De seguro, a todos nos ha sucedido que de repente, nos damos un toque eléctrico al rozar sin querer a una persona, al darle la mano o también sucede con los objetos. A veces es tan fuerte, que llega a doler un poco. Pero es más el susto y la impresión. El evento pasa, pero la duda queda: ¿por qué nos damos corrientazos con cosas y personas? Veamos:
De acuerdo con un médico experto en física, el doctor León Moncada, cuando nuestro cuerpo se humedece por algún motivo, como el sudor, o estar recién bañado, entre otras cosas, así como caminar descalzos, o permanecer mucho tiempo en el computador, serían la causa indiscutible de este fenómeno.
El experto señala que de cierta manera nos transformamos en un polo a tierra tanto de artefactos, como de otros seres humanos, pues las máquinas, los objetos, los carros, etc, buscan mecánicamente descargarse, pero al no hallar un modo directo, utilizan otros cuerpos con el fin de llegar a tierra.
Ya es un hecho para la ciencia, que el cuerpo de una persona tiene la capacidad asombrosa, de descargar, cargar y transferir energía eléctrica. Lo más interesante de todo esto, según el doctor Moncada, es que el organismo humano lo realiza empleando las corrientes estáticas desde un miliamperio, la misma intensidad que requiere una bombilla normal para encenderse.
De igual manera, se sabe que absolutamente todos los aparatos electromagnéticos, transfieren energía a los humanos. En tal efecto, cuando dos objetos o cuerpos se rozan y se genera un corrientazo, es porque se presentó un intercambio de protones y electrones, lo cual se traduce en que la energía eléctrica se traslada de una persona u objeto que acumularon carga estática, a alguien o algo que sirva como conductor.
El vestuario y los zapatos que se porten, influyen en gran medida. Algunos de los materiales retransmisores son la lana, el nylon, la goma, el cuero, los plásticos, el poliéster, materiales sintéticos, entre otros que causan una ionización en la piel y convierten a la persona en un conductor de electricidad.
De modo que cuando toca algo o a alguien, deviene este toque eléctrico junto con un pequeño chispazo de luz y un ruido característico de la corriente. Uno de los efectos inmediatos es que la piel se pone de gallina y los pelos se erizan.
Carga y descarga de electricidad
Todos los objetos y cuerpos se hallan constituidos por trillones de átomos, mismos que cuentan con electrones, protones y neutrones. En el caso de estos últimos, obran como energía neutra, a su vez que el electrón es la negativa y los protones corresponde a la carga positiva.
Se sabe perfectamente, que tanto el positivo como el negativo se atraen entre sí, pero las cargas iguales, como negativo con negativo, crean una fuerza repulsiva que los aleja.
Casi siempre, esas dos cargas contrarias se encuentran equilibradas en personas y objetos, pero cuando este estado se altera, entonces deviene la electricidad estática y los iones positivos con los negativos se acumulan en la parte superior de los cuerpos, hasta que se rocen con alguien o algo y se libere el chispazo.
La transferencia y el efecto de la fricción
Cuando se produce alguna fricción entre dos materiales, como por ejemplo al restregarse los pies en una alfombra, se genera un proceso en el que se transfieren algunos electrones, mismos que se van acumulando hasta que finalmente se dispersan. Eh ahí el punto cuando uno toca a otra persona y se le da un toque eléctrico, puesto que se está descargando la energía amontonada.
Y, ¿por qué se ponen los pelos de punta? Si alguien porta un sombrero o gorra en la cabeza, algunas veces al momento de quitárselo, se produce un intercambio electrónico entre el cabello y la prenda, pues los dos reúnen una considerable carga negativa. Es bien sabido en la física, que dos polos iguales se repelen y esta es la razón por la que los pelos se erizan.
En consecuencia, toda esa carga negativa reunida, ocasiona que los cabellos adopten una postura erguida y cada pelo alejado lo que más se pueda del otro. Los fenómenos de la electricidad son sorprendetes y aún faltan muchos por descubrir.
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