Así se conocen a los integrantes de un poblado indígena llamado “los abipona”, que ocupaban los territorios del norte de Santafé, una provincia de Argentina. El término también podría referirse explícitamente a la lengua de dicha comunidad de nativos.
Como lengua nativa y tesoro lingüístico
Los abipones forman parte de las etnias amerindias y su lengua está ligada a la familia lingüística de los guaicurúes, que similarmente guardan parentesco con los pilagás, los payagues, los mocovíes, los tobas y los mbayaes. El abipón era famoso por su peculiar corte de cabello y por eso les llamaban los frentones, porque se rasuraban más de media cabeza. Su lengua se tornó muy cercana del idioma mocoví.
Para combatir
El abipón sobresalía en el campo de batalla, porque su devoción era la guerra. Desde muy temprana edad eran entrenados en las artes bélicas y a soportar grandes niveles de dolor, por lo que se lastimaban intencionalmente el cuerpo para que generara resistencia y aguante. Desde horas del amanecer, los jóvenes salían a correr para conservar fuerza y agilidad.
Para asustar al enemigo
Una de las técnicas más conocidas en la historia de los abipones, era que maquillaban sus rostros de manera tal, que generaran terror en sus adversarios. Usaban máscaras y pinturas especiales. Tan pronto como ganaban, organizaban suculentos festines donde se embriagaban. La historia cuenta que fueron los domadores de los legendarios centauros del Gran Chaco.
Para hostigar a los españoles
El siglo XVII fue marcado por las acciones de los abipones en contra de los conquistadores de España. Fueron de las castas más guerreras de América que lucharon hasta el final hasta el siglo XVIII cuando los exterminaron. Pero eran muy temidos en ciudades como Santiago del Estero, Jujuy, Salta, Tucumás, Córdoba, Asunción y Corrientes. Los españoles se aliaron con los guaraníes para poder derrotarlos.