El fuego es uno de los elementos más devastadores de la naturaleza y, cuando se produce un incendio, puede arrasar lo que encuentre a su paso; sin embargo, por más fuerza que tenga suele ser controlado en días.
Pero ese no es el caso de Centralia, una pequeña ciudad del condado de Columbia, en Pensilvania que está en llamas hace más de medio siglo.
Desde el año 1841 ya existía con el nombre de Centreville, pero en 1865 cambió su nombre a Centralia y su actividad económica principal fue, desde entonces, la minería y la explotación del carbón hasta 1982.
Sin embargo, aquello que dio trabajo y sustento a cientos de personas por tantos años, terminó también por convertirse en una maldición cuando en 1962 se advirtió la presencia de un incendio en un botadero de basuras que se había abierto justo en una de las minas de carbón abandonadas, mismo que se extendió por las minas circundantes.
Varias personas trataron de controlar el incendio, pero no fue posible y el mismo continuó durante la década de los 70 y 80. A pesar de que para entonces el fuego continuaba, aproximadamente 1000 personas se mantenían en la pequeña municipalidad de Centralia, aunque buena parte tenía afecciones a causa del monóxido de carbono.
A partir de entonces las personas comenzaron a evacuar el sitio en forma masiva y, de acuerdo al censo de Estados Unidos del año 2010, en Centralia sólo quedaban 10 personas.
En la actualidad la ciudad, tal como fue conocida tiempo atrás, ya no existe y sólo quedan las ruinas inhabitadas, pero bajo sus cimientos continúa el carbón de las minas abandonadas ardiendo en forma implacable como testigo silencioso de los vestigios que, como si se tratara de un Silent Hill de la vida real, evocan la escena más patética, sólo que en el caso de Centralia, se estima que hay carbón para que siga ardiendo por lapso de unos 250 años más.
Fuente de imagen: pixabay.com