Siempre hemos visto imágenes de los amplios y coloridos campos de tulipanes que pueblan las tierras holandesas, pero muchos desconocen que hace unos siglos, un único y simple tulipán podía valer una inmensa fortuna. A este curioso fenómeno se le llamó “Tulipomanía”.
El tulipán es una flor originaria de Asia central, cuyo nombre significa “turbante”, pueden tener entre 30 y60 cmy es una planta bastante resistente, pero la historia de esta flor cambió para siempre cuando en 1593, un profesor de botánica, que cuidaba los jardines del emperador Maximiliano I, llamado Carolus Clusius, cuyo verdadero nombre era Charles de l’Ecluse, introdujo en Holanda los primeros tulipanes que el mismo trajo desde Turquía, donde tenían gran simbolismo y adornaban los trajes de los sultanes, para aportar un toque exótico al recién creado jardín botánico de Holanda..
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Carolus Clusius
Esta flor creó rápidamente un gran interés entre las clases sociales pudientes, que eran al fin y al cabo los que visitaban el jardín, y Carolus cultivó de manera privada, variedades exóticas que florecían con facilidad en el arenoso terreno holandés ganado al mar. Pero robaron su jardín llevándose varios bulbos y poco a poco el tulipán se esparció por todo el territorio.
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Mientras la mayoría de la población despreciaba la nueva planta al no ser medicinal, no tener un olor agradable y solo florecer un par de semanas al año, los jardineros de los nobles la plantaban en sus jardines por su exotismo, y los pintores comenzaron a pintarla en miles de lienzos desatando toda una moda.
Una moda que en solo unos pocos años se convirtió en fiebre y en la famosa “Tulipomanía”, un periodo de euforia especulativa de masas, tal vez el primero de la historia, en la que el precio del tulipán alcanzó niveles descomunales, lo que provocó una espectacular burbuja económica y finalmente una igualmente espectacular crisis financiera que dejó a Holanda al borde de la quiebra.
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¿Pero como es posible que unos tulipanes produjeran esta locura colectiva?.
El tulipán comenzó a convertirse en un símbolo de status social, y las habituales flores de un solo color dieron paso a otros de varios colores que aumentaban su rareza y por consiguiente su precio. Los horticultores se desvivían por conseguir las tonalidades de colores más extraños sin éxito (hasta hace poco no se ha sabido que el responsable de esa tonalidad es un simple pulgón), así que esos bulbos de varias tonalidades comenzaron a alcanzar precios desorbitados, e incluso llevar nombres de personajes ilustres
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En 1620 comienzan las primeras transacciones comerciales desorbitadas de bulbos. Algunos ricos cambian sus mansiones, caballos o grandes posesiones por un solo bulbo. Para hacernos una idea de esta locura, en 1623 el precio de una variedad original estaba sobre los 1.000 florines holandeses, el sueldo de 15 años de un artesano, que solía ganar 150 florines al año.
En 1635 hay datos que registran la venta de 40 bulbos por 100.000 florines, ( un cerdo costaba 40 y una tonelada de mantequilla 100) .
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Esta fiebre por el tulipán se extendió a todas clases sociales, ya que muchas familias invirtieron todo cuanto tenían en el negocio, vendiendo incluso sus propias casas para comprar bulbos con los que supuestamente ganar dinero, bulbos que muchas veces ni siquiera pasaban por sus manos, y que al final el comprador y el vendedor no veían físicamente, ya que por la rapidez con la que las flores cambiaban de manos, la venta se realizaba sobre un papel o nota de crédito, a veces sobre bulbos que no había sido recolectados, y variando el precio entre el vendedor y el comprador final mas de un 500%, este tipo de venta era conocida como “venta al aire”, y realizada sobre todo en tabernas
Gráfica que muestra el precio del tulipán en un año.
Otras veces, las flores simplemente no existían, ya que el catalogo sobre el que compraban eran dibujos de acuarelas con flores que muchas veces el artista había inventado para hacer el dibujo.
En 1636, la peste asoló el país, diezmando la población, y subiendo los precios más. Este mismo año el negocio entra en bolsa, y un año después, los propios comerciantes piden al gobierno que se regule este comercio, incluso que se prohíba para frenar una locura que estaba amenazando la economía del país.
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Semper Augustus
En 1637, esa locura alcanzó su cenit cuando un solo bulbo de la variedad, “Semper Augustus”, se cotizó a la increíble cifra de 6.000 florines
Un historiador de la época cuenta como un marinero hambriento confundió uno de estos bulbos con una cebolla y se lo comió. Ese fatal error que le costó seis meses de cárcel al ser denunciado por el noble que había pagado por esa “extraña cebolla” 3.000 florines.
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El 5 de febrero de 1637, un centenar de tulipanes se vendieron por una fortuna, 90.000 florines, pero esa sería la última venta, al día siguiente, como por arte de magia, la gran burbuja explotó y en el mercado no se vendió ningún lote, y los vendedores alarmados bajaron el precio, pero ya era tarde, miles de fortunas se habían desvanecido, todas clases sociales resultaron afectadas, el pánico cundió y la economía holandesa quedó en quiebra.
Los holandeses sin embargo cambiaron el rumbo del mercado y comenzaron a exportar fuera de sus fronteras la flor que tantas alegrías y quebraderos de cabezas les habían dado, y comenzaron a recuperarse convirtiéndose en el principal exportador mundial de flores, y saneando así su maltrecha economía, de hecho hoy en día se siguen cultivando miles de hectáreas de esta colorida y simbólica flor.
Fuentes:
https://es.wikipedia.org/wiki/Tulipoman%C3%ADa