De las extinciones
En este portal ya hemos hablado extensivamente del tema de las extinciones masivas. Nos guste o no, nuestro planeta se caracteriza por presentar, cada cierto periodo de tiempo, catástrofes que llevan a una práctica destrucción del mundo: a la desaparición de un abultado porcentaje de los seres vivos y su sustitución con nuevos jugadores. Aunque sea una manera cruel de llamar la evolución, también es cierto que las extinciones son las que le abren el paso a un nuevo grupo de animales capaces de reconquistar el mundo y de evolucionar a formas nuevas de las que no se tenía registro anteriormente.
Sin embargo, además de las grandes extinciones ha habido una innumerable cantidad de lo que podríamos llamar “pequeños eventos”, de sucesos que destruyen una parte considerable de la diversidad biológica pero que difícilmente podríamos catalogar como extinciones masivas, pues sobreviven más especies de las que mueren. El más reciente de estos sucesos ocurrió en el Eoceno, hace unos 34 millones de años, y llevó a la extinción de muchísimas especies de mamíferos, aves y reptiles.
Estos episodios que podríamos llamar “extinciones menores” se presentan cada 20 o 30 millones de años y siempre se pensó que se debían a causas internas e incluso biológicas – por ejemplo, la excesiva especialización en muchas especies –. Sin embargo, recientemente dos científicos han comenzado a proponer una causa externa: puntualmente hablando el impacto de objetos extraterrestres.
La Hipótesis Shiva
Los investigadores en cuestión son Michael Rampino, Geólogo de la Universidad de Nueva York, y Ken Caldeira, quien en el Instituto Carnegie se encarga de investigar sobre la atmósfera. Ambos profesionales han realizado un análisis de las extinciones en las que vinculan estos sucesos casi que invariablemente con el impacto de un objeto espacial, sea este un asteroide o un cometa.
El análisis, realizado para los últimos 260 millones de años, revela que las extinciones tienen una periodicidad de +/- 26 años, es decir, que este es el tiempo promedio entre dos de ellas, y han correlacionado estos datos con la ruta de la Tierra y el Sistema Solar dentro de nuestra Galaxia. Las conclusiones, cuanto menos, son interesantes:
De acuerdo con los científicos, cada 26 años la tierra entra en una región conocida como el “plano medio” de la galaxia, en donde la gravedad solar llega hasta la distante Nube de Oort (hogar de miles, si no millones, de cometas) desviando muchos de sus órbitas y dirigiéndolos hacia el Sistema Solar. Esto, aunque no es garantía de un impacto, parece aumentar las probabilidades al punto que casi todos los periodos han ido acompañados de uno de estos sucesos.
Y adivinaron bien, en este momento nos encontramos en el periodo de cercanía al Plano Medio (ruta que hemos estado recorriendo desde hace unos 2 millones de años), por lo que las probabilidades de que ocurra un impacto aumentan año tras año. Seguramente tardaremos varios millones de años en salir de allí, y hasta entonces estaremos en constante peligro.
Pero hay que ver las verdaderas consecuencias de un impacto. El hecho de que las peores extinciones se hayan debido a causas al menos parcialmente terrestres indica que por sí mismo un impacto no es garantía de catástrofe, y nuestra tecnología actual posiblemente nos permita detectar un cuerpo y limitar parcial o totalmente las consecuencias de un choque con la tierra. Por esta razón, puede que salgamos indemnes de este periodo, pero debemos estar atentos a lo que ocurre sobre nuestras cabezas, allá en el espacio sideral.
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