Yacouba en una entrevista
Los peligros del Sahara
Seguramente todos conocemos el icónico desierto del Sahara, que ocupa toda la región del norte de África y separa las costas del norte, mediterráneas, del sur tropical. Las arenas del Sahara han alimentado leyendas por milenios y han sido hogar de innumerables sociedades nómadas.
Pero al sur y al norte del desierto la civilización ha logrado arrebatarle al Sahara trozos de tierra para sembrar y construir: tanto en el Mediterráneo como en las sabanas del sur se han constituido sociedades complejas en permanente guerra con el desierto.
En el siglo XX la situación de África empeoró mucho. Un aumento en las medidas sanitarias hizo que más niños sobrevivieran a la infancia, generando dinámicas de crecimiento poblacional acelerado sin que el país estuviera preparado. El uso excesivo de recursos, la creación de cultivos de plantación y la llegada de empresas extranjeras, entre otros, fueron factores que redujeron mucho las regiones silvestres del continente y comenzaron a romper los ciclos ecológicos.
Así como todos conocemos el Sahara, pocos sabemos realmente qué países hacen parte de la región. Uno de los menos conocidos, en la frontera entre el desierto y la selva, es Burkina Faso. El pequeño país es extremadamente pobre y está compuesto ante todo por sabanas, que por décadas han ido perdiendo terreno frente a un desierto que parecía imparable. Palmo a palmo las arenas del Sahara iban engullendo las tierras fértiles que otrora dieran cobijo a miles de pobladores. Día tras día la catástrofe parecía más inminente.
Pero un hombre decidió plantarse ante el desierto. Considerado por años como un loco, el hombre trabajó incesantemente para domar al monstruo, para que las arenas del norte dejaran de amenazar la vida de su gente. Hoy es prácticamente un héroe en su país y ha demostrado que no hay lucha perdida y que es posible ganar una guerra, incluso cuando se trata de un solo hombre contra el gigantesco monstruo del desierto.
La historia de Yacouba
Yacouba nació en algún momento de los 1960’s y fue enviado a una escuela religiosa (musulmana) en la que no había alimento suficiente para todos los niños. Pese a crecer entre el hambre, nada lo había preparado para la grave sequía de 1974 en la que miles de personas murieron y centenares de miles abandonaron la región. Yacouba, sin embargo, decidió quedarse.
Junto con Mathieu Ouédraogo, su compañero en la lucha contra el desierto, comenzaron a aplicar los conocimientos tradicionales en la búsqueda de técnicas para devolverle la tierra a los campesinos. El principal problema era que la sequía había destruido los cultivos y el exceso de pastoreo había acabado con los pastos, haciendo que las regiones comenzaran rápidamente a desertificarse. Una vez comenzaba el proceso se retroalimentaba, convirtiéndose en un círculo vicioso que llevaba a su vez al abandono de la nueva frontera.
Era necesario encontrar una manera de revertir el proceso. ¿Pero cómo?
Un tradicional sistema africano
Normalmente una solución de este tipo involucra una millonaria investigación y la aplicación a gran escala de un método. Yacouba y su compañero no tenían el tiempo, el dinero o la capacidad de hacer algo así, y tampoco los tenía Burkina Faso. No, el sistema tenía que hacerse desde lo pequeño, paso a paso.
Fue así que comenzaron a revisar algunas tradiciones ancestrales de esta región de África. Dos de ellas fueron las más importantes:
Les Cordones Pierreux
Los “Cordones de piedras”, como podríamos llamarlos en español, son un sistema bastante simple que consiste en construir una serie de hileras de pequeños pedruscos tratando de que no queden espacios entre ellos.
Uno de los problemas de las sabanas de Burkina Faso es que están muy asentadas, lo que hace que la lluvia “pase” sobre ellas sin apenas hidratarlas. El sobrepastoreo aumenta este problema, que tiene como consecuencia que en la estación húmeda la tierra siga relativamente seca para erosionarse unos meses más adelante.
Un ejemplo del uso de cordones pierreux
El sistema de cordones busca evitar que esto suceda creando barreras naturales para el agua lluvia. Al hacer que el agua se empoce por unos minutos más se permite que la tierra se humedezca, disminuyendo también su dureza y haciendo que a futuro más agua pueda penetrarla. Es un sistema que se va retroalimentando.
Agujeros Zaï
Al igual que los cordones, los llamados “Agujeros Zaï” tienen el propósito de guardar agua en su interior. Originalmente consistían en una serie de pequeños hoyos cavados uno al lado del otro junto a las semillas plantadas: estos hoyos harían que la humedad penetrara a profundidad y la planta no corriera peligro durante sus primeras semanas de vida.
Un ejemplo de Agujeros Zaï
Yacouba modificó ligeramente el funcionamiento de los agujeros. Comenzó a hacerlos mucho más grandes y a llenarlos de materia en descomposición y de estiércol para darle a la planta, además, una fuente de nutrientes. Su tenaz trabajo se vio recompensado cuando notó que las plantas crecían sanas incluso en la sequía, pues su invención tuvo un efecto inesperado: las termitas.
La madera que ponía en los agujeros atraía colonias de estos animales, cuyos túneles subterráneos ablandaban más la tierra y capturaban la humedad. De nuevo, se trató de un sistema muy efectivo que pronto reponía los suelos dañados.
El legado de Yacouba
Hace 5 años se presentó el documental “El Hombre que Detuvo al Desierto”, en el que Yacouba, orgulloso, mostraba los bosques y cultivos que ha realizado. Su sistema pronto fue adoptado por decenas de campesinos a los que él mismo enseñó y se calcula que centenares de miles de vidas se han salvado gracias a este sistema que ha dado un hogar a un número igual de campesinos.
Cuando comenzó a realizar sus agujeros en un suelo árido y duro muchos lo tomaron por loco. Hoy puede decir con orgullo que triunfó y demostró que las cosas sí pueden hacerse. Es un héroe para Burkina Faso.
Fuente de imágenes: 1: blog.grinbuzz.com, 2: doutchiorsay.fr, 3: donalclancy.files.wordpress.com