El Colapso de la Edad del Bronce
Pueblos del Mar
En nuestro último artículo de esta serie: Principales características de la Edad del Bronce, hablamos de los Pueblos del Mar: estos misteriosos guerreros que llegaron un día de la nada y acabaron con una de las civilizaciones más brillantes que ha conocido la Historia.
La Edad del Bronce, oficialmente, termina en torno al año 1.200 a.C., esto es, el año en el que los Pueblos del Mar consolidaron su avance, que llevaría al colapso de todas las sociedades organizadas a excepción de la egipcia, gracias a cuyo registro sabemos de la llegada de estos misteriosos invasores.
Como mencionamos en el artículo anterior, las minas de cobre y estaño están separadas unas de otras, y la necesidad de tener los dos materiales en el mismo lugar fue uno de los catalizadores del surgimiento de grandes imperios: era necesario tener el control de vastas rutas comerciales para poder construir las armas de bronce que garantizaban el dominio de los gobernantes sobre los vastos territorios que controlaban.
Y por esta razón, la finalización de la Edad del Bronce y la caída de los Imperios de Oriente Medio fue un evento catastrófico. No solo se perdió en un momento histórico gran parte del conocimiento y la estructura que sostenía las complejas sociedades del periodo, sino que se rompieron las rutas comerciales que sostenían la producción de Bronce. Aún Egipto, que sobrevivió a la catástrofe, se encontró en dificultades para obtener el estaño, y en las regiones de Mesopotamia, Anatolia y Grecia que quedaron destruidas, las nuevas ciudades no tenían acceso al material.
Y en este contexto, los herreros comenzaron a trabajar con un material que ya era conocido, pero que hasta entonces era poco usado: el hierro.
Hierro
Hablemos un poco del hierro.
Es un metal duro. Muy, muy duro. Y, excepción hecha de uno que otro meteorito, prácticamente no se encuentra en estado puro en la Tierra (contrario al cobre, que sí existe en bolitas).
Peor aún, el poco hierro meteórico que existe no puede trabajarse en frío, sino que requiere altas temperaturas. Y por esta razón, resulta mucho menos práctico.
En cambio, el cobre es maleable, se puede derretir en un horno no muy complejo para mezclarse con estaño, y el bronce resultante es un material de gran dureza y resistencia.
Y peor aún, el bronce es más resistente que el hierro. Sí, en la actualidad estamos acostumbrados al acero (que es hierro y carbón), pero en tiempos antiguos el acero no se conocía y el bronce era en cambio una aleación relativamente fácil de realizar.
A medida que los hornos de cobre fueron mejorando, los herreros comenzaron a notar las impurezas de hierro que quedaban sobre el cobre. Sería esta observación la que abriría la puerta a la creación de herramientas y armas de hierro, pero estas no eran preferidas sobre el bronce, mucho más duro.
Armadura griega de la Edad del Hierro, paradójicamente hecha de bronce
Y aquí llega uno de los principales malentendidos de la Historia: suele decirse que el hierro comenzó a usarse porque era mejor que el bronce, pero esto no es cierto. Hasta la invención de la Forja (en China en el 200 a.C., en Europa en el 800 d.C.), el hierro era en verdad más débil que el bronce. Los legionarios romanos eran dotados con espadas de hierro, sus superiores, con espadas de bronce. No, lo que hizo la diferencia fue que el hierro era barato, extremadamente fácil de conseguir y manipular (con hornos suficientemente calientes) y por lo tanto permitía armar a mucha mayor población a un costo mucho menor.
Colapso y reconstitución
Volvamos entonces al siglo XII a.C. La civilización, tal y se conocía, se tambalea. Pero los habitantes de las ciudades asoladas, que generalmente se refugian en las montañas o en los bosques, no han perdido mágicamente todo el conocimiento que tenían. Entre ellos se encuentran herreros, artesanos, campesinos, que cuando las cosas vuelven a la calma tratan de retornar a sus aldeas.
Pero los elementos con que antes trabajaban, ya no existen. Es en este contexto que la sociedad comienza a buscar nuevas fuentes, y los herreros recuerdan aquellos desechos ferrosos que antes desechaban, y comienzan a trabajar con ellos. Y se dan cuenta de algo: si las reservas de cobre son abundantes, las de hierro lo son mucho más. En múltiples lugares hay mineral de hierro, que se convertirá en el metal si se calienta a temperatura suficiente. Y para este periodo, ya se sabe cómo alcanzar estas temperaturas.
Es en este contexto que nace el hierro, como alternativa económica al colapso del bronce. Pero este colapso no durará mucho: para el siglo VIII a.C. ya los asirios marchan sobre Mesopotamia, creando el Imperio más grande jamás visto. Y es entonces cuando ocurrirá un descubrimiento fundamental:
Acero
Bueno, aquí la cosa se vuelve un poco nebulosa.
El acero, esencialmente, es hierro con carbón. En el pasado (o sea en la Edad de Bronce), las aleaciones de hierro más usadas tenían níquel, lo que las hacía muy resistentes… pero resulta que en estado natural el único hierro con estas características que puede conseguirse con facilidad viene de los meteoritos. Y, como se imaginarán, hierro meteórico no hay mucho.
Las armas de los Hoplitas griegos (lanza y espada) estaban hechas de hierro
Y cuando se extrae el hierro del mineral, es hierro mayoritariamente puro. Esto significa que es mucho más débil y se rompe más fácil. Pero hay una manera sencilla de endurecerlo: mezclarlo con carbón.
Pero hay un problema: el carbón se quema. Si se mezcla el hierro con carbón, la misma temperatura del hierro llevará a que el carbón se queme y evapore. Y el resultado final será el mismo.
¿Qué hacer entonces? Simple: evitar el contacto del hierro con el aire. Ya sea cubriéndolo de aceite, o enfriándolo rápidamente en agua, lo importante es garantizar que al menos una parte del carbón se quede en el material.
La tecnología para hacer esto de manera sistemática no se descubriría hasta siglos después, pero ya en este periodo comenzaron a notar que el hierro calentado y enfriado rápidamente era más duro. Y como resultado, se obtuvo un material que, aunque no tan duro como el bronce, era bastante bueno… y muchísimo más barato.
La Era del Hierro
Y fue entonces cuando las verdaderas consecuencias sociales del Hierro se hicieron visibles.
Si, Asiria (y posteriormente Persia) dominaron vastas regiones del Oriente Medio, pero en sus fronteras, pequeñas tribus y ciudades eran capaces de fabricar armas de igual calidad. Fue esta posibilidad la que abrió la puerta, por ejemplo, a que un puñado de Polis griegas resistiera el asedio del que seguramente era, en ese momento, el ejército más poderoso de la Historia. Y fue esta característica la que llevó a que la Edad de Hierro no estuviera tan caracterizada por Grandes Imperios (lo que los arqueólogos llaman la “economía del palacio”), sino por aldeas pequeñas y medianas compitiendo en más igualdad de condiciones.
Lamentablemente, los registros que nos quedan de este periodo no son muchos. De la Edad del Bronce tenemos las extensas escrituras asirias, hititas, sumerias, micénicas y egipcias que se han hallado a lo largo de los años. Pero tras el colapso del siglo XII a.C., muchas de estas se perdieron, y las que quedaron no documentaron con la misma precisión. Sabemos, por ejemplo, que la sociedad griega comenzó a reorganizarse en torno a pequeñas aldeas que se convertirían en las Polis del futuro, con una base democrática muy distinta a las teocracias del pasado.
En el Levante, comenzó la colonización de las mesetas centrales por pequeños grupos de pastores que se irían organizando en aldeas, y construirían eventualmente el Reino de Jerusalén. Entretanto, las costas fueron conquistadas por los filisteos. Ambos grupos se beneficiaron de una retirada egipcia del territorio, pues este había estado bajo control del Imperio por la mayor parte del Segundo Milenio a.C.
En Anatolia, los habitantes migraron a las costas, y construyeron ciudades-estado. Las grandes ciudades de la gloria Hitita eran cosa de la Historia, y jamás se repetirían. Ciudades de tamaño equivalente no volverían a aparecer en más de un milenio, y el idioma, que había sido uno de los más importantes de la Edad del Bronce, desapareció para siempre.
Solo dos imperios sobrevivieron: Egipto (gravemente debilitado) y Asiria. Tras dos siglos de recuperación, Asiria se lanzaría entonces a conquistar el mundo, construyendo así el Imperio Neo-Asirio, que duraría 300 años (911-605 a.C.). Pero las crónicas de estos dos imperios nos revelan mucho menos que las antiguas (y ricas) crónicas egipcias, hititas y babilonias.
Pero aún en medio del desconocimiento, está muy claro que la Edad del Hierro fue una especie de “reinicio”: una reconstitución de la sociedad bajo nuevas premisas, que llevó quizás a un resultado más… moderno. A fin de cuentas, nuestra civilización es heredera de la filosofía y el sistema político griegos (heredados, a su vez, de los asirios), y no cabe duda de que sería muy diferente si en cambio descendiera de las antiguas teocracias que desaparecieron en el siglo XII a.C.
Tradicionalmente, se estipula que la Edad del Hierro termina cuando comienza a documentarse la Historia, esto es, alrededor del siglo V a.C. en Grecia y el Medio Oriente, y unos siglos más tarde en el resto de Europa (aunque en regiones alejadas, como Escandinavia, esto tendría que esperar hasta el Siglo VIII d.C.).
Fuentes:
- https://en.wikipedia.org/wiki/Late_Bronze_Age_collapse#Southern_Levant
- https://en.wikipedia.org/wiki/Iron_Age#Ancient_Near_East
- https://www.quora.com/Why-did-the-bronze-age-come-before-the-iron-age-Bronze-is-a-complicated-alloy-Iron-is-1-simple-element-So-why-didnt-we-discover-its-use-first
- https://www.quora.com/When-did-the-Iron-Age-start
Imágenes: 1: doomsteaddiner.net, 2 y 3: sites.google.com, 4: gettyimages.com