Genética extraña
El sistema ideado por la naturaleza (o por Dios, o por ambos) para transferir la información genética de padres a hijos y de antecesores a sucesores es bastante bello y eficiente. Se modifica lentamente, de manera aleatoria, a lo largo del tiempo, haciendo que los individuos cambien y que con el tiempo nuevas formas vayan surgiendo.
Pero el mismo proceso que hace que la vida se modifique la convierte en presa de errores. En general, a partir de mutaciones pueden ocurrir todo tipo de cambios y modificaciones la mayoría de los cuales no suelen salir bien. Por lo general invisibles (y mortales), unas pocas de estas mutaciones se convierten en curiosidades (como animales con dos cabezas, más patas de las naturales o rasgos completamente diferentes).
En los seres humanos el asunto puede no ser importante (ejemplo: un dedo de más) o puede resultar letal. En ocasiones, sin embargo, algunas genéticas extrañas crean individuos que pueden vivir por años y ser completamente normales a nivel cerebral pero cuyos cuerpos sencillamente no se adaptan a las condiciones normales de un ser humano.
Y de vez en cuando parecen salidos de un cuento de terror.
Edward Mordrake
La historia de Edward Mordrake no está muy bien documentada y es tan fantástica que a veces parece cruzar la línea entre la realidad y la ficción. En principio, lo que sabemos se refiere a un hombre que habría nacido en algún momento de mediados del siglo XIX… con un rostro asomando por la parte de atrás de su cráneo.
Aunque el rostro no funcionaba del todo – no podía hablar o comer –sí tenía ojos y era capaz de realizar expresiones faciales. Y aquí es donde comienza lo interesante.
De acuerdo con las referencias que nos quedan de este sujeto, el segundo rostro presentaba un carácter un tanto… oscuro, e inquietaba a quien lo mirase. Con el tiempo, parece ser, desarrolló una naturaleza un tanto… independiente.
EL hombre de las dos caras
Y la vida de Mordrake comenzó a volverse cada vez más y más oscura a medida que crecía y su “segundo yo” parecía adquirir una naturaleza más y más propia. En muchas ocasiones el hombre solicitó (de manera cada vez más desesperada) que su segunda cara le fuese retirada. Pero pese a la buena voluntad de algunos cirujanos, sencillamente no se tenían los medios para realizar una operación de este tipo en aquel periodo.
Con el paso del tiempo las quejas y denuncias de Mordrake comenzaron a aumentar en intensidad. El segundo rostro pasó de ser una simple molestia a ser una causa de temor e intranquilidad. Comenzó a ganar más y más autonomía, haciendo gestos que no tenían nada que ver con los sentimientos del hombre. Su carácter tomó un sesgo cada vez más oscuro.
Y entonces llegaron las voces
No está del todo claro en qué momento el “segundo yo” de Mordrake comenzó a imponerse al primero. No se sabe si en realidad aprendió a hablar (nadie nunca lo escuchó, aparte de Mordrake) o si sencillamente se “apoderó” de una parte del cerebro de su Anfitrión (que a fin de cuentas era también el suyo) y comenzó a susurrar cosas malignas directamente en sus pensamientos. En cualquier caso, el asunto pronto terminó por enloquecer a Mordrake, quien se suicidó antes de cumplir los 30 años.
Dejo, como detalle final, una parte del testimonio escrito que quedó de las declaraciones de Edward Mordrake.
No había voz audible, pero Mordrake aseguraba que no podía descansar en la noche por los susurros llenos de odio de su “gemelo malvado”, como él lo llamaba, el cual “nunca duerme, pero me habla siempre de cosas tales que solo pueden oírse en el Infierno. Imaginación alguna puede concebir las tentaciones espantosas que pone frente a mí. Por alguna inquinidad inolvidada de mis antepasados estoy atado a este demonio – pues con certeza se trata de uno. Ruego e imploro a ustedes el destruirlo, el acabar con su naturaleza humana, incluso si ello fuera causa de mi propia muerte”.
Imágenes: 1: cienciaxplora.com, 2: deviantart.com