Quizás lo más conveniente, antes de abordar una explicación sobre el significado, usos y demás aspectos morfológicos del sufijo –acho, sea revisar de forma breve algunas definiciones, que permitirán entender este morfema, en su contexto lingüístico preciso.
Definiciones fundamentales
En este sentido, puede que también resulte prudente delimitar este revisión teórica en tres nociones específicas: en primer lugar, la propia definición de Sufijos, pues esto permitirá tener clara la naturaleza del morfema al cual pertenece la partícula –acho. Así mismo, será necesario tener en cuenta las definiciones de sufijos peyorativos y sufijos aumentativos, por ser los tipos en donde la secuencia lingüística se encuentra clasificada. A continuación, cada uno de ellos:
Los sufijos
De esta manera, se comenzará por decir entonces que los sufijos han sido identificados por la Lingüística como uno de los cinco afijos que se pueden encontrar en las Lenguas naturales. Así mismo, esta disciplina los ha descrito como secuencias lingüísticas o morfemas tónicos, que se unen a la palabra de forma posterior, conformando una nueva forma lingüística, y teniendo incluso la capacidad de variar la categoría gramatical de la palabra a la que se unen.
Por otro lado, la Lingüística señala que en los sufijos pueden ser reconocidas dos funciones morfológicas específicas: la primera, relacionada con la Flexión, en donde el sufijo se une a un lexema o palabra para constituir algunas de las formas que esta adquiere según sus respectivos accidentes gramaticales; la segunda, de tipo derivativo, pues el sufijo se une al lexema, creando una nueva palabra que goza tanto de independencia semántica –así mantenga cierta relación de sentido con aquella que le ha dado origen- como independencia gramatical.
Sufijos peyorativos
En cuanto a los sufijos peyorativos –conocidos también como sufijos despectivos- la Lingüística señala que estos pueden ser definidos como morfemas tónicos de tipo derivativo, los cuales cumplen con la función de anexarse a la palabra o lexema, creando una nueva forma, que además de señalar o referirse a una entidad específica, lleva plasmada en ella la opinión negativa que tiene el hablante frente a esta.
Sin embargo, el uso de estos sufijos dependerá de cada comunidad lingüística, pues puede existir alguno, como por ejemplo el sufijo –anga, con el cual se forma la palabra fritanga que además de su carga peyorativa pueda haberse lexicalizado como una palabra con otras connotaciones, como por ejemplo la fritanga colombiana, en donde esta palabra se ha convertido en el nombre de un plato típico, perdiendo toda carga despectiva.
Sufijos aumentativos
En otro orden de ideas, también se hace necesario traer a capítulo la definición de Sufijos aumentativos, los cuales serán a su vez explicados por la Lingüística como aquellos sufijos o morfemas tónicos de tipo derivativo, que se unen a un lexema o palabra, conformando una nueva palabra, en donde el hablante también imprime su percepción sobre el gran tamaño que posee la entidad a la cual hace referencia.
No obstante, en el caso de los sufijos aumentativos debe tomarse también en consideración los usos que tienen en cada comunidad lingüística, puesto que además de referir a un gran tamaño físico, puede servir para expresar el gran tamaño moral o estima que tiene el hablante respecto a una entidad. Así mismo, en otros casos pueden servir como elemento de exageración, por medio del cual el hablante se vale de su creatividad para impresionar a su interlocutor.
Sufijo –acho
Teniendo presente estas definiciones, es probable entonces que ciertamente sea mucho más sencillo captar el concepto lingüístico del sufijo –acho, el cual es identificado como un sufijo o morfema tónico de tipo derivativo. Sin embargo, la Lingüística señala que este sufijo puede ser clasificado en dos clases de sufijos derivativos:
Como sufijo despectivo
En primer lugar, la sufijo –acho puede desempeñar el papel de un sufijo derivativo despectivo o peyorativo, sirviendo entonces para unirse a una palabra, a fin de crear una nueva forma lingüística, en la cual el hablante pueda plasmar el desprecio que siente hacia la entidad a la cual refiere. Algunos ejemplos de este uso pueden ser los siguientes:
Populacho (forma despectiva de referirse al pueblo o un sector de este)
Poblacho (forma negativa despectiva de señalar una población)
Amigacho (manera despectiva de nombrar o señalar la amistad de un tercero)
Libracho (forma peyorativo de referirse a un libro)
Como sufijo aumentativo
De igual forma, la Lingüística señala que el sufijo –acho también puede ser clasificado como un sufijo derivativo aumentativo, es decir que sirve para imprimir en la nueva palabra la opinión que tiene el hablante sobre el tamaño o valor moral de la entidad, la cual considera grande. Entre los ejemplos del uso de este sufijo en este sentido, se encuentran los que se muestran seguidamente:
Vivaracho (persona que se destaca por su gran vivacidad o astucia)
Hombraracho (hombre de gran tamaño o fuerza, también puede significar un gran hombre en sentido moral)
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