Mani (Hamadan, c. 25 de abril de 215 d.C – Imperio sasánida, c. 26 de febrero del 277 d.C). Científico, Matemático, Pintor, Geógrafo, Astrónomo, Médico, Músico, Profeta y líder religioso de origen persa, reconocido como el fundador de la antigua religión del Maniqueísmo, que se difundió en principio a través del Imperio romano y Sasánida, llegando en la Edad Media a practicarse en Asia Central, China y el mundo islámico hasta bien entrado el siglo XVII.
No existen evidencias concretas de que sea profesada hoy en día. No obstante, en su momento llegó a ser seguida por cientos de personas, entre las que se encuentran personajes históricos como San Agustín de Hipona o de la nobleza de distintas regiones, como Zenobia, la reina de Palmira, razón por la cual Mani es catalogado también como una de las personas más influyentes de la Historia.
Vida temprana
De su vida personal se conocen pocos datos concretos. La fuente principal sobre los sucesos de su vida corresponde a antiguos textos de los historiadores de origen árabe, Shahrastâni y an-Nadîm, descubiertos durante el siglo XX, así como los textos coptos, hallados en Medinet Mâdi, durante 1930. Según estos documentos, Mani habría nacido aproximadamente el 25 de abril del año 215 d.C en Hamadam, una provincia de Media, país ubicado al norte de Babilonia.
Fue nombrado Mani, cuyo significado es “joya”. Su padre, también de origen persa, se llamaba Patek y pertenecía a una secta, denominada almughtasila, la cual practicaba el ascetismo y el bautismo. Por su parte su madre formaba parte de la familia Kamsaragan, quienes estaban emparentados con la nobleza de los partos.
Revelación y comienzo de su Misión
Mani creció en su ciudad natal y hablaba una antigua forma de arameo oriental. Según la tradición, cuando cumplió doce años tuvo visión divina, en la que se le presentó un ángel, que algunas fuentes citan como “el gemelo”, mientras que otras nombran Al-Taum. A la luz de esta creencia, este ser angélico se le volvió a presentar a los veinticinco años, para terminar de transmitirle los conocimientos que lo prepararían para su tarea como Profeta, a fin de que anunciara y predicara la nueva religión. Después de la segunda visita del ángel, Mani asumió una nueva forma de vida, la cual tenía como base el ascetismo.
Hacia el año 241 d.C, Mani comenzó a predicar la nueva religión a través de Persia, Asorestán, Media, Mesena y en el reino de los Partos. Se cree que llegó incluso a viajar a la India, probablemente a Turan y Sind. A su regreso fue recibido por el rey Shapur I, quien le acogió en su corte por treinta años, en los cuales Mani logró predicar sus enseñanzas, plasmar sus enseñanzas en escrituras, formar a sus discípulos, organizar su Iglesia y enviar sus misioneros a ambas partes del mundo.
Maniqueísmo
Esta nueva religión planteaba un dualismo radical entre el bien y el mal como base del universo. Así mismo partía de la creencia de que el alma humana pertenecía a Dios, mientras que el cuerpo al demonio. No obstante, el maniqueísmo niega la propia responsabilidad sobre el mal humano, por considerarlo producto del mal y no de la voluntad del individuo.
Para esta fe, el mal era indestructible, por lo cual la única forma de salvación y de alcanzar la luz es huir de las tinieblas, evitando todo aquello que nos lleve a ellas. En este sentido, el cuerpo, como vehículo para acercarse al mal, es negado. El hombre debe practicar un estricto ascetismo, absteniéndose de tener relaciones sexuales, comer carne, buscar el placer, así mismo debe evitar la violencia y orar al menos cuatro veces al día.
Así mismo, existen distintos tipos de seguidores del maniqueísmo. Por un lado se encuentran los Elegidos (electi) quienes practicaban el celibato y el vegetarianismo, y dedicaban su vida a la oración permanente. De acuerdo a la creencia maniquea, al morir alcanzaban de inmediato la Luz. Por otra parte, estaban los Oyentes (auditores) quienes podían casarse, aunque se les recomendaban no tener descendencia. Igualmente debían ayunar una vez a la semana y servir a los elegidos. Al morir, los auditores reencarnaban en elegidos, para terminar su camino hacia la luz, y ya no tener la necesidad de reencarnarse nuevamente.
En algún momento de su predicación, Mani llegó a declararse como el mesías prometido del Nuevo Testamento, nombrando a Set, Noé, Abraham, Platón, Buda y Jesús, entre otros, como sus antecesores y a él mismo como el Sello de los Profetas, quien había venido a darles la religión definitiva a los hombres. Sus misioneros emprendieron viajes por Persia, Siria, Palestina y Egipto.
Igualmente, aprovecharon la Ruta de la Seda, para predicar la nueva fe, la cual fue adoptada por muchos, por su carácter universalista. A partir del siglo III comenzó a practicarse en varias regiones como Babilonia, el Imperio Sasánida, en varias partes del Imperio romano, en incluso China, por lo que no es de extrañar que las fuentes maniqueas estén escritas en múltiples idiomas como griego, latín, persa, chino, parto, copto, etc.
Años finales
En el año 272, el rey Shapur I falleció, siendo sucedido por su hijo Hormizd I, quien era amigo de Mani, y quien le brindó su apoyo. No obstante, solo dos años después de ser coronado murió, abriéndole el camino a su hermano Brahrâm I, quien era enemigo de los cultos extranjeros y quería instaurar nuevamente la religión de Zoroastro. Este nuevo soberano encarceló a Mani en Gundêshâhpur, donde por su orden fue asesinado, probalmente el 26 de febrero del 277 d.C, a la edad de 62 años, aunque no se tienen indicios claros de cómo fue ejecutado. Según algunas fuentes su cabeza fue colgada en una de las puertas de la ciudad, y sus seguidores fueron perseguidos.
Fuente de imagen: taringa.net