Se trata del nombre que recibía la zona más alta de las urbes de los antiguos griegos, edificadas con el propósito de obtener una buena defensa de guerra, razón por la cual las fortificaban. En otras naciones se usaba la misma estrategia, pero no se les denominaba ‘acrópolis’.
Para brindar mayor seguridad a los habitantes
Se erigían acrópolis con la finalidad de que los pobladores se sintieran más confiados y tranquilos, al verse menos expuestos ante los ataques de fuerzas enemigas, gracias a que se ubicaban en las regiones montañosas más altas. Se resaltaron la de Corinto y la de Atenas, mismas en donde se realizaban actividades de gran relevancia para los griegos, especialmente en el ámbito espiritual. Se le consideraba como el corazón de la ciudad, o ‘polis’.
Para rendir culto a los dioses
La Acrópolis de la capital de Grecia se hallaba a una altura superior de los 155 metros sobre el nivel del mar. Su función principal era proteger el templo de Atenea, la diosa más elevada, al igual que el Templo Niké, dedicado a la victoria griega sobre los persas. Se construyó en la época del gobierno de Pericles, con el objeto de que se convierta en el eje de las actividades espirituales y políticas.
Los Propileos eran unas puertas enormes al estilo dórico, que daban paso a la gran Acrópolis de Atenas.
De otro lado, se encontraba la Acrópolis de Corinto, a una distancia de 550 metros más alto que la ciudad. Allí se construyó el templo en adoración a Afrodita, la diosa del amor.
Para servir como epicentro del desarrollo urbano
Esta área denominada acrópolis, era tenida en cuenta como el foco central donde comienza a crecer y a desarrollarse la urbe. En la acrópolis se dispusieron las construcciones más significativas, como por ejemplo el ágora, en la que disputaban grandes filósofos, así como grandes templos a los dioses. Por tal motivo, en este lugar era donde se presentaban los eventos más importantes.