El concepto es simple: el vehículo tiene un tanque alargado en la base capaz de almacenar hidrógeno a una presión de 350 bares. En teoría este hidrógeno sería suficiente para que el automóvil funcione por casi 500 kilómetros. El motor consiste en una “célula de gasolina” (construida por una asociación entre BMW y Toyota) que se alimenta del hidrógeno y a su vez provee de potencia a un motor eléctrico que es el que realmente mueve al vehículo.

Los problemas y posibilidades del hidrógeno

El automóvil no es muy potente: tarda cerca de 6 segundos en alcanzar una velocidad de 100 km/h. Así mismo, se calcula que su precio podría superar los 100 mil dólares, una cantidad demasiado alta para casi cualquier mercado. Sin embargo, las nuevas tecnologías están abaratando sus partes y es posible que en unos años tengamos autos de hidrógeno disponibles para todos los países.

A quienes no conozcan el funcionamiento del hidrógeno combustible, es bastante sencillo: el hidrógeno, al someterse a una chispa, se mezcla con el oxígeno generando agua. Es decir, se trata de un proceso que no produce una pizca de contaminación, sencillamente vapor de agua que luego se precipitará en forma de lluvia. El problema es que extraer hidrógeno del agua (por un proceso conocido como hidrólisis) es costoso, al igual que almacenarlo.

Sin embargo, si esta tecnología prospera podríamos tener, por primera vez en la historia, una fuente de energía completamente libre de contaminación y fácil de transportar (al menos, tan fácil como el gas natural). ¿Crees que eventualmente veremos carros de hidrógeno rodar por las ciudades? ¿O los intereses del petróleo son demasiado grandes?

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