Parálisis
La medicina ha avanzado muchísimo en el último siglo. Hemos descubierto los componentes bases de la vida, la naturaleza de nuestra bioquímica y las causas de la mayor parte de las enfermedades, y hemos descubierto que el cuerpo en general es un sistema extremadamente complejo y que por ello la curación de muchas dolencias aún tomará tiempo.
Pero existe un problema que es relativamente simple y aún así no hemos sido capaces de resolver. Se trata de la parálisis causada por la ruptura de la médula espinal, una consecuencia de accidentes que lleven a conmociones fuertes de la columna vertebral y que pueden romper la conexión entre el cerebro y el cuerpo (o partes del mismo), llevando a la inmovilidad permanente de las extremidades.
Sabemos que la ruptura de la médula espinal es la causa de este problema y sabemos que en teoría reconectarla debería solucionarlo, pero no hemos sido capaces de hacerlo. En consecuencia, miles de personas que sufrieron accidentes quedan condenadas a pasar el resto de sus vidas en una cama – o en una silla de ruedas – sin poder hacer uso de su cuerpo.
Pero si el descubrimiento de algunos médicos del Hospital Infantil de Boston es preciso, podríamos estar cerca de superar esta limitación.
La médula espinal
El artículo, publicado el pasado 19 de julio en la revista de medicina Cell, buscó una manera diferente de enfrentar el problema.
Hasta el momento, el principal método para buscar la curación de estas heridas ha sido la creación de “rutas artificiales” que permitan el crecimiento de los axones (esto es, conexiones neuronales) entre las neuronas a un lado y otro de la herida. Esto ha funcionado en teoría (las redes neuronales han crecido y se han comunicado), pero no ha conseguido que los pacientes recuperen el control motriz de su extremidades. Cuando se han usado drogas para “impulsar” la comunicación entre las neuronas, lo mejor que se ha conseguido ha sido un movimiento irregular de las extremidades, al parecer controladas más por impulsos eléctricos aleatorios que por el cerebro de los individuos lesionados.
El médico que dirigió el estudio, Zhigang He, optó por una estrategia diferente. Había leído de un mecanismo alternativo: la estimulación eléctrica epidural, que básicamente consiste en poner una corriente eléctrica en la parte “aislada” de la médula espinal que estimula la comunicación con las neuronas del otro lado. Esta terapia ha permitido algún tipo de control de las extremidades por parte de los pacientes, pero el efecto es temporal y finaliza cuando la corriente eléctrica cesa.
Electricidad química
El objetivo del Dr. He era replicar este mecanismo con alguna droga que imitara la corriente, y comenzó a trabajar con aquellas que mejor se conocen. Se realizó un estudio en varios ratones en el que a cada grupo de 10 se le daba un medicamento diferente (y uno se dejaba sin tratamiento como grupo de control). Se garantizó que todos los ratones tuviesen neuronas funcionales del lado “aislado” (es decir, que aunque no hubiese comunicación, su sistema nervioso fuese funcional).
El resutado fue sorprendente. Uno de los químicos, llamado CLP290, mostró resultados impresionantes, permitiendo a un 80% de los ratones caminar (con muy poca coordinación, eso sí) durante la duración del tratamiento y por dos semanas más. Se descubrió que este químico impulsa la creación de la proteína KCC2, la cual les indica que dejen de funcionar a las neuronas. Esta proteína, se descubrió, está casi ausente en las células neuronales luego de la ruptura de la médula espinal.
Pero ¿por qué entonces las piernas o brazos no se mueven de manera incontrolable, si lo que falta es la proteína que “inactiva” las neuronas? Resulta que las neuronas inactivas son aquellas que le indican al músculo que se esté quieto. En una persona sana, estas neuronas reciben indicaciones del cerebro y dejan de funcionar, permitiendo a las demás neuronas recibir impulsos eléctricos. Pero en una persona con una lesión las neuronas jamás reciben la indicación de dejar de funcionar, sus otras neuronas por lo tanto nunca reciben señales cerebrales, y por lo tanto la persona queda paralizada.
Nuevas revelaciones
Este estudio ha revelado cosas que previamente no sabíamos sobre el funcionamiento de la médula espinal (y las conexiones neuronales) y permite perfilar lo que podría ser una eventual cura contra la parálisis. Claro, no es tan simple como tomar una pasta: los músculos han perdido memoria y capacidad, y será necesario un largo periodo de terapia física antes de recuperar la movilidad (proceso que, por lo demás, será seguramente parcial). Pero el punto aquí es que por primera vez se ve una solución en el horizonte, y no pasa por la cirugía, sino por la bioquímica.
El Dr. He ha indicado que este es un tratamiento muy preliminar, y que se empieza a revelar que lo importante es manejar un “ratio” adecuado de estimulación e inhibición (es decir, de proteína KCC2 y corrientes eléctricas). Es posible que en el futuro haya una serie de pastas que permitan lograr este equilibrio, o aún que se modifiquen genéticamente las células para hacerlo, y que las personas puedan volver a caminar.
Bibliografía: - https://www.sciencedaily.com/releases/2018/07/180719142035.htm
Imágenes: 1: express.co.uk, 2: ibtimes.co.in, 3: youtube.com