Celedonio Martínez Acevedo, periodista asesinado por el Bandolero
Cuando Efraín González asesinó a Celedonio Martínez era un personaje oscuro y parcialmente desconocido en medio de la violencia de la región cafetera colombiana, en donde operaba. Este acto de crueldad, causado quizás por un arrebato de furia más que por una venganza bien planeada, lo catapultó a la primera plana de todos los periódicos nacionales.
En aquel entonces Efraín todavía podía preciarse de ser una buena persona. Salvo por el periodista, en sus andanzas se había comportado de manera relativamente humana, para un bandolero. No gustaba de la muerte y de las masacres, y parecía más interesado en probar su valor que en destruir la vida y los bienes de las personas.
Puede que su paciencia no fuera mucha, pero no hubiese sido puesta a prueba hasta el incidente con Celedonio. Puede ser también que sencillamente estuviese esperando el momento de mostrar su verdadera cara. O puede ser que todo se debiera a los tragos, aquellos nefastos acompañantes a la hora de tomar decisiones. En cualquier caso, este asesinato destruyó lo bueno que pudo haber tenido su obra.
Perseguido por la Justicia
Como es lógico, el asesinato de un periodista por parte de un bandolero que, además, era exmilitar, no cayó nada bien en los círculos de la zona cafetera. Efraín tenía allí pocos amigos, por lo que decidió retornar a su natal Santander, en la región norte de los andes colombianos, cuna de su familia y hogar de sus parientes más cercanos.
Con él iban su padre, su madre, su esposa y su hijo de apenas unos meses de edad. El joven bandolero, que había escapado a su cita con la justicia, encontraría más adelante una reunión, pero en este caso, con la muerte que desde ahora lo acompañaría de manera permanente.
Así, el 17 de abril de 1960 el ejército rodeaba la casa de Efraín en el municipio de Albania en Santander. Ubicada entre cultivos de plátano y café, se trataba de una casona grande, de dos pisos, en donde vivía con su familia y algunos colaboradores. Aquel día no estaba solo.
Sabedores de la habilidad del hombre que estaban a punto de enfrentar, los militares no escatimaron en hombres para realizar el cerco. Poco más de dos centenaresde soldados se encontraban en el cerco para garantizar la captura del asesino, pero como bien esperaban la rendición no fue pacífica: desde el hogar pronto comenzaron a sonar disparos.
Célebre imagen del bandolero
La Batalla de las Avispas
Lo que siguió es uno de los actos más cobardes y vergonzosos en la Historia de la Guerra. Una pequeña bandera blanca se alzó en la casona: Efraín la ondeaba con el objetivo de que su familia, dos personas de edad, una mujer y un bebé, pudieran salir del letal escenario. El ejército permitió que dichas personas salieran.
Luego, cuando Efraín se negó una vez más a rendirse, una tras otra las asesinó.
Si hay un momento clave en la leyenda, es este. Un hombre desesperado, encerrado en un hogar completamente rodeado donde no queda más que la muerte, es testigo del cobarde asesinato de sus seres queridos. Lo poco que podía quedarle de humanidad seguramente desapareció en este escenario.
Y entonces comenzó la verdadera batalla. Pese a estar rodeado Efraín hizo un uso magistral de las armas a su disposición. Uno tras otro los soldados iban cayendo ante un enemigo que aprovechaba cada resquicio para protegerse de las balas. Aunque eran mayoría, el escenario estaba en su contra. Las bajas ya se contaban por decenas.
Fue entonces cuando decidieron bombardear la casona. Una tras otra sus paredes se derrumbaron ante los explosivos. Los soldados, entonces, ingresaron con cuidado garantizando que nadie saliera del cerco y comenzaron a revisar los cuerpos.
Y Efraín había desaparecido.
Llamada Batalla de las Avispas por la influencia de un avispero particularmente violento, este conflicto selló la aparición de la Leyenda. Nadie explicó jamás como un hombre prácticamente solo (pues sus aliados perecieron temprano en el combate) resistió por horas contra un batallón completo para luego esfumarse en el aire. Los relatos sobre sus habilidades sobrehumanas, sobre su capacidad para mutar de forma, para volverse una «mata ‘e plátano», un gato negro que corre sobre los tejados, comenzaron a correr de voz en voz. En este periodo temprano muchos hicieron caso omiso de estas afirmaciones.
Pero con el pasar del tiempo dichas personas tuvieron cada vez menos argumentos para sostener su escepticismo. El aura de invencibilidad de Efraín parecía no tener límites: era el poder de un hombre motivado por la Venganza.
Porque luego del suceso Efraín juró que se vengaría. Todos los que habían tomado parte en aquella misión, los que habían apoyado las tropas, los que habían indicado su posición, todos, uno tras otro, habrían de morir. Fue el juramento que se hizo antes de dejar su humanidad y convertirse del todo en un guerrero inmortal.
El Sietecolores
Fue en una persecución posterior que Efraín se convertiría en el Sietecolores, uno de muchos sobrenombres pero, sin lugar a dudas, el más conocido. Mientras tropas oficiales lo perseguían por las escarpadas montañas de las regiones esmeralderas, el bandido saltaba de un lugar a otro esquivando las balas y confundiendo a sus perseguidores. De pronto se encontró acorralado junto a un precipicio.
El Sietecolores con algunos hombres de su cuadrilla
Sin pensarlo dos veces, frente a los ojos de sus captores, el bandolero saltó. Y en ese momento una bandada de mariposas de 7 colores levantó el vuelo.
Se dice que el barranco era demasiado alto para que hombre alguno sobreviviera su caída. Por esta razón, muchos creen que él, en verdad, se convirtió en las mariposas de 7 colores. De allí vino su sobrenombre.
A partir de ahora Efraín lucharía incontables batallas. Odiado por unos, amado por otros, pero temido por todos, el hombre demostraría paso a paso que su leyenda no era ficticia. Era una realidad.
Y exhalaría su último aliento en un escenario imposible: una batalla de un hombre solo contra mil soldados. Pero esto lo veremos en los próximos episodios.
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