Cuatro milenios antes de Jesucristo, la humanidad intentó clasificar y organizar todo el conocimiento que se había obtenido hasta el momento, en forma de un glosario temático. Esto ocurrió en Sumer. Seis siglos más tarde, en Ebla se repite el experimento, pero esta vez con un orden de signos bastante convencional.
Las “listas léxicas” fueron el resultado de esas dos aproximaciones a recopilar y organizar todo el saber tangible. Lo mismo sucedió en el Egipto primitivo, donde se hallaron otras listas temáticas similares y fueron denominadas como “protoenciclopedias”.
Cerca del año 1750, se sospecha que se redactó otro diccionario parecido, organizado por categoría de palabras y fue bautizado con el nombre de “la Onomástica del Ramesseum”. Otros seis siglos más tarde, surgió la “Onomástica de Amenofis”. Uno de los objetivos de esos egipcios antiguos con estos primeros ensayos de enciclopedias, era efectuar un catálogo sistemático del Universo.
En el diálogo ‘Timeo’, del gran ilustre Platón, el filósofo pretendió resumir todos los conocimientos de su tierra y época, en cuanto Física, Medicina, Astronomía y Cosmogonía. Su pupilo traidor, Aristóteles, también realizó múltiples esfuerzos por reunir una considerable cantidad de conocimientos de diferentes asuntos, como la Retórica, Política, Psicología, Ética, Biología, Poética y más.
Pero como siempre, hasta siglos más tarde es cuando se valora el trabajo de los genios, afortunadamente rescatado por el Islam, cultura que significó mucho para la historia de las enciclopedias. Por culpa de esa desvalorización y ceguedad de las épocas, los arduos trabajos de muchos filósofos y enciclopedistas, como Posidonio y Demócrito, se perdieron para siempre en el olvido. Quedaron sepultados por los años.
Por su parte, en la Roma antigua, Varrón se propuso llevar a cabo un compendio de la sabiduría, basado enfáticamente en la etimología de las palabras, por lo que su obra enciclopédica fue “las Etimologías”, constituida por 41 libros, con temas exclusivos de la Divinidad y las cuestiones humanas trascendentales. La obra desapareció.
Años después de Cristo, encontramos a Cornelio Celso quien produjo una enciclopedia con 26 tomos, donde se apreciaban las ciencias de la Guerra, la Filosofía, la Agricultura, el Derecho, la Mdicina y la Retórica.