El Pensante

Tejiendo relatos. Vanidad, por Luiselis

Imagen 1. Tejiendo relatos. Vanidad, por Luiselis

VANIDAD

Siempre fui hermosa, perfecta, elegante, pero quería más, quería ser más hermosa, incluso más que la diosa Afrodita. Los días pasaban y mi cuerpo y rostro envejecían, hice todo para detener el tiempo; cremas costosas, cirugías en cada extremo de mi cuerpo, inyecciones en mi rostro. Pero el tiempo seguía…

Un día cuando intentaba cubrirme una cana vi por la ventana a una mujer hermosa y elegante, que me miraba con la intención de que la siguiera. Me peiné lo más rápido que pude y me coloque mi mejor traje para intentar superar a las costosas y elegante prendas de piel que ella llevaba. Al salir intente llevarle el paso lento y tan grácil que todos los hombres la miraban con deseo y las mujeres con recelo. Continué siguiendo a la hermosa pero misteriosa mujer hasta llegar a un callejón en el cual había una puerta vieja y desgastada ¿Qué hacia una mujer tan perfecta en un lugar como este?

–      Si quieres entrar hazlo, si quieres ser como yo sígueme y si quieres saber mi secreto compruébalo.-  Dijo la extraña mujer desde adentro.

Con paso firme cruce la puerta y quede impactada. Un piso de mármol tan limpio que miraba mi reflejo, paredes con decorados en piedras preciosas y muebles de caoba; pero lo más increíble fueron la hermosas estatuas, cada una de épocas diferentes.

–      Toma asiento y veremos. Lo que tu deseas es la inmortalidad de una diosa, la elegancia de la realeza, la belleza de un ángel… y el atrevimiento, lujuria y soberbia de un demonio…

–      Sí, todo eso es lo que deseo, dime tu secreto no me importa el costo o el precio daré lo que sea…

–      ¿Lo que sea? ¿Darías todo para ser igual que yo y ser mi misma imagen?

Asentí varias veces y a continuación tomo mis manos con una fuerza increíble y me tiro al suelo y tomando mi cara en sus manos que se convertían en garras, sus ojos azules se volvían brillantes y su piel se volvió tan fría como el hielo. Entonces con un rápido movimiento mordió mi cuello y me sentí cada vez más débil y fría, mis músculos se endurecieron y mi piel se volvió cada vez más y más blanca, cuando terminó me levantó y me enderezó, estaba rígida y petrificada. Cuando la vi quede impactada, la mujer ahora era más hermosa, su rostro estaba más joven, su cabello más largo y perfecto y su cuerpo mas voluptuoso.

–      No te pongas triste, ahora somos hermosas y estamos inmortalizadas para siempre.- dijo una estatua de una joven hermosa al parecer una chica de la época griega.

–     No importa el precio, ser hermosas y admiradas es lo más importante, sin contar la elegancia.- dijo otra mujer con traje de bailarina.

Y así ocurrió… me quede allí quieta, fría, muda y dura viendo a partir de varios años como esa mujer traía a jóvenes hermosas con la promesa de la belleza siendo ella la ganadora, pero valía la pena, ahora estaba inmortalizada, con la belleza de un ángel y la frialdad de un demonio, para siempre, siempre, siempre…

Relato cedido a Tejiendo el Mundo por Luiselis Mavarez.

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