y motivado sólo por la iniciativa de que se solucionen los problemas de los demás y de compartirles enseñanzas que se han adquirido. Debe resaltar el respeto y la imparcialidad. Si se quiere llegar al éxito se deben escuchar los consejos y discernir, pues como dice el viejo y conocido refrán: “Quien oye consejo, llega a viejo”.