Es la característica de inclinación de un techo, como en el caso de las buhardillas.
Para dar un toque gótico
En el período de tiempo del románico, los techos solían ser muy poco pronunciados y sin ausencia de desvanes. Pero en el siglo XIII esto cambió y la arquitectura se fue volcando a fabricar los tejados más pronunciados y se volvió una moda tener un gran desván en casa, o más aún en un palacio, mansión y castillo. Pero fue hasta el período gótico y en el Renacimiento, donde lo abuhardillado se tornó en algo muy utilizado para decorar.
Para la arquitectura de las iglesias
Uno de los empleos pioneros del estilo abuhardillado se apreció en las aberturas esbeltas que brindaban un sistema para ventilar a las agujas de las estructuras eclesiales y las famosas catedrales de tipo gótico. Uno de los primeros modelos abohardillados lo obtuvo la torre de la catedral de la iglesia de Cristo, en la ciudad de Oxford. En el siglo XVI empezó a formar parte de la Arquitectura doméstica en Reino Unido. Un siglo después este estilo fue adoptado por los franceses en París.
Como un respiradero para el humo
La palabra “abuhardillado” está ligada etimológicamente al término “búho, bufar y buhonero”. Surge del sonido onomatopéyico “buff”, mismo que se produce exhalando aire desde las mejillas infladas. Originalmente, lo abuhardillado designaba a un espacio de una edificación que servía como respiradero para el humo. La evolución de la palabra habría sido: “bufar- buhar- buharra- buharda”.
Para decorar la habitación principal de una casa
En la parte superior de la vivienda quedaría una sola habitación, que por lo general es la principal. Un estilo abohardillado en lugar de la convencional cuadratura simple de cemento, otorga un estilo único a la casa. Es como una especie de coronamiento.