El ascenso al Himalaya, aunque coronado de gloria, está lleno de peligros
Hielo en las Altas Cumbres
Pocas regiones en la Tierra combinan de manera tan majestuosa la inmensidad de las montañas y los gélidos vientos de las tierras nevadas como la cordillera del Himalaya. Solo los Andes Americanos compiten en majestuosidad, pero incluso sus magníficas cumbres palidecen ante la inmensidad de las montañas de Asia Central.
Formados por el choque de la Placa de India con la Placa Euroasiática, la gigantesca cordillera hace parte de un sistema más amplio denominado Sistema de los Himalayas que incluye además a las cordilleras de Karakórum e Hindú Kush, así como a otras cordilleras menores. En sus cumbres se encuentran los glaciares más grandes que no tengan orígenes polares y el Everest, el punto más alto sobre la Tierra.
En las faldas y mesetas del Himalaya viven, desde hace miles de años, sociedades verdaderamente interesantes que hicieron de las altas cumbres su hogar. Y son ellos, en primer lugar, quienes nos cuentan las extrañas cosas que suceden allí donde la nieve reina suprema sobre los demás elementos.
Muerte al descampado
Uno de los mayores temores de los sherpas es la posibilidad de perecer, como lo han hecho miles antes que ellos, en medio de las nieves. Al morir allí, afirman ellos, sus espíritus jamás podrán descansar y se verán obligados a vagar en medio de los gélidos vientos por el resto de la eternidad.
Estas criaturas, despojadas de lo que algún día las hizo humanas, vagan en la búsqueda de una persona a la cual puedan manipular, doblegar e incluso poseer. En las aldeas rurales de Nepal, cuando un familiar se tarda en llegar de inmediato sus parientes comienzan a rezar y pedir para que no se encuentre con una de estas entidades.
No se sabe si la llegada de los medios de comunicación a esta región del mundo habrán tenido algo que ver, pero en cualquier caso lo cierto es que con la popularización del montañismo y la llegada de cada vez más aventureros este tipo de apariciones comenzaron a aumentar. Los relatos de los montañistas y de los propios habitantes de la región resultan curiosos y hacen dudar de la posibilidad de que todos aquellos que murieron allí sigan en espíritu habitando en medio de las nieves.
Jullie Tullis antes de su trágica muerte
Algunas historias
Muchos de los relatos de los montañistas hablan de sombras elusivas que se mueven entre las ventiscas y de voces que llaman de los abismos. Sin embargo, de vez en cuando las historias son más… objetivas, e involucran aparatos tecnológicos de cuyo funcionamiento no tenemos duda alguna.
En las últimas dos décadas han ocurrido varios de estos casos. Uno de ellos – quizás el más famoso – ocurrió cuando la escaladora polaca Wanda Rutkiewicz pereció ascendiendo al monte Kanchenjunga. Algunos días después de su desaparición, Ewa Matuszewska (una amiga cercana) recibió una llamada a su teléfono en Polonia en la que una angustiada Wanda le repetía que sentía mucho frío y que no se preocupara (y otras afirmaciones contradictorias). Evidentemente, resultaba desde cualquier medio imposible llamar a Polonia de Nepal.
Otro caso interesante ocurrió cuando un grupo de montañistas (encabezados por Thor Kieser y Scott Fisher) recibió una llamada a la radio en la que se repetía insistentemente “Campamento 4 a la base, ¿me oyen?”. La voz era de una mujer británica, pero todos sabían que aquel día no había nadie en el campamento 4, algo que una posterior revisión demostró.
Así, la historia pronto se vinculó con otra: la de la muerte de la montañista Jullie Tullis en las cercanías de dicho campamento al caer de su ascenso al monte K2. Hasta el día de hoy, el cuerpo de la mujer jamás se ha recuperado.
Imágenes: 1: mundoesotericoparanormal.com, 2: evolutionclimbing.co.uk