De la telepatía
Uno de los temas más polémicos en el mundo de lo sobrenatural es la llamada telepatía, o la posibilidad para dos personas que no están en contacto directo de intercambiar información. Los clamores de la telepatía son históricos y van tan lejos como llega la humanidad: las sociedades de cazadores recolectores normalmente creen que esta capacidad existe y que los chamanes la dominan, y entre los grupos humanos de prácticamente todas las regiones se habla de esta capacidad, oculta a las mayorías.
Pese a ello son pocas las evidencias de personas que verdaderamente fueran capaces de comunicarse telepáticamente. Las anécdotas y relatos que tenemos, y en particular las más verificables, hablan de sensaciones súbitas, de pensamientos recurrentes pero momentáneos, de convicciones que surgen de la nada. Quizás es la urgencia la que nos permite desactivar estas habilidades escondidas, no lo sé. Pero hasta el momento no he encontrado información con respecto a dos personas que fueran capaces de comunicarse el 100% del tiempo a grandes distancias y que lo hayan demostrado fehacientemente.
Sin embargo lo que no puede el cerebro por sí mismo parece que sí lo pueden los últimos avances tecnológicos. Recientemente un experimento de la Universidad de Washington involucró algo que solo podemos llamar telepatía: la “conversación” entre dos cerebros distantes uno de otro. Veamos cómo sucedió:
El dispositivo inventado por los investigadores
El concepto es sencillo, pero tiene implicaciones revolucionarias: un objeto se coloca sobre la cabeza de una de las personas y “lee” sus pensamientos, enviándolos como una señal eléctrica que es recibida por otra de las personas y transferida directamente a su cerebro. Hay que ser muy claros con esto: las dos mentes se conectaron de manera directa: los impulsos de una le llegaron a la otra tal y como salieron de la primera, pues aunque fueron transformados para poderse enviar, fueron “destransformados” a su forma original por el mismo dispositivo.
Las personas comenzaron una prueba bastante compleja en la que una de ellas hacía preguntas a la otra sobre un objeto que esta estaba viendo. Las preguntas ya venían predeterminadas, pero la otra persona no respondía las preguntas, sino que miraba una de dos luces: una roja, que significaba “no” y una verde, que significaba “sí”. Con base únicamente en las señales cerebrales de la persona, quien hacía las preguntas tenía que adivinar cuál de los objetos de la lista era el correcto… lo cual consiguió en un 72% de los casos.
El ejercicio tuvo pruebas de control en los que la persona no recibía señal alguna, que demostraron que difícilmente tal nivel de éxito podía deberse a la casualidad. La persona era realmente capaz de “leer” los pensamientos del otro y darse cuenta de las respuestas. Y, por si fuera necesario aclararlo, las personas estaban en cuartos encerrados a veces a kilómetros de distancia y las señales se transmitían por internet.
La posibilidad de “unir” las mentes
Este podría ser el primer paso en lo que algunos han llamado la creación de una transhumanidad en la que las mentes de las personas interactúen directamente unas con otras. Quizás por eso resulta tan fascinante, porque es la primera prueba, hasta el momento, de que podemos realmente conseguir dicha interacción.
Sobre si esto es algo deseable o no… bueno, es complicado saberlo. Lo dejo al juicio de los lectores.
Fuente de imágenes: 1: cdn.zmescience.com, 2: images.indianexpress.com