Noveno: ‘Diles que no me maten’
Con el fin de vengarse de don Lupe Torreros, su compadre, quien se negó en facilitarle pasto para su ganado, Juvencio Nava lo asesinó. Pero al ser judicializado, se sale con la suya al comprar al juez y logra salir de la cárcel, pero dura 35 años como prófugo de la justicia.
Sólo hasta cuando tiene 60 años de edad, lo logran capturar, establecido en tierras distantes. Se cobra la venganza de la muerte de Lupe Torreros, y la efectúa nada más ni nada menos que el hijo del occiso, el coronel Torreros.
Décimo: ‘Luvina’
El relato es contado por un hombre que viajaba rumbo a Luvina. Narra sucesos trágicos ocurridos allí, pero esperaban encontrar un mejor futuro en ese lugar, puesto que ya había pasado lo peor. Sin embargo, ese pueblo era fantasmagórico y oscuro, lleno de sombras y dolor. Allí sólo residen ancianos decrépitos que se sumergen entre la miseria, apegados al territorio recordando a sus muertos y también porque no tenían más opción.
Undécimo: ‘La noche que lo dejaron solo’
Es la historia de otros revolucionarios: Feliciano Ruelas, sus tíos y Libardo. La escena se dibuja en los senderos de la Sierra, donde viajaban de noche para trabajar. Feliciano prefiere no caminar con el grupo, sino descansar esa noche para proseguir al día siguiente.
Pero grande fue su sorpresa al otro día, cuando continuó la marcha, pues se encontró con los cadáveres de sus tíos colgando de los árboles. Emitió un grito de terrible susto y su reacción fue salir corriendo despavorido, entre los pajonales.
Duodécimo: ‘Acuérdate’
Se relata la vida de don Urbano Gómez, el hijo de “la berenjena”, como le llamaban a su madre, porque se la pasaba de lío en lío pero salía de cada uno, en compañía de un joven muchacho. La hermana de la mujer se había casado con Nachito Rivera, un tipo que con el tiempo se volvió “menso” y ahora se la pasa tocando una mandolina desafinada, sin algún ritmo coherente.
Urbano fue expulsado de la escuela porque lo encontraron jugando al papá y a la mamá con su prima “la Arremangada”. Entonces su tío le propina una fuerte paliza y esto ocasiona que Urbano se vaya enfurecido del pueblo.
Con los años se vuelve policía y regresa a su pueblo natal, pero no quería entablar conversación con absolutamente nadie. Nachito en su estado demencial, fue a darle una serenata de mandolina desafinada a Urbano, pero éste lo mata de4spiadadamente. Por ende, tuvo que huir, pero no contó con suerte porque la gente indignada lo encontró y lo colgaron.
Decimotercero: ‘No oyes ladrar los perros’
Ignacio va herido de gravedad. La única forma de transportarlo para intentar salvarle la vida, fue que su padre lo cargara al lomo. Él se había convertido en un atracador de los caminos y por eso su padre no llevaba una relación armónica con él. No obstante, por el gran amor que le tuvo a su madre y al verlo agonizando, el padre decidió alzarlo y conducirlo hacia la parte superior de la montaña con el anhelo de hallar un galeno.
Pero el camino parecía interminable y no había aún rastros del pueblo. De tal manera que el padre de Ignacio se percata de que éste no pierda la conciencia y escuche el ladrido de los perros, pero el intento fracasó y su hijo murió agarrado a su cuello intentando oír a los canes.
Decimocuarto: ‘El día del derrumbe’
A diferencia de los otros cuentos con tinte trágico y sangriento, éste es más de índole cómica. Se había producido hacía tiempo, un terremoto en un pueblo. Entonces, en conmemoración a las víctimas y al suceso, se invitó al gobernador a las efemérides.
El político aprovechó la ocasión para captar seguidores, ya que su partido se hallaba en pésimas condiciones. Pero sus palabras discursivas dejaron entrever que el gobierno que representaba era podrido ciento por ciento y no le importaba el destino del pueblo. El final del cuento sí resultó desgraciado, puesto que se emborracharon exageradamente e iniciaron una balacera masiva.
Decimoquinto: ‘la herencia de Matilde Arcángel’
Matilde era la esposa de Euremio Cedillo. El día en que realizaban el bautismo de su pequeño, el caballo que la movilizaba se desbocó y la mató. Un gran rencor quedó en el corazón de Euremio hacia su hijo, porque lo culpa de haber llorado y así asustado a la bestia, que terminó con la vida de su amada.
Lo odiaba tanto que lo quería desheredar por completo y de ese modo, se encargó de malgastar sus propiedades y bienes en borracheras y vendiéndolo todo, para que no le quedara nada a su primogénito. El hijo también se llamaba Euremio y creció gracias a la colaboración y generosidad de buenas personas.
Euremio junior interpretaba la flauta y le gustaba hacerlo cuando su padre estaba borracho. En cierta ocasión, el joven se unió a un grupo de revolucionarios que pasaban y eso aumentó aún más la cólera de su padre, quien optó por aliarse al ejército y perseguir a su hijo. Luego éste encuentra a su padre muerto y lo carga en su caballo.
Decimosexto: ‘Anacleto Morones’
La historia se desarrolla con los personajes: Lucas Lucatero, Anacleto Morones y la vieja Francisca. Se presentan casos de incesto y adulterio. El mismo Lucatero embaraza a su propia hija.
Decimoséptimo: ‘Paso del norte’
Es el relato final de la obra de Rulfo. La historia es de una familia caída en desgracia, viviendo en la frontera. El padre del hogar pierde a su esposa y a su hija, quedándose solo con su hijo, con quien no mantenía una buena relación. El hijo intenta cruzar la frontera en busca de mejor vida, pero fracasó y de milagro sobrevivió.