Richard Drake y su ecuación
La Ecuación de Drake
En 1961 Frank Drake, radioastrónomo y entonces presidente del Instituto SETI (Búsqueda de Inteligencia Extraterrestre, por sus siglas en inglés) propuso una fórmula que permitiría calcular el número de civilizaciones en el espacio que podrían hacer contacto con la humanidad. El ejercicio, más que brindar una respuesta definitiva a la eterna cuestión de nuestra civilización, buscaba ilustrar un poco el problema mostrándonos las variables que tendríamos que tener en cuenta para resolver esta cuestión.
Hablando en general, Drake propuso que la cantidad de civilizaciones que podrían hacer contacto con la nuestra estaba dada por los siguientes factores: el ritmo de formación de las estrellas “adecuadas”, la fracción de estrellas con planetas en su órbita, el número de planetas en la “zona habitable”, la fracción de estos planetas que han desarrollado vida, la fracción en los que esta vida derivó en vida inteligente y la duración promedio de una civilización capaz de comunicarse. Haciendo cálculos preliminares (con base en una información imprecisa y en ocasiones simplemente calculada casi al azar) Drake encontró que 10 civilizaciones podrían estar a nuestro alcance (en términos de capacidad de comunicarnos).
El experimento de Drake brindó un resultado interesante, pero fue (y con razón) muy cuestionado. Sus cálculos sobre la formación de estrellas y la existencia de planetas probaron posteriormente ser imprecisos (había sido demasiado optimista) y su cálculo de una duración promedio de 10.000 años para cada civilización era prácticamente imaginario: el caso de los seres humanos no nos permite hacer generalizaciones e incluso hoy no sabemos cuánto más durará nuestra sociedad.
KEPLER: Revisando la ecuación de Drake
Recientemente, en parte gracias a mejores herramientas de medición pero ante todo como consecuencia del alcance del Proyecto Kepler, sabemos muchísimo más de los términos desconocidos de la ecuación. La investigación sobre la producción de estrellas y los planetas habitables, por ejemplo, nos brinda hoy datos muchísimo más precisos.
Sin embargo, hay un dato que desconocemos y que no conoceremos hasta no explorar una gran parte de nuestra galaxia o quizás incluso del Universo conocido: la duración promedio de una civilización. Aquí, todo es elucubración.
Teniendo esto en cuenta, Adam Frank y Frank Sullivan (investigadores de la Universidad de Rochester) decidieron invertir la pregunta. En vez de trabajar con datos desconocidos comenzaron a calcular cuán rara debería ser la vida para garantizarnos que estamos solos en el Universo. Dado que no sabemos cuán probable es que una civilización avanzada surja de la vida en un planeta, los investigadores calcularon cuán rara debía ser para garantizarnos la soledad.
El número resultante es increíblemente bajo. De acuerdo con los datos que tenemos ahora, la vida inteligente tendría que ocurrir en menos de 1 de cada 10 mil millones de billones (1/1022) de planetas aptos para que no tuviésemos compañía. Una probabilidad infinitamente baja.
Por supuesto, esto no significa que la vida exista en nuestras cercanías (la probabilidad bien podría ser así de baja). Sin embargo, si en el futuro cercano descubrimos que otros planetas contienen trazas de vida (así sea microbiana) sabremos que las probabilidades son mayores a lo calculado y esto podría indicarnos que, necesariamente, hay alguien allá afuera.
Imágenes: 1: seti.org, 2: circuitoaleph.net