La tecnología y los avances científicos no son suficientes en pleno siglo XXI para evitar millones de muertes causadas por enfermedades contagiosas. ¿Acabará la humanidad siendo vencida por los virus y las bacterias? ¿Quién ganará esta guerra silenciosa? ¿Cómo son y cómo actúan esos terribles enemigos? En este reportaje hacemos una radiografía de las siete enfermedades infecciosas más letales que existen.
Bacterias, virus, protozoos, bacilos… todos ellos podrían estar conspirando en secreto desde el principio de los tiempos contra la humanidad. Todos parecen formar parte de un plan cósmico letal. El fin más obvio de esta trama podría ser demostrarle al ser humano que ni su inteligencia ni su astucia son suficientes para luchar contra microorganismos que actúan en apariencia sin orden ni concierto. Aunque quién sabe si, en realidad, esta legión silenciosa, compuesta de elementos casi invisibles, forma parte de una estratagema, urdida por una mente diabólica, que persigue hallar el mejor y más económico modo de exterminar a la población del planeta, y que encuentra sus mejores aliados en la falta de infraestructura sanitaria, las guerras, la degradación del medio ambiente, la proliferación de megapólis con más de diez millones de habitantes, el aumento de los desplazamientos, la emigración y el comercio. Asustada, aunque casi con pereza, la humanidad recién empieza a despertar del sueño en el que los delirios de progreso y las conquistas científicas la han sumido, para tomar conciencia de que no existen fórmulas mágicas, por muchos avances que se realicen en el campo de la tecnología biogenética, capaces de salvarla de las numerosas enfermedades que atacan hoy tanto a los países desarrollados como a aquellos que se encuentran en vías de desarrollo.
Virus emergentes. Verdugos implacables
Se estima que diariamente se producen en el mundo 300 muertes en menores de un año y muchas más en personas mayores a causa de infecciones respiratorias o intestinales causadas por virus que han sido descubiertos recientemente y para los que no existe tratamiento. Entre ellos destacan:
MPVh-Metapneumovirus (2001). Es el más agresivo. Afecta solo a humanos y cursa con fiebre, dificultad respiratoria, sibilancias y laringitis.
HBoV-Bocavirus(2005). Provoca infecciones en el espacio respiratorio semejantes a la neumonía. Afecta también a animales.
VSR-Sincitial (1965). Es la causa principal de enfermedad del tracto respiratorio inferior en niños pequeños. Se calcula que entre el 11% y el 19% de los menores de un año atacados por el VSR enfermará de bronquiolitis y que un 15% de ellos requerirá hospitalización. En España se ha estimado que el virus respiratorio sincitial motiva entre 15.000 y 20.000 visitas de urgencia y de 7.000 a 14.000 hospitalizaciones cada año.
NL63-Coronavirus (2004). Es un subtipo del virus que provocó en 2002 el Síndrome Respiratorio Agudo Severo (SRAS). Afecta a pollos y aves salvajes y se transmite directamente al hombre. Ocasiona síntomas similares a los de la gripe: fiebre alta, tos seca y respiración muy rápida. También afecta al aparato gastrointestinal superior.
Rotavirus (1973). Se han identificado siete grupos, de la A a la G, pero solo los grupos A, B y C se han asociado a gastroenteritis en humanos; la mayoría de los casos de enfermedad son causados por las cepas del grupo A. Los más afectados son los niños menores de dos años. Sus síntomas son dolor abdominal, fiebre, vómitos y diarreas violentas.
Enfermedades de ayer y hoy
Desde hace treinta años no han dejado de surgir nuevas enfermedades y de reaparecer otras que se creía erradicadas. Se ha asistido, por ejemplo, a un incremento de los brotes de cólera, el virus Ébola, la peste o la meningitis, entre otros males epidémicos. Y la Organización Mundial de la Salud (OMS) vaticina para las próximas décadas la expansión de más patógenos recién descubiertos, como el Nipah o el Marburg –virus que se propagan de animales a humanos y que proceden, respectivamente, de Malasia y Uganda. Los brotes de estos organismos exóticos irán acompañados de epidemias de enfermedades más conocidas, como el dengue, la gripe, la tuberculosis, la difteria o la neumonía, que habían llegado a disminuir en el pasado siglo y retornan ahora con una fuerza renovada y letal.
Puzzle maquiavélico
Los agentes que contribuyen o contribuirán a esta situación son numerosos y ninguno de ellos es más crucial que otro, sino que encajan en un puzzle que más que fortuito parece fruto de una inteligencia maquiavélica y nos aboca a la fatalidad. Por ejemplo, el incremento de nuestra capacidad de desplazarnos –por vía aérea, terrestre o marítima– facilita el rápido transporte de personas y mercancías, imposibles de controlar al 100%, que pueden arrastrar con ellas virus de un lado a otro del planeta, como ha sucedido con el Ébola o el Marburg (procedente de Uganda y descubierto por primera vez en Alemania). Por su parte, el cambio climático, la deforestación de amplias zonas antes inaccesibles y la urbanización de otras ocasionan variables en la migración de aves e insectos que transportan algunas de estas afecciones, tales como la gripe aviar o la malaria. A estos dos factores se ha venido a sumar el uso continuado, y en ocasiones exagerado, tanto en personas como en animales de antibióticos. Algo que en menos de dos décadas ha creado fuertes resistencias en ciertos microorganismos y reducido la eficacia de dichos medicamentos frente a infecciones como la tuberculosis. A todo ello podríamos añadir la aparición de nuevas pautas de comportamiento alimentarias que han debilitado el sistema inmunitario del ser humano y que son responsables, al menos en parte, de la aparición de numerosas enfermedades, entre ellas el cáncer. Dejando a un lado la teoría de la conspiración de los poderes fácticos para terminar con la promiscuidad sexual, la prostitución, los gays y las lesbianas, un ejemplo claro de cómo los tiempos y las modas influyen en la propagación de algunas de estas enfermedades lo tenemos en el virus de inmunodeficiencia humana (VIH). Si bien tiene posiblemente más de 100 años, solo había infectado a menos de un 0,001% de la población mundial antes de 1975, pero se propagó como un reguero de pólvora a partir de esa fecha debido a los nuevos hábitos de conducta, los viajes, el uso de drogas, los contactos sexuales, las guerras, etc., unidos a los prejuicios sociales y a la inacción por parte de la industria farmacéutica, que durante años se ha negado a facilitar medicamentos genéricos y más baratos a países empobrecidos asolados por esta enfermedad. Por último, tampoco se pueden olvidar agentes determinantes que afectan a países en vías de desarrollo, como la imposibilidad, en el caso de la tuberculosis, de realizar un seguimiento de las poblaciones afectadas y de controlar los tratamientos a los que han de ser sometidas.
Olvidados del mundo
Los brotes del virus del Ébola han aumentado inesperadamente en los últimos años.
Y es que, en general, tal y como ha asegurado la OMS en reiteradas ocasiones, existe una total falta de interés internacional por prestar más recursos económicos a los países pobres para que puedan adquirir o fabricar los medicamentos que necesitan. La eficacia a la hora de reducir la morbilidad y la mortalidad o prevenir brotes futuros depende de la rapidez de la respuesta, la disponibilidad de infraestructuras sanitarias sólidas, las investigaciones epidemiológicas de alto nivel y la pronta confirmación del diagnóstico. Un reto que requiere el esfuerzo de la comunidad internacional en una lucha feroz contra el círculo vicioso de la enfermedad y la pobreza. Pero, tal y como repitió hasta la saciedad David L. Heymann, que durante años lideró la División de Vigilancia y Control de Enfermedades Emergentes y Enfermedades Trasmisibles de la OMS y ha sido galardonado en diferentes ocasiones por su labor, “no contamos con los medios globales –de rápida detección, ni con recursos económicos y políticos para actuar con celeridad en territorios de continentes enteros– para afrontar un problema que sí exige recursos globales; los organismos internacionales no poseen presupuestos comparables a los de defensa. Así es que no puede afirmarse quién se alzará con el triunfo en cada caso, si los virus o nosotros”. En una llamada de atención hacia esta flagrante amenaza, el premio Nobel de Medicina del año pasado recompensó los trabajos de los investigadores franceses Francoise Barré-Sinoussi y Luc Montagnier y del alemán Harald zur Hausen en dos de las grandes plagas del siglo XXI: el sida y el cáncer.
Leishmaniosis
12 millones de afectados
Agente: un protozoo de las moscas de los arenales (Phlebotomus spp.). La variante kala azar (fiebre negra en hindi) es la más grave. La incubación dura unassemanas.
Síntomas: úlceras cutáneas que se extienden por el cuerpo y hemorragias nasales.Causa: graves lesiones en las piernas y una incapacidad física temporal o definitiva. Dilata el bazo y el hígado; ataca la médula ósea y los nódulos linfáticos.
Población afectada: 12 millones de personas, hombres adultos en su mayoría. Cada año aparecen 2 millones de casos nuevos. Medio millón son de fiebre negra. Sin tratamiento, mueren entre el 75% y el 95% de los afectados.
Localización: África, China, India y América (en Venezuela se producen 4.000 casos nuevos cada año). Hay brotes en México y Estados Unidos.
Tratamiento de control: el fármaco más eficaz es el pentostam. La anfotericina B, por vía intravenosa, también es efectiva, así como la pendamidina. Cerca del 15% de los afectados se cura de forma espontánea.
Vacuna: no existe.
Malaria
500 millones de nuevos casos al año
Agente: un protozoo de la hembra del mosquito anofeles. Su propagación coincide con la estación de las lluvias y la existencia de aguas estancadas en las zonas en las que se aparea el insecto.
Síntomas: fiebre, temblores, dolor en las articulaciones, jaquecas y vómitos, además de anemia aguda que puede causar la muerte.
Población afectada: cada año infecta a unos 500 millones de personas y mata a un millón y medio. Cada 30 segundos muere un niño de malaria.
Localización: es endémica en 101 países, principalmente en las zonas tropicales de África, Asia y América.
Tratamiento de control: en los últimos veinte años han aparecido diversos medicamentos (mefloquina, halofantrina y derivados de la artemisia), pero no son del todo efectivos porque el parásito muta.
Vacuna: la que más promete es la ensayada en Mozambique por el equipo liderado por el médico Pedro Alonso, condecorado el año pasado con el Príncipe de Asturias. La fórmula podría registrarse en unos dos años y medio, si bien tendrá una eficacia parcial. Según el citado investigador, será otro fármaco de segunda, tercera o cuarta generación el que conseguirá controlar la malaria, junto con otros métodos preventivos que ya se utilizan actualmente. .
Gonorrea y sífilis
62 millones de afectados
Agente: el de la gonorrea es la bacteria Neisseria y el de la sífilis, la Espiroqueta treponema pallidum (TP). Ambas se transmiten durante la relación sexual.
Síntomas: en el hombre, la gonorrea se manifiesta por incontinencia urinaria, dolor en la uretra, enrojecimiento y escozor del pene e inflamación de los testículos. En las mujeres, dolores muy fuertes si llega a la matriz o a las trompas. En la sífilis aparece una lesión ulcerada (chancro sifilítico) en el lugar del contagio. Después hay erupciones en la piel, fiebre, pérdida de cabello, hepatitis leve y condilomas genitales.
Población afectada: uno de cada 687 habitantes del planeta se contagia anualmente de sífilis o gonorrea. Afecta más entre los 15 y los 29 años de edad.
Localización: se extienden por todo el planeta, sobre todo en zonas urbanas y de nivel socioeconómico inferior.
Tratamiento de control: antibióticos de nueva generación (ceftriazona, cefixima), muy potentes, pero también muy caros.
Vacuna: no existe.
Neumonía
3,5 millones de muertes al año
Agente: bacterias, virus, micoplasma o filtración del contenido gástrico en los pulmones durante los estados comatosos.
Síntomas: fiebre, escalofríos, sudoración, tos con expectoración, mucosa, dolor torácico, muscular y de cabeza, falta de apetito, debilidad y disnea.
Población afectada: es la principal causa de mortalidad planetaria. Mata a más de 3,5 millones de personas al año y afecta a una de cada cien. Se ceba en pacientes con inmunodepresión severa, en quienes reciben quimioterapia, en mayores de 75 años, asmáticos, grandes bebedores y fumadores, personas con insuficiencia renal y niños menores de dos años.
Localización: unida al sida, es el verdadero azote de los países más pobres.
Tratamiento de control: antibióticos, que se vuelven ineficaces cuando el agente es un virus. Otras medidas incluyen oxígeno, líquidos y fisioterapia.
Vacuna: el trimetropin–sulfametoxazol es muy eficaz para prevenir la neumocitis carnii, la complicación más frecuente.
Enfermedad del sueño
60 millones de afectados
Agente: los tripanosomas (protozoos) gambiense y rhodesiense, transmitidos por la mosca tse–tse (glossina spp.). La variante americana T. cruci es transmitida por insectos, como la chinche, que causan la enfermedad de chagas.
Síntomas: intoxicación del sistema nervioso central y el músculo cardiaco. Fiebre, edemas, somnolencia y meningitis.
Población afectada: de los 60 millones de habitantes sobre los que recae esta amenaza en todo el planeta solo 4 millones son atendidos. Mueren 150.000 personas al año por su causa. No hay cifras exactas sobre los casos mortales porque se confunde a menudo con el sida. Es mortal para el ganado, cuya fertilidad, peso y productividad reduce, lo que ocasiona graves pérdidas económicas. Localización: restringida al hábitat de las 22 especies de mosca tse–tse, configurado por más de 10 millones de km 2 en 36 países de África. La enfermedad de chagas existe en ciertas regiones de América central y del Sur.
Tratamiento de control: el DFMO, único fármaco eficaz, ya no se fabrica. Hoy se utiliza melarsoprol con arsénico, lo cual llega a producir la muerte de hasta un 10% de los pacientes. Se están erradicando con éxito las moscas en territorios como Zanzíbar con ayuda de la Técnica del Insecto Estéril (TIS), que consiste en reproducir artificialmente estos insectos y esterilizar a los machos con dosis débiles de radiaciones. Lanzados en las zonas infectadas matan a los machos salvajes y se aparean con las hembras, reduciendo así la población.
Vacuna: solo para el ganado portador.
Tuberculosis
8 millones de nuevos casos al año
Agente: el bacilo de Koch. Se contagia por el aire y afecta a todo el cuerpo, pero sobre todo a los pulmones.
Síntomas: tos prolongada, fiebre, temblores, expectoración sanguinolenta, fiebre, pérdida de peso, sudoración, fatiga y ojos brillantes.
Población afectada: un tercio de la población mundial. Cada año se producen 8 millones de nuevos casos. Cada segundo muere una persona por tuberculosis. Es más agresiva en las mujeres y en las personas de entre 15 y 45 años.
Localización: por todo el mundo, aunque su avance es más alarmante en Bangladesh, China, Indonesia, Filipinas, India y Pakistán.
Tratamiento de control: tiene cura, pero es difícil erradicarla dada la aparición de bacilos multirresistentes cuando se interrumpe el largo tratamiento –de más de seis meses–, algo muy normal en los países pobres. Entre el 3% y el 5% de los nuevos casos son atribuibles a la coinfección con el VIH. Hace dos años se aprobó en EE.UU. el primer medicamento nuevo en los últimos 25 años contra la tuberculosis, la rifapentina. En Suráfrica este fármaco se ha administrado con éxito junto a otros, como la isoniazida y el etambutol. Una nueva clase de medicamentos (nitroimidazopirenos) puede ayudar a controlarla, pero no estarán listos hasta dentro de 8 años.
Vacuna: eficaz en niños e inútil en adultos.
Sida
34 millones de afectados
Agente: el virus de inmunodeficiencia humana (VIH). Se contagia únicamente a través de la sangre, el semen y los fluidos vaginales.
Síntomas: se manifiesta lentamente y en fases sucesivas. Primero, con fatiga y fiebre. Luego aparecen inflamación de ganglios, diarreas persistentes y pérdida de peso. Si el sistema inmunitario se halla muy debilitado hay también neumonía. La fase final coincide con una profunda alteración del estado del paciente.
Población afectada: 34 millones de personas infectadas en el mundo. Cada minuto se contagian cinco personas. Desde 1981 ha causado más de 20 millones de muertos. Cerca de 600.000 niños mueren anualmente. Y el contagio no decrece.
Localización: en África hay 26 millones de afectados y en Europa occidental, medio millón. España es uno de los países más castigados de la Unión Europea, con una cifra que va de 120.000 a 200.000 enfermos. En Europa oriental y Asia central hay 270.000 afectados. En Asia oriental y el área del Pacífico, 560.000. En Australia y Nueva Zelanda, 12.000. En América, más de 2.600.000 casos, la mayoría en los países sudamericanos.
Tratamiento de control: el antirretroviral AZT es el primer fármaco contra la enfermedad: mejora la inmunidad, pero su precio es demasiado elevado para el 95% de los infectados. El tratamiento de un enfermo cuesta más de 6.000 euros anuales, aunque la cifra puede ascender a 18.000 euros. El virus resiste a los fármacos si se suspende el tratamiento. En el caso de las mujeres embarazadas, un tratamiento con AZT durante el segundo y el tercer trimestres del embarazo logra evitar la infección del niño.
Vacuna: No existe. La combinación de tres y hasta cuatro fármacos diferentes es una de las principales bazas para frenar la epidemia. En la actualidad un grupo de científicos españoles liderado por Teresa Gallard y Joseph María Gatell, responsable del equipo de Sida del Instituto de Investigaciones Biomédicas August Pi i Sunyer (Idibaps) del Hospital Clinic de Barcelona, realiza ensayos de la primera vacuna terapéutica contra el sida. De su éxito depende que los ya afectados puedan interrumpir el tratamiento con antirretrovirales de por vida.
Artículo de Gloria Garrido. Más allá de la ciencia nº240
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