En el ámbito de la Literatura Latinoamericana, Rafael Pombo es conocido como uno de los autores de cuentos y poemas infantiles más reconocidos de las Letras colombianas e hispanoamericanas, teniendo en su haber algunos de los clásicos más celebrados, los cuales se han transmitido de generación en generación desde finales del siglo XIX.
Casi cuatro años después de su fallecimiento, ocurrido el 5 de mayo de 1912, el público lector pudo acceder finalmente a una compilación completa de su obra, en donde la Poesía de Rafael Pombo se convirtió en un verdadero descubrimiento para el mundo de la escritura, pues hasta ese momento el autor había sido sumamente celoso con su cosecha poética, por lo cual poco o casi nada se había publicado al respecto, siendo sobre todo sus cuentos, fábulas y rimas las más divulgadas y conocidas.
Cuentos de Rafael Pombo
Dentro de sus cuentos, sobresalen aquellos de tema infantil, los cuales rescatan el sentido lúdico y pedagógico del género, construyendo historias que dejan en evidencia algunos rasgos humanos negativos y sus consecuencias directas. Por tratarse de textos narrativos breves, en los que los personajes casi siempre son animales a los que se les atribuyen rasgos humanos, y que están orientados a dejar una enseñanza, algunos críticos han señalado que en vez de cuentos se debería hablar de fábulas. No obstante, en la actualidad, la Academia sigue refiriéndose a cuentos infantiles, cuando se trata de clasificar este tipo de textos literarios, nacidos de la pluma de Pombo.
Resulta pertinente entonces citar algunos de los más famosos cuentos de este escritor colombiano, mucho de los cuales conforman desde hace décadas parte de la cultura infantil latinoamericana. A continuación, unos de los cuentos más famosos de Rafael Pombo:
El ranacuajo paseador El hijo de rana, Rinrín renacuajo
Salió esta mañana muy tieso y muy majo
Con pantalón corto, corbata a la moda
Sombrero encintado y chupa de boda.
-¡Muchacho, no salgas¡- le grita mamá
pero él hace un gesto y orondo se va.
Halló en el camino, a un ratón vecino
Y le dijo: -¡amigo!- venga usted conmigo,
Visitemos juntos a doña ratona
Y habrá francachela y habrá comilona.
A poco llegaron, y avanza ratón,
Estírase el cuello, coge el aldabón,
Da dos o tres golpes, preguntan: ¿quién es?
-Yo doña ratona, beso a usted los pies
¿Está usted en casa? -Sí señor sí estoy,
y celebro mucho ver a ustedes hoy;
estaba en mi oficio, hilando algodón,
pero eso no importa; bienvenidos son.
Se hicieron la venia, se dieron la mano,
Y dice Ratico, que es más veterano :
Mi amigo el de verde rabia de calor,
Démele cerveza, hágame el favor.
Y en tanto que el pillo consume la jarra
Mandó la señora traer la guitarra
Y a renacuajo le pide que cante
Versitos alegres, tonada elegante.
-¡Ay! de mil amores lo hiciera, señora,
pero es imposible darle gusto ahora,
que tengo el gaznate más seco que estopa
y me aprieta mucho esta nueva ropa.
-Lo siento infinito, responde tía rata,
aflójese un poco chaleco y corbata,
y yo mientras tanto les voy a cantar
una cancioncita muy particular.
Mas estando en esta brillante función
De baile y cerveza, guitarra y canción,
La gata y sus gatos salvan el umbral,
Y vuélvese aquello el juicio final
Doña gata vieja trinchó por la oreja
Al niño Ratico maullándole: ¡Hola!
Y los niños gatos a la vieja rata
Uno por la pata y otro por la cola
Don Renacuajito mirando este asalto
Tomó su sombrero, dio un tremendo salto
Y abriendo la puerta con mano y narices,
Se fue dando a todos noches muy felices
Y siguió saltando tan alto y aprisa,
Que perdió el sombrero, rasgó la camisa,
se coló en la boca de un pato tragón
y éste se lo embucha de un solo estirón
Y así concluyeron, uno, dos y tres
Ratón y Ratona, y el Rana después;
Los gatos comieron y el pato cenó,
¡y mamá Ranita solita quedó!
El hijo de rana, Rinrín renacuajo
Salió esta mañana muy tieso y muy majo
Con pantalón corto, corbata a la moda
Sombrero encintado y chupa de boda.
-¡Muchacho, no salgas¡- le grita mamá
pero él hace un gesto y orondo se va.
Halló en el camino, a un ratón vecino
Y le dijo: -¡amigo!- venga usted conmigo,
Visitemos juntos a doña ratona
Y habrá francachela y habrá comilona.
A poco llegaron, y avanza ratón,
Estírase el cuello, coge el aldabón,
Da dos o tres golpes, preguntan: ¿quién es?
-Yo doña ratona, beso a usted los pies
¿Está usted en casa? -Sí señor sí estoy,
y celebro mucho ver a ustedes hoy;
estaba en mi oficio, hilando algodón,
pero eso no importa; bienvenidos son.
Se hicieron la venia, se dieron la mano,
Y dice Ratico, que es más veterano :
Mi amigo el de verde rabia de calor,
Démele cerveza, hágame el favor.
Y en tanto que el pillo consume la jarra
Mandó la señora traer la guitarra
Y a renacuajo le pide que cante
Versitos alegres, tonada elegante.
-¡Ay! de mil amores lo hiciera, señora,
pero es imposible darle gusto ahora,
que tengo el gaznate más seco que estopa
y me aprieta mucho esta nueva ropa.
-Lo siento infinito, responde tía rata,
aflójese un poco chaleco y corbata,
y yo mientras tanto les voy a cantar
una cancioncita muy particular.
Mas estando en esta brillante función
De baile y cerveza, guitarra y canción,
La gata y sus gatos salvan el umbral,
Y vuélvese aquello el juicio final
Doña gata vieja trinchó por la oreja
Al niño Ratico maullándole: ¡Hola!
Y los niños gatos a la vieja rata
Uno por la pata y otro por la cola
Don Renacuajito mirando este asalto
Tomó su sombrero, dio un tremendo salto
Y abriendo la puerta con mano y narices,
Se fue dando a todos noches muy felices
Y siguió saltando tan alto y aprisa,
Que perdió el sombrero, rasgó la camisa,
se coló en la boca de un pato tragón
y éste se lo embucha de un solo estirón
Y así concluyeron, uno, dos y tres
Ratón y Ratona, y el Rana después;
Los gatos comieron y el pato cenó,
¡y mamá Ranita solita quedó!
Este cuento, titulado el Renacuajo Paseador constituye uno de los más famosos cuentos infantiles de las Letras hispánicas. En sus líneas cuenta las desventuras de Rin Rin Renacuajo, quien al no hacerle caso a su mamá, terminó juntándose con malos amigos y siendo devorado por un gato, dejando a mamá Ranita sola. De esta forma, Pombo coloca en evidencia la importancia de obedecer a los padres, y no seguir los consejos de los amigos, que pretenden alejarnos del buen camino.
El gato bandido Michín dijo a su mamá:
«Voy a volverme Pateta,
y el que a impedirlo se meta
en el acto morirá.
Ya le he robado a papá
daga y pistolas; ya estoy
armado y listo; y me voy
a robar y matar gente,
y nunca más (¡ten presente!)
verás a Michín desde hoy».
Yéndose al monte, encontró
a un gallo por el camino,
y dijo: «A ver qué tal tino
para matar tengo yo».
Puesto en facha disparó,
retumba el monte al estallo,
Michín maltrátase un callo
y se chamusca el bigote;
pero tronchado el cogote,
cayó de redondo el gallo.
Luego a robar se encarama,
tentado de la gazuza,
al nido de una lechuza
que en furia al verlo se inflama,
mas se le rompe la rama,
vuelan chambergo y puñal,
y al son de silba infernal
que taladra los oídos
cae dando vueltas y aullidos
el prófugo criminal.
Repuesto de su caída
ve otro gato, y da el asalto
«¡Tocayito, haga usted alto!
¡Déme la bolsa o la vida!»
El otro no se intimida
y antes grita: «¡Alto el ladrón!»
Tira el pillo, hace explosión
el arma por la culata,
y casi se desbarata
Michín de la contusión.
Topando armado otro día
a un perro, gran bandolero,
se le acercó el marrullero
con cariño y cortesía:
«Camarada, le decía,
celebremos nuestra alianza»;
y así fue: diéronse chanza,
baile y brandy, hasta que al fin
cayó rendido Michín
y se rascaba la panza.
«Compañero», dijo el perro,
«debemos juntar caudales
y asegurar los reales
haciéndoles un entierro».
Hubo al contar cierto yerro
y grita y gresca se armó,
hasta que el perro empuñó
a dos manos el garrote:
Zumba, cae, y el amigote
medio muerto se tendió.
Con la fresca matinal
Michín recobró el sentido
y se halló manco, impedido,
tuerto, hambriento y sin un
real.
Y en tanto que su rival
va ladrando a carcajadas,
con orejas agachadas
y con el rabo entre piernas,
Michín llora en voces tiernas
todas sus barrabasadas.
Recoge su sombrerito,
y bajo un sol que lo abrasa,
paso a paso vuelve a casa
con aire humilde y contrito.
«Confieso mi gran delito
y purgarlo es menester»,
dice a la madre; «has de ver
que nunca más seré malo,
¡oh mamita! dame palo
¡pero dame qué comer!»
Michín dijo a su mamá:
«Voy a volverme Pateta,
y el que a impedirlo se meta
en el acto morirá.
Ya le he robado a papá
daga y pistolas; ya estoy
armado y listo; y me voy
a robar y matar gente,
y nunca más (¡ten presente!)
verás a Michín desde hoy».
Yéndose al monte, encontró
a un gallo por el camino,
y dijo: «A ver qué tal tino
para matar tengo yo».
Puesto en facha disparó,
retumba el monte al estallo,
Michín maltrátase un callo
y se chamusca el bigote;
pero tronchado el cogote,
cayó de redondo el gallo.
Luego a robar se encarama,
tentado de la gazuza,
al nido de una lechuza
que en furia al verlo se inflama,
mas se le rompe la rama,
vuelan chambergo y puñal,
y al son de silba infernal
que taladra los oídos
cae dando vueltas y aullidos
el prófugo criminal.
Repuesto de su caída
ve otro gato, y da el asalto
«¡Tocayito, haga usted alto!
¡Déme la bolsa o la vida!»
El otro no se intimida
y antes grita: «¡Alto el ladrón!»
Tira el pillo, hace explosión
el arma por la culata,
y casi se desbarata
Michín de la contusión.
Topando armado otro día
a un perro, gran bandolero,
se le acercó el marrullero
con cariño y cortesía:
«Camarada, le decía,
celebremos nuestra alianza»;
y así fue: diéronse chanza,
baile y brandy, hasta que al fin
cayó rendido Michín
y se rascaba la panza.
«Compañero», dijo el perro,
«debemos juntar caudales
y asegurar los reales
haciéndoles un entierro».
Hubo al contar cierto yerro
y grita y gresca se armó,
hasta que el perro empuñó
a dos manos el garrote:
Zumba, cae, y el amigote
medio muerto se tendió.
Con la fresca matinal
Michín recobró el sentido
y se halló manco, impedido,
tuerto, hambriento y sin un
real.
Y en tanto que su rival
va ladrando a carcajadas,
con orejas agachadas
y con el rabo entre piernas,
Michín llora en voces tiernas
todas sus barrabasadas.
Recoge su sombrerito,
y bajo un sol que lo abrasa,
paso a paso vuelve a casa
con aire humilde y contrito.
«Confieso mi gran delito
y purgarlo es menester»,
dice a la madre; «has de ver
que nunca más seré malo,
¡oh mamita! dame palo
¡pero dame qué comer!»
Por su parte, El gato bandido conforma otro de los más célebres cuentos infantiles de Rafael Pombo. En él se cuentan las aventuras de Michín, un gatito que decide lanzarse por el camino del mal, desobedeciendo a sus padres y alejándose del buen camino. No obstante, el destino le juega en contra, desbaratando sus planes, y por el contrario dándole escarmientos en carne propia. Al final, herido y con la afección de sus capacidades, debe regresar a casa de sus padres a solicitar perdón y comida. Un buen ejemplo, para que los niños aprendan las consecuencias que pueden desatar las malas decisiones.
Perico Zanquituerto Perico Zanquituerto
Se huyó con un dedal,
Y su abuelita Marta
No lo pudo alcanzar.
El corre como un perro
Y ella como un costal,
Y apenas con la vista
Persigue al perillán.
Bien pronto se tropieza,
Da media vuelta y cae,
Y ella le dijo: «Toma
«¿Quien te mandó robar?»
Con un palo a dos manos
Lo iba alcanzando ya
Cuando siguió Perico
Corriendo más y más.
De un cubo de hojalata
Hizo luego un tambor,
De un huso viejo, espada,
Y del dedal, chacó;
Y al verse hecho un soldado
Exclama: «jCaracol!
«Ni un escuadrón de abuelas
«Me hará temblar desde hoy. »
Un ganso en ese instante
El pescuezo estiró
Diciéndole: ¡«Amigóte!
¿Qué tal? clí, clí, ció, cló. »
Ahí sí se echó de espaldas
El vándalo feroz
Clamando: ¡Auxilio, auxilio!
«¡Que me traga este león!»
Perico Zanquituerto
Se huyó con un dedal,
Y su abuelita Marta
No lo pudo alcanzar.
El corre como un perro
Y ella como un costal,
Y apenas con la vista
Persigue al perillán.
Bien pronto se tropieza,
Da media vuelta y cae,
Y ella le dijo: «Toma
«¿Quien te mandó robar?»
Con un palo a dos manos
Lo iba alcanzando ya
Cuando siguió Perico
Corriendo más y más.
De un cubo de hojalata
Hizo luego un tambor,
De un huso viejo, espada,
Y del dedal, chacó;
Y al verse hecho un soldado
Exclama: «jCaracol!
«Ni un escuadrón de abuelas
«Me hará temblar desde hoy. »
Un ganso en ese instante
El pescuezo estiró
Diciéndole: ¡«Amigóte!
¿Qué tal? clí, clí, ció, cló. »
Ahí sí se echó de espaldas
El vándalo feroz
Clamando: ¡Auxilio, auxilio!
«¡Que me traga este león!»
Finalmente, el cuento Perico Zanquituerto narra la historia de un periquito, que trama todo un plan bélico para defenderse de su abuela, construyéndose una verdadera armadura de soldado. No obstante, es atacado por un ganso, que deja en evidencia que la rebeldía que demuestra contra sus mayores en realidad poco o nada puede servirle para defenderse del mundo. Entre otros de los cuentos de este narrador colombiano se destacan La Pobre Viejecita, la Pastorcita, Simón el bobito, Juaco el ballenero, Tía Pasitrote, Arrullo.
Rimas y poemas de Rafael Pombo
Aun cuando fue un escritor celebrado en vida, Rafael Pombo obtendría también el título de gran poeta después de su fallecimiento, cuando el público pudo tener acceso a su obra poética, mucho de la cual permaneció inédita hasta ese momento. A continuación, algunos de sus célebres versos:
Estrofa Dicen que impreso en las pupilas queda
los ojos del muerto el matador,
estoy muerto, no se,
mas no hay quien pueda los míos borrar.
Que se lo veda corazón
La imagen de mi amor.
Dicen que impreso en las pupilas queda
los ojos del muerto el matador,
estoy muerto, no se,
mas no hay quien pueda los míos borrar.
Que se lo veda corazón
La imagen de mi amor.
En una prosa que recuerda a veces los versos de Gustavo Adolfo Bécquer, este autor de origen colombiano expresó también su visión poética de amor más allá de la muerte, en donde la imagen del rostro amado queda grabado eternamente en las pupilas del amante, por ser el responsable de que el enamorado muera de amor.
De noche No ya mi corazón desasosiegan
las mágicas visiones de otros días.
¡Oh Patria! ¡oh casa! ¡oh sacras musas mías!…
…¡Silencio! Unas no son, otras me niegan.
Los gajos del pomar ya no doblegan
para mí sus purpúreas ambrosías;
y del rumor de ajenas alegrías
sólo ecos melancólicos me llegan.
Dios lo hizo así. Las quejas, el reproche
son ceguedad. ¡Feliz el que consulta
oráculos más altos que su dueño!
Es la Vejez viajera de la noche;
y al paso que la tierra se le oculta,
abrese amigo a su mirada el cielo.
No ya mi corazón desasosiegan
las mágicas visiones de otros días.
¡Oh Patria! ¡oh casa! ¡oh sacras musas mías!…
…¡Silencio! Unas no son, otras me niegan.
Los gajos del pomar ya no doblegan
para mí sus purpúreas ambrosías;
y del rumor de ajenas alegrías
sólo ecos melancólicos me llegan.
Dios lo hizo así. Las quejas, el reproche
son ceguedad. ¡Feliz el que consulta
oráculos más altos que su dueño!
Es la Vejez viajera de la noche;
y al paso que la tierra se le oculta,
abrese amigo a su mirada el cielo.
En otro tono, ya mucho más maduro, este poema escrito en junio de 1890, parece dejar en evidencia un texto surgido a la luz de la vejez, en donde el poeta repasa su vida y sus ideales, sintiendo gran nostalgia por los caminos andados y los viejos sentimientos. De esa forma, este poema refleja una noche de reflexión madura, en donde se examina la vida con cierta saudade en el alma.
La tormenta de verano Al terrado subí buscando en donde
Asistir a la esplendida tormenta,
Fiesta lustral que ansiaba la sedienta
Tierra en la faz mustia y abatida fronde.
Préndese el cielo. Pálida se esconde
La noche. El trueno asordador revienta,
Y en toda la ancha esfera turbulenta,
Estruendo a estruendo y luz a luz responde.
Palestra de titánica porfia
Turbiones y relámpagos destella,
Y ruge y truena en bárbara armonía.
Rasga el rayo honda grieta, clara y bella
En la cuarteada bóveda sombría,
Y vislumbrase a Dios a través della.
Al terrado subí buscando en donde
Asistir a la esplendida tormenta,
Fiesta lustral que ansiaba la sedienta
Tierra en la faz mustia y abatida fronde.
Préndese el cielo. Pálida se esconde
La noche. El trueno asordador revienta,
Y en toda la ancha esfera turbulenta,
Estruendo a estruendo y luz a luz responde.
Palestra de titánica porfia
Turbiones y relámpagos destella,
Y ruge y truena en bárbara armonía.
Rasga el rayo honda grieta, clara y bella
En la cuarteada bóveda sombría,
Y vislumbrase a Dios a través della.
Finalmente, este poema titulado La tormenta de verano, escrito según los anales de la historia en junio de 1870, revelan otra faceta del poeta, en la cual se da la oportunidad de observar y apreciar la naturaleza, caótica, imponente, y como obra de un Dios supremo. Así el poeta asiste solo al espectáculo del mundo, maravillándose ante éste.
Imagen: biografiasyvidas.com