Es la sección posterior del altar principal de un templo religioso católico, que sobresale por afuera, con una planta con forma semicircular, aunque también de polígono y con una cubierta que casi siempre tiene rasgos abovedados.
Como adorno de una iglesia católica
El ábside es conocido como la parte de la cabecera de una iglesia, que está justo sobre la mesa del altar. Estos diseños arquitectónicos empezaron a usarse desde tiempos donde reinaba el imperio romano y comenzó como una hornacina, en la que se disponía la estatua de algún dios.
Pero luego, las basílicas católicas cuyo asiento es Roma, adaptaron estas formas para las exedras, que son los espacios de planta en semicírculo, que cuentan en el interior con sillas recostadas por el interior del muro de las instalaciones, donde se ubicaba el sillón del magistrado presidente y frente a éste, a veces se situaba un altar para algunos sacrificios especiales. Uno de los templos que en la actualidad se preservan con estas características, es la Basílica Ulpia de Trajano, que está dotada con dos ábsides, cada uno en una extremidad del templo, así como en la nave principal.
Para ubicar hacia el oriente
Las iglesias que en la antigüedad se construyeron con este sistema de ábside, se construían con su cabecera en orientación hacia el este, ofreciendo total relevancia al Sol que da vida e ilumina a todos los seres sobre la faz de este planeta. Pero es que desde el principio, Jesucristo se ha relacionado con el Astro Rey, el Señor del Mundo, como la Luz que ilumina a la creación.
Para adornar las basílicas romanas
El término ‘ábside’ proviene del persa, cuya acepción es de cúpula, pero se adaptó al español directamente desde el árabe. En la antigüedad, la justicia era impartida desde las basílicas romanas, mismas que eran adornadas con un rectángulo a modo de ábside situado en el fondo del templo, donde se ubicaban las sillas para la persona que obraba como magistrado y así mismo, todos los juristas involucrados.