Las enormes selvas del Amazonas, esconden misterios y seres enigmáticos. Las historias que han surgido de allí coinciden en que lo que comúnmente se denomina fantasía, en esos parajes cubiertos por espesa naturaleza, son más que una realidad. Según algunos estudiosos de Antropología, existen hasta pirámides que se hallan escondidas bajo la agreste vegetación en esa zona suramericana. Y al parecer, va cobrando sentido pues a continuación veremos: “cómo apareció una ciudad romana en el Amazonas”:
El misterioso manuscrito 512
Se trata de un relato antiguo que forma parte de la Biblioteca Nacional de Brasil, en el que se narra el hallazgo de una sorprendente ciudad abandonada en medio de la Amazonía, en el año 1753. Según el documento, gracias a una expedición se resultó descubriendo las ruinas de esa misteriosa ciudad, misma que presentaba unas características muy similares a la civilización romana.
Los papeles donde se escribió aquel relato, fueron encontrados en el año 1839 por Manuel Ferreira Lagos, un estudioso de la naturaleza y la Biología. Sin querer, terminó por obtener esa pieza que no indica quién es su verdadero autor. Luego llegó a manos del “Instituto Histórico y Geográfico Brasileño” y en una revista oficial, se plasmó una copia con interpretaciones contextuales de la época.
De acuerdo con ese Manuscrito 512, todo comenzó cuando unos bandeirantes de Portugal se internaron en una vasta zona de la parte nórdica de Brasil denominada “el sertón”. Allí fueron con el objetivo de hallar minas de oro de Muribeca, un municipio del estado de Sergipe, que según un mito, albergaría tremendas reservas del preciado mineral. El manuscrito está escrito de forma muy similar a un diario, con sucesos de alrededor de 10 años.
El título del manuscrito con 10 páginas de contenido dice: “Relato oculto de una ciudad oculta, muy antigua y sin habitantes, descubierta en el año 1753”. Los bandeirantes portugueses que protagonizan la historia no encontraron el tan codiciado oro, pero sí tamaña sorpresa: toda una ciudad con estructuras imperiales y majestuosas, que no encajaba para nada con las culturas sudamericanas.
La comitiva de hombres duró perdida durante varios años en la selva y no se rendían, hasta escudriñar las montañas más altas que divisaban y en una de ellas, a lo lejos vieron un fuerte brillo como originado de un precioso metal. Sospecharon que allí estaba lo que andaban buscando tan desesperadamente. Después de una difícil búsqueda de una ruta que los condujera a ese lugar, por accidente encontraron un camino empedrado muy peculiar que conducía a la cima de la montaña. Cuando llegaron, se podía divisar toda una ciudad, abajo en el valle.
Sin pensarlo, se dirigieron hacia hasta ese valle, para investigar qué tipo de personas habitaban en ese sitio. Pero grande fue su impresión cuando se percataron de que no había absolutamente nadie, todo estaba vacío. Lo extraño es que cuando ya estaban próximos a llegar hasta allí, habían escuchado el cantar de los gallos y eso sólo ocurre en regiones pobladas. Todas las estructuras son idénticas al estilo romano, con grandes arcos en el pórtico de la entrada, y con estatuas de jóvenes semi desnudos con coronas de laureles, así como de leones, arcos de flechas y coronas.
Las casas eran de diferentes dimensiones y su aspecto evidenciaba un abandono desde hacía siglos. En la que parecía ser una de las plazas principales, había una columna central en cuya punta se sostenía la efigie de un hombre con su brazo erguido, como saludaban los romanos y también los nazis. Habían edificaciones en forma de cúpula, que rodeaban la gran casa del gobernante y un templo, adornado con cruces, coronas y ramas de olivo.
Diversas explicaciones
Muchas hipótesis se han planteado de cómo es posible que haya una ciudad romana, en medio de la selva del Amazonas; la primera, es que uno de los barcos de las antiguas culturas del mediterráneo, como los fenicios o los romanos, mucho antes que el judío italiano Cristóbal Colón, llegaron a este continente. Se trata de otro de los grandes hallazgos de la Arqueología, como las impresionantes ciudades mayas que aún hoy siguen desenterrándose en las selvas de Guatemala, al igual que portentosas ruinas en otros lugares como en Pompeya y Herculano, Palenque y muchos más.
El aventurero coronel Percy Fawcett partió en búsqueda de un ideal y resultó protagonizando uno de los mayores enigmas de la humanidad. El coronel llamó a aquella ciudad de tinte romano, como “Z”. Duró años enteros obsesionado con la idea de haber hallado rastros concretos de una civilización perdida y en uno de sus viajes de expedición al Amazonas, desapareció misteriosamente y jamás se le volvió a ver.
La esposa de Fawcett en medio de la incertidumbre del paradero de su marido, contactó una médium clarividente, quien afirmaba comunicarse por medio de la telepatía con el coronel. Relató que había encontrado una ciudad de la Atlántida y que había enfermado. Se enviaron muchas expediciones para rescatarlo o averiguar algún rastro, pero ni una sola pista se halló jamás de su paradero. Las comunicaciones mediumínicas continuaron y en 1948, a través de la vidente Geraldine Cummins, se supo que finalmente murió en esa fecha.
Las selvas amazónicas esconden no sólo ese, sino miles de misterios más, pero todo se mantiene como información clasificada.
Imágenes: wikipedia.org (all)