Dentro de la Literatura clásica inglesa de postguerra, se conoce con el nombre de El señor de las moscas (Lord of the Flies, por su título en inglés) a la primera y más afama novela del escritor inglés William Golding, la cual fue publicada por primera vez en el año 1954, gracias al trabajo de la editorial Faber & Faber, Ttd. Por su parte, la primera edición en Español, ocurrió en 1975, a cargo de la casa Alianza Editorial S.A.
Sobre la obra
De acuerdo a lo que ha señalado la crítica, con respecto a esta novela perteneciente a la tradición literaria inglesa, la obra de Golding puede ser considerado todo un fenómeno editorial, puesto que el mismo año de su publicación, e incluso los años siguientes, sólo fue medianamente valorada por la Crítica, más no así por el público. Sin embargo, años más tarde, El señor de las moscas comenzó a ser un verdadero clásico, quizás debido a su promoción por parte del sistema educativo de Inglaterra, en donde comenzó a ser utilizado como parte de las lecturas obligadas de los años de educación básica.
La razón detrás de esta decisión, quizás estribe en que el Señor de las Moscas puede ser entendida como una nada optimista novela de iniciación, que muestra cómo la maldad humana, representada por la deidad cristiana Belcebú, está en todos los miembros de esta especie, incluso en aquello que se creen más inocentes: los niños y jóvenes. De esta forma, la novela plantea cómo las circunstancias adversas, la ambición y la falta de orientación pueden desviar la bondad humana.
Resumen sobre El señor de las moscas
En cuanto al contenido puntual de la obra de William Golding se puede decir que básicamente esta novela narra los hechos acontecidos en la vida de un grupo de niños, que habiendo sobrevivido a un accidente aéreo, en donde han muerto todos los adultos que los acompañaban, quedan a merced de la naturaleza en una isla desierta.
Al principio, el miedo los une, por lo que deciden organizarse y permanecer juntos, a fin de ideas de qué manera pueden sobrevivir, y sobre todo salir en algún momento de este territorio desconocido, para volver a casa. En este orden de ideas, terminan por alzarse como guías o líderes del grupo dos jóvenes, los cuales además son los mayores: Ralph y Piggy. El narrador cuenta cómo sucede esta ascensión a líderes del grupo, relatando cómo ambos muchachos han encontrado una caracola, la cual han hecho sonar, para llamar la atención del grupo de chicos, y poder hablarles, comunicándoles su opinión sobre las próximas acciones que debe seguir el grupo.
De hecho, en adelante, la caracola irá posicionándose dentro del grupo como símbolo de autoridad y liderazgo, puesto que su sonido sirve para convocar, llamar y comandar. Así también, el propio grupo decide que su líder debe ser Ralph, situación que cae muy mal desde el principio a uno de los jóvenes sobrevivientes: Jack, quien cree que por su fuerza está mucho más capacitado que Ralph para ejercer el papel de líder. Previendo esta situación, y ya envestido con su autoridad de líder, Ralph delega sobre Jack el puesto de líder del grupo encargado de cazar la comida de todos, argumentando como razón la fuerza de este.
Por su parte, este muchacho, es decir Ralph, convence también a los otros muchachos de que lo mejor es encender una gran hoguera, que además de mantenerlos calientes, pueda servir como señal a los navíos o aviones que pasen cerca a la isla, para que así puedan ser rescatados en algún momento. Para esto, los chicos se organizan, y usando los cristales de las gafas de Piggy, logran con los rayos solares encender un fuego. Así también disponen de turnos para cuidarlo, y lograr así que no se apague. De hecho, esta será una de las líneas más rígidas de Ralph: que el fuego no se apague nunca, pues significaría perder la posibilidad de ser rescatados.
Así comienza entonces la vida de estos chicos sobrevivientes en esta isla desconocida. Al principio bastante organizada y unida, situaciones que van desgastándose con el tiempo, conduciendo al caos. En este sentido, la novela comienza a narrar cómo empiezan a suceder situaciones tensas y agresivas, las cuales tienen su nacimiento precisamente en la rivalidad que siente Jack hacia Ralph, en quien ve un enemigo, al punto de comenzar a odiarlo. Aun cuando no lo expresa directamente, sí comienza a ser cada vez más insistente en sus críticas y menosprecio a la idea de este sobre la importancia de mantener la hoguera encendida.
Así también, Jack se burla siempre de la caracola que porta Ralph y su símbolo de liderazgo. Por el contrario, alardea e impulsa a su grupo a que cacen un jabalí salvaje, lo cual termina por convertirse casi en una cuestión de honor y una obsesión de poder, y que finalmente los cazadores logran realizar. En la medida en que el grupo comienza a dividirse como producto de estas rivalidades y diferencias, comienza también a aparecer el miedo en cada uno de los muchachos del grupo, puesto que cada vez circula entre ellos con mayor fuerza el rumor de que en la isla, además de ellos existe una terrible y malvada bestia.
De esta manera, de los rumores se pasa a los primeros avistamientos. Es así como una noche de guardia, Sam y Eric, quienes son hermanos gemelos logran ver a la temida bestia, la cual por un momento ha sido iluminada por las llamas de la hoguera que cuidan. Incluso, aterrorizados abandonan su misión de cuidar el fuego. Sin embargo, este suceso, lejos de paralizar a todo el grupo es lo que los hace decidirse por ir a investigar más de cerca qué o quién habita también en la isla.
Se organiza entonces una expedición, liderada por Ralph y su grupo, quienes parten también en compañía de Jack y los cazadores, hacia la montaña de la isla, a fin de dar con la temida bestia. Por su parte, Piggy recibe la misión de quedarse cerca del fuego, cuidándolo y cuidando a los chicos más pequeños. Sin embargo, esta expedición servirá para que la rivalidad entre Jack y Ralph crezca a cada paso.
Hacia el final del viaje, casi todos los chicos han decidido regresar al campamento base, quedando solos en la misión Ralph, Jack y un chico llamado Roger. Juntos llegan casi al anochecer a la montaña, lugar en donde logran ver por fin a la bestia. Sin embargo, es una visión tan aterradora que todos salen despavoridos. Ya un poco más calmados, Ralph manifiesta la necesidad de abandonar la idea de cazar a semejante ser, puesto que el peligro es real, y al fin y al cabo ellos apenas son unos niños, que tienen como armas lanzas que ellos mismos han fabricado con sus manos. Semejante descripción desata la ira de Jack, quien ve en esas palabras un total menosprecio hacia sus logros y autoridad.
Enceguecido por la ira, Jack convoca una asamblea, en la que pretende conducir al grupo a desconocer la autoridad de Ralph. Empero, al pedirles a todos que levanten la mano para destronar a Ralph de su liderazgo, luego de mostrarles cómo ha insultado a los cazadores, cuando él mismo es incapaz de cazar, se queda solo en su intención, pues nadie lo apoya, hecho que lo impulsa a retirarse humillado, pero no con ganas de detenerse en su odio hacia Ralph.
Sin embargo, Jack no pasa mucho tiempo solo, puesto que sus cazadores van tras él. Luego de una conversación, deciden que lo mejor será cazar otro jabalí. Ya con mucha más práctica logran cazar otro animal. Pero esta vez, impulsados por un sentimiento tribal, y a la vez místico, el grupo decide cortar la cabeza del jabalí, y clavarla con una estaca sobre un tronco, como ofrenda al terrorífico ser que habita la isla.
Posteriormente, la novela cuenta cómo Simón, un muchacho tímido y afectado por continuos desmayos, decide dar un paseo por la isla, para huir del público y no evidenciar uno de sus próximos ataques. El paseo lo hace llegar hasta el lugar en donde ha sido clavada la cabeza del jabalí, la cual ya se encuentra en estado de descomposición y en casa de miles de moscas. Entre el terror y el umbral que Simón vive, este muchacho experimenta una alucinación, en donde ve cómo la cabeza del jabalí le habla, identificándose como el Señor de las moscas, y mostrándole su burla ante la tonta idea de querer cazar a la bestia, siendo esta una criatura que en realidad está en todos lados.
Tal visión hace que Simón pierda el conocimiento. A la mañana siguiente, ya un poco más tranquilo decide caminar hacia la montaña en donde sus compañeros han visto a la bestia. Al llegar, y siendo de día, la luz le permite ver cómo lo que sus amigos creyeron la criatura, en realidad es el cadáver de un paracaidista, que es movido con la brisa, y que en la oscuridad puede pasar como una figura terrorífica. Decidido a compartir sus hallazgos y experiencia con los otros, decide regresar al grupo.
Sin embargo, en la isla está a punto de desatarse el caos. De esta manera, los cazadores han decidido establecerse como tribu, pintándose el cuerpo e invitando a todos los chicos que aún siguen bajo el mandato de Ralph a abandonar el fuego y unirse al nuevo grupo. A la invitación también asiste Ralph y Piggy, quienes no pueden creer la actitud de Jack y su grupo. En medio de la reunión comienza una fuerte lluvia, la cual desata también los instintos más primitivos de los cazadores, quienes comienzan un frenético baile. En medio de la locura, aparece Simón, pero los cazadores no ven en él a su antiguo compañero sino a la Bestia a la que deben cazar, por lo que se abalanzan sobre él, matándolo a golpes.
Al día siguiente, los cazadores siguen convencidos de que ese no era Simón, sino la bestia disfrazada. Por su parte, Ralph se ha quedado solo al cuidado de los más pequeños, pues casi todos han decidido pasarse al bando de Jack. Sin embargo, la culpa llena a este último grupo, aun cuando tratan de convencerse de que no pue su culpa. Al caer el día, la violencia volverá a alzarse cuando los guardianes de la hoguera son asaltados por sus antiguos compañeros: los cazadores, quienes se han acercado para robar las gafas de Piggy, y poder encender su propia hoguera, para así desentenderse de este grupo para siempre.
Sin embargo, el ataque produce que la hoguera de Ralph y su cada vez más pequeño grupo se extinga. Sin tener posibilidades de reanudarlo, creen que lo mejor es acercarse a la nueva tribu, liderada por Jack para tratar de hacerlos entrar en razón. Misión que por su puesto resulta imposible. Al final, Sam y Eric son tomados como prisioneros del grupo, mientras que Piggy es asesinado, al ser empujado por un precipicio. Por su parte, Ralph comienza a ser perseguido por el grupo, para ser igualmente ajusticiado.
Es así como comienza una persecución violenta hacia Ralph, la cual va dejando a su paso un voraz incendio, puesto que el grupo decidido totalmente a atrapar a quien ve como su principal enemigo ha convenido incendiar cada pedazo de jungla que pueda servir como escondite a este muchacho. Huyendo del terrible incendio, Ralph huye hacia la playa. Agotado se arrodilla en el suelo, cuando una visión lo sorprende: un marino de la guardia.
Desesperado, Ralph le cuenta cómo sus amigos han sido asesinados. Detrás de él aparece el frenético grupo, el cual se sorprende también de encontrar a este hombre en la playa. En un segundo, la alegría de la noticia de que volverán a casa, es rota por la comprensión inmediata de sus crímenes, y cómo fuera de esa isla deberán pagar por ellos.
Imagen: retrato de William Golding, autor de El señor de las moscas / Fuente: wikipedia.org