Este hecho ocurrió en Italia, en donde al parecer, dos mujeres que estaban dedicadas a la vida religiosa se enamoraron y decidieron dejar los hábitos para casarse entre ellas. Aquí está la historia.
Un escándalo en la Iglesia Católica
En Italia, la uniones homosexuales son legales y se dan mediante una unión civil. Allí contrajeron nupcias dos religiosas, que aunque no han querido revelar sus verdaderos nombres por cuestiones personales, su historia de amor ha dado la vuelta al mundo. El Vaticano no está muy contento con la decisión que tomaron las religiosas, pero en realidad es muy poco lo que pueden hacer para evitarlo.
Se trata de una mujer llamada Federica, quien presuntamente es de origen argentino y quien ha estado toda su vida realizando misiones católicas alrededor del mundo. Además de esto, posee un doctorado en filosofía. Por otro lado está Isabel, de origen italiano, otra monja que a sus 44 años de edad en 2016, tomó esa decisión, a pesar de que llevaba cerca de dos décadas sirviendo a la comunidad religiosa.
Las mujeres se conocieron durante un retiro espiritual, en donde entre rezos y misas, descubrieron que estaban hechas la una para la otra, según ellas, y sintieron que debían estar unidas no sólo por los hábitos religiosos, sino como pareja. El alcalde del pequeño pueblo, llamado Pinerolo, ofició la boda civil y días más tarde, el presbítero Franco Barbero, quien fue excomulgado por el vaticano, precisamente por apoyar a la comunidad homosexual, presidió una ceremonia religiosa entre las dos mujeres; pero más allá de ser un acto meramente religioso, fue simbólico, porque las mujeres no querían abandonar el camino de la fe y el amor al que le sirvieron durante tantos años.
El cura que oficia matrimonios igualitarios
Franco Barbero es un párroco conocido en Italia por oficiar matrimonios católicos entre homosexuales, que sin importar que no cuenta con el debido reconocimiento de la comunidad religiosa, les brinda una cierta tranquilidad a quienes contraen nupcias en esas condiciones.
Además de su vínculo como pareja, las hermanas renunciaron a sus hábitos, pero han reiterado que su amor hacia Dios y a la comunidad no ha cambiado y que seguirán realizando obras de beneficencia hacia los más necesitados, pero no de la mano de la Iglesia que las excomulgó negándoles todo beneficio religioso y económico.
Las monjas decidieron guardar el anonimato, no por pudor, sino por miedo a los prejuicios y aseguraron muy cautelosamente, en un medio de comunicación del pequeño pueblo italiano, que “no les interesa la celebridad, sino que quieren vivir serenamente su amor y encontrar un nuevo trabajo”.
Isabel estuvo ante un mar de dudas y miedos, porque tenía la difícil misión de informarle a sus padres que ya no era monja y que se había casado con una mujer, tarea bien difícil, teniendo en cuenta que viene de un hogar extremadamente religioso y conservador. Federica por su parte, contaba con una visa de turista, pero este lío quedó solucionado tan pronto contrajo nupcias con Isabel, quien es nativa de Italia, razón por la que puede quedarse en el país sin ningún problema.
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