La princesa de Sierra Leona
Como muchos países africanos, hacia comienzos de los 1990’s Sierra Leona se encontraba en una situación delicada. Tras la independencia la situación económica del país había mejorado poco o nada mientras más y más personas caían en la pobreza y el gobierno era incapaz de manejar la situación. Pronto el país degeneró en una oleada de conflictos que pronto escalaron a una guerra civil.
Grupos guerrilleros miembros del Frente Revolucionario Unido, un grupo comunista empeñado en obtener el poder, realizaban atrocidades en las aldeas que respaldaban al poder central, mientras grupos del ejército (muchas veces sin el conocimiento del gobierno) hacían su parte en las regiones rebeldes. En aquel conflicto sin buenos ni malos el país se desangraba en Guerra Civil.
Y mientras tanto Sarah Culberson, princesa de Sierra Leona, crecía en un pequeño hogar en Los Ángeles, en Estados Unidos.
La historia de Sarah
Joseph Konia Kposowa era hijo del líder de la región de Bumpe en Sierra Leona y había pasado una temporada estudiando en los Estados Unidos. Fue allí donde se enamoró de una camarera con quien terminaría por tener un hijo, pero la situación de ambos no permitía tener en cuenta la opción de tenerlo, por lo que decidieron darlo en adopción. Así nació, en 1978, Sarah Culberson.
Sus padres, Jim y Judy Colberson, jamás le ocultaron que era adoptada, pero además de los nombres de sus padres poco podían decirle de ellos. Tras una primera pesquisa cuando apenas alcanzaba su adolescencia se enteró de que su madre había muerto y la desilusión hizo que no volviera a pensar en el asunto por más de una década.
Pero en el 2004 volvió a pensar en el asunto. El apellido de su padre, Kpsowa, parecía bastante peculiar y no le fue difícil rastrearlo. Pronto dio con uno de sus tíos, residente en los Estados Unidos, quien le reveló una verdad que la dejaría anonadada:
“¿Sabías que eres una princesa?”
A partir de ese momento, su vida cambiaría para siempre.
En Sierra Leona
Sarah visitó los restos del cacicazgo de su abuelo en diciembre de 2004. Se encontró con una población que reconstruía sus hogares luego de que el fuego de la guerra les hubiese arrebatado todo, pero que tenía esperanza en el futuro. Con gran esfuerzo los pobladores habían reconstruido la escuela lo mejor que pudieron y más de 200 niños recibían clases con la esperanza de generar un cambio en el futuro.
Sin embargo, las cicatrices de la guerra no habían terminado de sanar. Miles de habitantes de la región habían perecido ante las balas y otros muchos cargaban con sus cicatrices. La Escuela del pueblo, construida por el abuelo y símbolo de la región, había sido destruida hasta los cimientos.
Sarah sabía que no podía hacer mucho por ellos. Pese a la calurosa bienvenida que le brindaron, para bien o para mal, ella pertenecía a otro mundo. Sin embargo, pronto comenzó a considerar que las cosas no podían quedar sencillamente así.
La Fundación
Fue entonces cuando consideró aprovechar su historia para generar publicidad y conseguir dinero para reconstruir la escuela, construir un hospital y ayudar al bienestar de la población. En 2005 fundó la Fundación Kposowa y en 2007 la convirtió en una ONG que hasta el momento ha llevado miles de dólares en forma de obras y suministros para su aldea. Puede que no parezca más que un grano de arena, pero ha representado muchísimo para su familia perdida.
Sarah jamás se convirtió en la Princesa que podría haber sido, pero al menos no perdió contacto con su gente y se comprometió con su bienestar. Es un ejemplo de bondad, pequeño, pero que brinda esperanza.
Fuente de imágenes: 1: riversidehypnosisgroup.com, 2: wvliving.com