Cuando los especialistas en salud se gradúan para iniciar una vida laboral productiva, en la cual supuestamente trabajarán en pro de salvar vidas, efectúan un juramento en el que prometen curar y aliviar cualquier dolencia a la persona que así lo requiera. La siguiente historia nos muestra que no todos cumplen esa promesa a cabalidad. Veamos.
Una pena sentimental lo volvió sádico
Jacobus Van Nierop, de origen holandés y odontólogo de profesión, llegó a Francia a principios del año 2008. Se instaló en una pequeña ciudad llamada Château-Chinon. Al llegar allí, fue la esperanza de muchos de sus habitantes, dado que la salud para ese entonces en aquella localidad, era deficiente y de poca calidad. De tal modo que pensaron que el nuevo doctor sería la solución a tantos malestares bucales.
Pero sucedió todo lo contrario; el odontólogo traía un triste pasado consigo: había enviudado y fue tanta su tristeza por ello, que perdió el interés por sus pacientes, dejó de sentir pasión por su carrera y empezó a tener el comportamiento de un maniático. Estos rasgos demenciales los dejaba ver en sus consultas y sus sangrientos procedimientos.
Sus víctimas preferidas eran ancianos
En Francia estuvo 4 años, en los cuales atendía pacientes sobre todo de la tercera edad. Durante la consulta, adormecía a las personas para luego quitarles hasta más de 5 dientes en buen estado, sin ninguna razón. Dejó bocas llenas de infecciones y desfiguró la mandíbula de muchos de ellos.
El daño no era solo para los habitantes de esta pequeña ciudad, sino también para la Seguridad Social que cubría esta área de Francia. El supuesto especialista de la salud dental, facturaba recibos con costos elevados donde cobraba procedimientos que en realidad nunca hacía.
Según informo la BBC de Paris, hasta el año 2012, el Instituto de dentistas quirúrgicos en compañía de la Seguridad Social, denunciaron las prácticas sangrientas y fuera de lo común, realizadas por este odontólogo. A ellos se le sumaron las cientos de quejas de personas que se sintieron afectadas, años después de haber pasado por su consultorio.
“Me puso siete u ocho inyecciones y luego me extrajo ocho dientes en una misma cita. Quedé chorreando sangre durante tres días”. Testimonios como estos llenaron la oficina de la Fiscalía, anexándose uno a uno, a la investigación realizada en contra del dentista, quien resultó finalmente condenado a 8 años de cárcel.
Para muchas personas y sobre todo víctimas y sus familiares, consideraron que esa era una pena muy baja, puesto que el odontólogo a pesar de que aceptó cargos, excusándose en que cometía esos actos porque extrañaba mucho a su esposa fallecida, causó mucho daño, sufrimiento y secuelas imborrables en mucha gente.
Los psicólogos estiman que los dolores y penas emocionales que se guardan en el subconsciente y no se han podido superar, se convierten rápidamente en desordenes mentales de gran consideración, patologías complejas como la neurosis o la esquizofrenia, entre otras tantas, las cuales pueden llevar a un individuo a cometer horrendos crímenes, tal como lo ha demostrado la historia de cada asesino en serie.
Imagen: elabismodelcine.blogspot.com