La muerte se viste de verde
Para todo artista no hay mayor logro que encontrar una galería que exponga sus obras y, en Tulcán, Ecuador, hay una sala de exposiciones de 8 hectáreas en que cualquiera soñaría exponer.
Azael Franco fue la primera persona que tuvo la suerte de convertirse en expositor de este museo natural «El cementerio municipal de Tulcán«. Allí llegó en 1936 a ocupar el cargo de Jefe de Parques del Municipio, esto sucedía cuatro años después de que éste se fundara para reemplazar el viejo panteón de la loma de Santiago que en el terremoto de 1923 devolviera sus muertos a la superficie.
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Fundado en terrenos que pertenecieron a la niña Sara Espindola al noreste de la ciudad, en donde cumpliese con la norma general de la época que exigía que ellos estuviesen fuera de las zonas pobladas para evitar epidemias; su característica fundamental son sus tierras calcáreas que favorecen el cultivo del ciprés, material fundamental para las esculturas y lo que le da una vida útil a las obras de aproximadamente 500 años; en un espacio que combina estilos: árabe con arcos de medio punto, bordes, ranuras, palmas y palmetas; columnas y líneas egipcias y finalmente el francés esculpido en la serie de figurillas.
La obra inspirada en la historia y cultura de los pueblos refleja el pensamiento de Federico González Suárez, Jijón y Caamaño, Max Hula, y otros se encuentra conformada por mascarones, cariátides, monolitos, ollas, cuencos, vasijas, estatuas y animales que representan el imperio Inca.
También se hace presente el arte precolombino con figuras de la cultura San Agustín de Colombia, La cultura Valdivia, las Islas Galápagos, cuya fauna típica adorna varias avenidas de este parque cementerio.
Dentro del campo santo se ha hecho una división de los parques internos por nombre, así la primera parte al ingreso se denomina “Altar de Dios (1936)” trabajada en ciprés ornamental y de cuyo mantenimiento siempre se ha ocupado la familia Franco, en cabeza inicialmente don Azael y luego de su muerte su lugar fue ocupado por su hijo Benigno.
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La parte posterior conformada por dos jardines laterales denominada “Parque de los Recuerdos (1987)” elaborada en ciprés maderable de su mantenimiento se ocupa el señor Lucio Reina quien llegó a trabajar en el cementerio en 1966.
En la actualidad se está trabajando sobre una tercera etapa que contempla 4 hectáreas.
En un universo de paradojas una de las más grandes contradicciones es que precisamente el árbol de la vida sea el símbolo de la morada de la muerte en casi todas las culturas y es precisamente la representación de la vida en medio del mundo de los muertos lo que hizo que este bello lugar fuese declarado Patrimonio Cultural de la Nación el 28 de mayo de 1984, y el 23 de agosto del mismo año se denominó tanto al cementerio como a sus parques interiores sitio natural de interés turístico nacional.
La primera figura realizada por Azaél Franco se denomina “Camino al Cielo” y se encuentra ubicada en la parte frontal izquierda del lugar.
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