El llanto de la madre de Aakash Singh, primero de nuestra lista
Terminamos el episodio anterior con el triste escenario de miles de personas que sufren de albinismo y se ven obligadas a abandonar sus hogares y a refugiarse en las ciudades so pena de ser mutilados, torturados y asesinados para vender sus partes corporales como amuletos y trofeos.
En este episodio seguimos con la lista de dramáticos casos de sacrificio humano… en pleno siglo XXI (o XX).
Los Sacrificios
Aakash Singh
Volvemos a encontrarnos con un tétrico caso en el país de las especias. En esta ocasión fue Aakash Sing, un niño de apenas tres años.
En India, como ya hemos visto, la noción de un sacrificio humano está largamente extendida en las capas más vulnerables de la población y, en particular, en las aldeas del remoto norte que han sido completamente olvidadas por la modernización del país.
El suceso ocurrió en la aldea de Barha, en la remota provincia de Khurja, en Uttar Pradesh. Allí, una mujer llamada Sumitra Bushan llevaba un largo tiempo sufriendo de horribles pesadillas y sintiendo que el favor divino la había abandonado.
No tenía razones para suponer lo contrario. Su marido la había abandonado tiempo atrás, dejándola con deudas y obligada a una vida de servidumbre en las cercanas plantaciones de caña. Sus hijos eran considerados unos vagos y pese a tener 27 y 23 años hacían poco por mejorar la situación de su madre.
Hasta aquí, las cosas eran tolerables. Pero luego llegaron las pesadillas, acompañadas de terroríficas imágenes de la diosa Kali.
La mujer, desesperada, decidió acudir a un tántrico, uno de los tantos “hombres sagrados” que abundan en las regiones tradicionales de India y a quienes los campesinos siguen de manera ciega. Originalmente el hombre le recomendó sacrificar una gallina en la puerta de su casa y ofrecer su sangre y su cadáver a la diosa. Esto, aunque realizado al pie de la letra, no tuvo efecto alguno en las pesadillas.
Así, el tántrico le indicó que debía hacer un nuevo sacrificio… en este caso, un ser humano.
El 23 de febrero del año 2006 Sumitra, junto con sus dos hijos, secuestró al pequeño Aakash Singh, de apenas tres años y lo llevó a su hogar en donde fue mutilado y asesinado de manera horrible. De acuerdo con las declaraciones de los asesinos, le cortaron la nariz, la lengua y las manos y luego esperaron a que se desangrara.
Capturarlos fue sencillo. Siguiendo las indicaciones del tántrico, Sumitra había dejado el cuerpo en la puerta de su casa y clamó haberlo “encontrado” ahí. El hogar fue atacado y sus hijos, en medio del terror, confesaron. Ambos aseguraron que lo habían hecho únicamente para ayudar a su madre.
El hombre de los ladrillos de Bangladesh
No se sabe con exactitud el nombre o la procedencia de esta víctima, solo que trabajaba en una fábrica de ladrillos en Bangladesh. Una fábrica que estaba presentando problemas.
En las áreas rurales de Bangladesh los ladrillos rojos son muy apetecidos ya que se considera que esto indica su buena manufactura. Los trabajadores de esta fábrica en particular estaban preocupados porque pese a esforzarse en el proceso, los ladrillos no eran rojos.
Así, los dueños decidieron buscar la asesoría de un psíquico, quien les brindó una solución nada ortodoxa: realizar un sacrificio humano. Ni cortos ni perezosos, los hombres pusieron manos a la obra y 4 días después el cadáver de un trabajador aparecía en el lugar. Su cabeza había sido cocinada en uno de los hornos destinados a fabricar ladrillos.
Eventualmente los culpables fueron apresados y condenados por homicidio. Y los ladrillos siguen sin salir rojos. Parece ser que esta no era la solución.
Praveen
De nuevo un caso casi anónimo del que apenas conocemos el nombre de pila. Según algunas fuentes, habría ocurrido en la región india de Chhattisgarh, mientras que otras refieren la locación de Barpali.
El caso, de nuevo, está vinculado al misticismo hindú y a los supuestos beneficios divinos que podrían derivarse de un sacrificio humano. Todo comenzó cuando el místico hindú Dilip Rathia comenzó a recibir las visitas de una deidad hindú en sueños, una que le ofrecía un poder inimaginable.
Estos “poderes divinos” tenían, sin embargo, un precio: la cabeza de un niño. Rathia, sin dudar, decidió que valía la pena pagarlo. En el año 2012 el hombre secuestró y decapitó a un niño de 11 años llamado Praveen que vivía en su misma aldea. Ocultó cuidadosamente el cuerpo, pero permaneció con la cabeza, que ofreció a la deidad a la espera de su premio.
Lamentablemente para él, las cosas no fueron nada bien. La deidad no debió quedar contenta con su sacrificio, pues poco tiempo después la policía encontró el esqueleto decapitado de Praveen y no le fue muy difícil completar el rompecabezas. Al ingresar a la casa de Rathia encontraron la cabeza y al hombre no le quedó otra opción que confesar. Fue condenado a muerte.
Al final, parece ser que no obtuvo los poderes – o la buena suerte – que tanto buscaba.
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Fuente de imágenes: 1: news.bbc.co.uk, 2: newser.com, 3: toptenthailand.net