Paquidermos
Los elefantes se parecen más a nosotros de lo que creemos. Son animales grandes, bastante inteligentes y con un órgano diseñado específicamente para manipular con delicadeza objetos de todo tipo: la trompa. Es longevo, crea vínculos familiares importantes e incluso realiza “funerales” rituales y sufre por la pérdida de sus seres queridos. Pero hay una diferencia fundamental entre el cuerpo de un elefante y el de los seres humanos: aquel parece jamás desarrollar cáncer.
Aunque no lo parezca, el cáncer es bastante común en la naturaleza. Muchas variedades domésticas, como perros y gatos, lo desarrollan con bastante frecuencia, y los animales silvestres tampoco se libran de sus consecuencias: las tortugas de carey, por ejemplo, suelen presentar síntomas de la enfermedad que en muchos casos las lleva a la muerte y las belugas del sistema del río St. Lawrence presentan el cáncer intestinal como la segunda causa más común de mortalidad.
Pero los elefantes parecen ser inmunes a la dolencia. Las causas de su inmunidad, por mucho tiempo un misterio, parecen haber sido develadas por un estudio de la Universidad de Utah dirigido por el Dr. Joshua Schiffman.
La paradoja de Peto
El interés en el estudio surgió tras el análisis del Dr. Schiffman en la llamada “Paradoja de Peto”. Propuesta en 1977 la paradoja analiza la siguiente cuestión: sabemos que casi todos los animales multicelulares pueden sufrir de cáncer, que se desarrolla por mutaciones de las células ocurridas durante la división. Dichas mutaciones generan un nuevo agente en el cuerpo que puede volver no funcionales algunos órganos e incluso dividirse, crecer y alimentarse a costa del huésped. Por lógica, entre más mutaciones más probabilidades de desarrollar cáncer y entre mayor número de células y más longevidad, mayor probabilidad de que ocurran estas mutaciones.
Esta teoría, aunque parecía sólida, mostraba serias falencias en el campo experimental donde quedaba claro que muchos de los animales más grandes y longevos, como ballenas y elefantes, presentaban bajísimas incidencias de cáncer. Esto vino a conocerse como la Paradoja de Peto.
Los problemas por la contaminación
En la actualidad una de las causas del aumento en la incidencia de cáncer en los animales salvajes parece estar relacionado con las sustancias tóxicas que los seres humanos vertemos al ambiente. En muchos casos estas sustancias han llevado a que porcentajes considerables de poblaciones animales, de hasta un 10%, hayan muerto a causa del cáncer. Sin embargo, los elefantes (y algunos mamíferos marinos) parecen inmunes a esto: ¿a qué puede deberse?
Los resultados del estudio
De acuerdo con el equipo del Dr. Schiffman la causa de la gran resistencia de los elefantes al cáncer está dada por la adquisición de hasta 40 alelos de genes de tipo p53 que existen única y exclusivamente con el objetivo de suprimir las células carcinógenas. Esto significa que, en general, los elefantes tendrían 20 copias del gen.
Los seres humanos, por su parte, apenas tenemos 1 copia del gen (dos alelos), lo que hace que nuestro sistema de defensa contra las mutaciones sea mucho menos eficiente que el de los elefantes. En el caso de algunas personas con un síndrome conocido como el de Li Fraumeni, dicha cantidad se reduce a la mitad (un único alelo).
El estudio demostró que las células del elefante se autodestruían cuando comenzaban a desarrollar mutaciones por agentes externos, como tóxicos o radiación. Las células humanas lo hacían a un ritmo mucho más lento, y quienes tenían el síndrome prácticamente no lo hacían. Pero lo que resulta más interesante: al inocular el gen en los ratones se obtuvo un efecto semejante.
Los animales grandes habrían desarrollado estas “salvaguardas” precisamente por ser mucho más proclives al cáncer y necesitar protección adicional. En el caso de los elefantes, su sistema es único y eficiente y podría ser una nueva esperanza en la lucha contra el cáncer en los seres humanos.
Fuente de imágenes: 1: lintvkhon.files.wordpress.com, 2: ichef-1.bbci.co.uk