Esta tecnología ya comenzó a probarse en humanos, primero “curando” el defecto genético de un grupo de embriones y más adelante experimentando con la curación de un individuo aquejado de una enfermedad genética. Por ahora, no sabemos cómo salió el tratamiento.

Sin embargo, un grupo de científicos alertó recientemente sobre la tecnología, afirmando que es demasiado potente y podría ser peligroso usarla en espacios no controlados.

Los peligros potenciales

Sin embargo, un reciente análisis que involucró simulaciones en computador reveló que el poder de esta tecnología podría ser muy superior a lo esperado. La diferencia fundamental con la genética “normal” este que estos genes están diseñados específicamente para modificar copias “normales” de sí mismos, por lo que mientras una modificación genética ordinaria se mantiene relegada a una parte de la población, esto podría alcanzar la práctica totalidad de la misma en cuestión de generaciones.

Esto significa que una liberación accidental o una consecuencia inesperada serían catastróficas, pues revertirlas se convertiría en una tarea prácticamente imposible. Por lo general, cuando se trata de cuestiones relacionadas con el ambiente o la gestión de ecosistemas, tomar decisiones irreversibles es una receta perfecta para la catástrofe.

Supongamos por ejemplo que se libera un gen que aniquila el mosquito que transmite la malaria. Supongamos que se descubre, indirectamente, que la población de larvas alimentaba las larvas de libélula, animal que a su vez se comía la mosca tsé tsé. Bien, ya no hay malaria, y ahora hay una epidemia de la enfermedad del sueño.

Escenarios así no son imposibles y dada la complejidad de relaciones en el medio ambiente son incluso probables. Por esta razón, liberar algo que no puede controlarse es la receta para la catástrofe.

Y por esto, los científicos piden prudencia.

Fuentes:

1. https://www.sciencenews.org/article/current-crispr-gene-drives-are-too-strong-outdoor-use-studies-warn

Imagen: sciencenews.org