Evolución de los animales
A lo largo de más de 500 millones de años los animales han estado evolucionando con el propósito de volverse más eficientes a la hora de engendrar descendencia fértil que a su vez genere nuevos descendientes. Este es el motor del cambio que hemos visto.
Sin embargo, la Evolución también tiene algunos caprichos, pues una vez un grupo de animales desarrolla una serie de características “base”, le será muy difícil modificarlas. Un excelente ejemplo para ilustrar esto son los insectos.
Estos pequeños animales son increíblemente exitosos y se caracterizan por un esqueleto externo de una sustancia dura y un sistema respiratorio simple. Dadas las características que tienen (un tamaño pequeño), este modelo les funciona a la perfección.
Pero si un día desaparecieran de un plumazo todos los animales grandes de la tierra, estas características impedirían que los insectos “tomaran el relevo”. Ni su esqueleto ni su sistema respiratorio les permite crecer a grandes tamaños: sólo en un mundo con más oxígeno podrán alcanzar mayores tamaños, y en cualquier caso la diferencia no sería mucha (si acaso, alcanzar el tamaño de un gato doméstico). Muchos otros animales, mejor preparados, podrían aprovechar el espacio y comenzar a crecer mientras los insectos siguen siendo pequeños.
Dicho de otra manera, una vez un grupo de animales toma un camino evolutivo, le será muy difícil desprenderse de él y “adoptar” otras innovaciones (en este caso, por ejemplo, los pulmones complejos de los vertebrados) para adaptarse a un nuevo ambiente.
Los saurópodos
Popularmente conocidos como cuello – largo, los saurópodos son los animales terrestres más grandes que han existido. En promedio, los más grandes de entre ellos casi triplican el peso de los mayores dinosaurios no saurópodos y mamíferos. Y no fue únicamente uno, fueron prácticamente todos: el saurópodo más pequeño del que tenemos registro es similar en tamaño al actual rinoceronte.
Pero ¿por qué se hicieron tan grandes? Los mayores dinosaurios no saurópodos se asemejan mucho en tamaño a los mayores mamíferos terrestres de la Historia: por ejemplo, un Paraceratherium, el mayor mamífero, podría compararse con los mayores dinosaurios no saurópodos, lo que nos indica que este parece ser el límite efectivo de tamaño que pueden alcanzar. Los saurópodos no sólo superaron ese límite, lo hicieron con muchísima ventaja. Y al igual que en el ejemplo anterior, varias especies alcanzaron la cota de las 70 – 80 toneladas, lo que parece indicar que este era el máximo tamaño que podían alcanzar. ¿Por qué crecieron tanto?
Esta pregunta ha rondado por décadas la mente de los paleontólogos, quienes han realizado bastantes análisis con el objetivo de determinar qué hizo diferentes a los saurópodos. Gracias al impresionante aumento de nuestro conocimiento sobre estos animales en las últimas décadas, parece ser que ya tenemos los motivos que llevaron al surgimiento de estos gigantes.
Una serie de eventos afortunados
No fue una sola causa. Fue más bien la coincidencia entre varias características favorables lo que permitió que los saurópodos alcanzaran grandes tamaños. Veamos cuáles fueron:
Respiración y huesos
Los mamíferos respiramos con los pulmones. Las aves, curiosamente, también lo hacen con los huesos. Estos animales desarrollaron “huesos huecos” llenos de aire, que no sólo disminuyen el peso de sus huesos sino que les permiten almacenar y absorber mucho más oxígeno. En general, el sistema respiratorio de las aves es más eficiente que el de los mamíferos.
Y este mismo sistema lo tenían los saurópodos que comparten un antecesor con las aves.
Esto les permitía dos cosas: en primer lugar, aprovechar al máximo el oxígeno. En segundo lugar, disminuir su peso y sostenerlo en gran parte en huesos “huecos”, cuya estructura era resistente pero mucho más liviana que la de un mamífero de tamaño semejante.
Sin embargo, otros dinosaurios no fueron capaces de crecer tanto pese a tener las mismas características. ¿Qué más factores hacían falta?
El modo de alimentación
Los saurópodos no masticaban. Contrario a otros animales, incluyendo mamíferos y otros dinosaurios herbívoros, digerían su alimento por completo en su tracto digestivo. Usando piedras y la lenta fermentación, esto les permitía tragar las hojas completamente enteras.
Aquí ya entra en juego una variable diferente: el animal no solo puede crecer más, sino que tiene que crecer más. Para poder digerir vastas cantidades de alimento, requiere de un gigantesco tracto digestivo capaz de procesar miles de kilogramos diarios de alimento. Un animal pequeño, que no mastique, no es eficiente.
Esto explicaría por qué incluso los saurópodos más pequeños eran gigantes.
Cabeza pequeña, cuello largo
Todos los factores anteriores pesan, y seguramente si uno de ellos hubiese fallado los saurópodos no habrían sido tan grandes. Sin embargo, parece ser que el papel más importante lo tuvo la cabeza.
Ya mencionamos que los saurópodos no masticaban. Esto les permitió, al contrario que a otros dinosaurios y a los mamíferos, desarrollar una cabeza muy pequeña en relación a su cuerpo.
Este parece haber sido el elemento fundamental en la ecuación. Al no masticar, podían tener cabezas más pequeñas y cuerpos más grandes. Al ser su cabeza pequeña, podían tener cuellos más largos. Al tener cuellos más largos, eran capaces de comer mucho sin moverse de un lugar, disminuyendo sus necesidades motoras, lo que permitía aumentar aún más su tamaño.
Esto, a su vez, les permitía procesar más los alimentos y alargar más su cuello. Es un bucle que se retroalimenta.
Así que ahí lo tienen. Por esta razón los saurópodos y nadie más se han convertido en verdaderos monstruos, titanes únicos que fueron muy exitosos y luego desaparecieron para jamás volver.
Fuente de imágenes: 1: upload.wikimedia.org, 2: ucmp.berkeley.edu, 3: dinosaurios.org