El Pensante

Antigua sequía destruyó los imperios en Egipto y Mesopotamia

Imagen 1. Antigua sequía destruyó los imperios en Egipto y Mesopotamia

El Antiguo Imperio Egipcio pereció ante la terrible sequía

Historia Antigua

De acuerdo con las evidencias actuales, las primeras civilizaciones surgieron en Mesopotamia hace algunos 6 o 7 mil años, aprovechando la posibilidad de utilizar las crecidas del Tigris y el Éufrates para la agricultura. No mucho tiempo después nació, en la tierra de los faraones, la magnífica civilización egipcia.

Por aquellos tiempos – y por causas que no comprendemos – en las regiones del valle del Indo y de las tierras del río Amarillo, en China, también comenzaron a aparecer poblaciones complejas, estructuras monumentales y gobernantes todopoderosos. Esto, que parece apoyar la teoría que indica una influencia externa en el desarrollo de la civilización, no es de nuestro interés en este artículo… como sí lo es el abrupto final de esta “primera” civilización.

Concentrémonos en Mesopotamia. Luego del surgimiento de las primeras ciudades, por milenios la región se convirtió en una zona de Guerra en la que unas ciudades se enfrentaban a otras por el dominio. Pese a ello, se consiguieron periodos importantes de paz y estabilidad y se construyeron los magníficos logros de aquella antigua civilización, los cuales tendrían un abrupto final en torno año 2.200 a.C.

La era de la catástrofe

Ya mencionamos en este portal el misterio de los “Pueblos del Mar” y la caída, como si de un juego de dominó se tratase, de prácticamente todos los grandes imperios en la región que va de Turquía a Egipto, pasando por el Golfo Pérsico. Viéndolo retrospectivamente, se trata de un colapso espectacular, de la muerte de una civilización y su reemplazo con otra civilización que, además, tardaría siglos en recuperarse.

Algo semejante ocurrió a finales del tercer milenio a.C. Las entonces gloriosas sociedades del Tigris y el Éufrates, del Nilo, del Indo e incluso del Río Amarillo se tambalearon de un momento a otro: sus reyes no fueron capaces de mantener el dominio y eventualmente colapsaron. Por siglos, tierras que habían visto surgir poderosos imperios se convirtieron en campos yermos, capaces de sostener una diminuta población y vulnerables a los ataques de los nómadas de la montaña o el desierto.

Las evidencias se han recolectado a lo largo y ancho del mundo: en Egipto, Mesopotamia, India, China e incluso en España. En las riveras del Nilo, por ejemplo, los investigadores se dedicaron a analizar muestras de polen (algunas de hasta 7.000 años de antigüedad) con las que hicieron un “calendario” del tiempo que mostraba una sequía impresionante en torno a aquellos siglos nefastos. En el Indo, al estudio del polen se le sumó el de las conchas de caracol (en las que se calculaba la presencia de isótopos específicos del oxígeno) de un lago alimentado por los monzones que llegó a secarse como consecuencia de la falta de agua. En Mesopotamia, los relatos hablan de una sequía que duró 100 años.

Imagen 2. Antigua sequía destruyó los imperios en Egipto y Mesopotamia

La ciudad de Uruk también colapsó, junto con muchas otras en Mesopotamia

Agua

El agua es fundamental para los seres humanos y las civilizaciones que construye: lo era hace 4 milenios y lo sigue siendo hoy. En aquel entonces, una sequía de poco más de un siglo se convirtió en el detonante de una catástrofe seguramente sin precedentes… al menos desde la gigantesca explosión volcánica de Toba.

Los hallazgos de los arqueólogos nos hacen preguntarnos: ¿podríamos hoy los seres humanos sobrevivir un evento semejante? Muy seguramente sí. ¿Podría hacerlo la civilización de la que hacemos parte?

Es dudoso. Dependemos demasiado de la disponibilidad de agua barata para cubrir nuestras necesidades… y nuestros caprichos. No hemos garantizado la supervivencia de nuestra sociedad… y el clima cambia rápidamente.

Bien se podría decir que estamos en peligro.

Fuente de imágenes: 1: dailymail.co.uk, 2: kenney-mencher.com