Un problema histórico
Desde el siglo XIII, mucho antes de que llegaran los españoles al continente americano, los primeros aztecas se asentaron en el Valle de México donde actualmente está la Ciudad de México. Los problemas con el ambiente no se hicieron esperar.
El islote de Tenochtitlán fue consentido con grandes construcciones, entre ellas las pirámides a los dioses y un sistema de canales en los cinco ríos que rodeaban, para que no se hicieran inundaciones mortales.
No fue muy fácil controlar el agua. El desbordamiento sobre la isla obligó a los mexicas a desarrollar obras de ingeniería innovadores como diques y albarradones. Así podían controlar algo, aunque también ayudaba la limpieza para que el agua fluyera mejor.
Con la invasión de 1521, Tenochtitlán quedó al servicio de Hernán Cortés. Este conquistador quiso desplazar la ciudad pero luego prefirió asentarse en el mismo territorio. Allí se enfrentó a las graves inundaciones y tuvo que reconstruir los diques prehispánicos para evitar el caos.
La situación no mejoró. La subida de los niveles de agua ocasionó que los diques fueran obsoletos, durante toda la Colonia nadie fue capaz de arreglar los desagües. Sólo Enrico Martínez creó los planos para un desagüe artificial en 1555 y sólo hasta 1607 se buscó hacer algo.
Las obras debían canalizar las aguas hacia los ríos de Tula y Cuautitlán. La construcción se desarrolló los primeros años con mucha eficiencia pero no se logró el cometido. Los canales recibían más aguas de las que soportaba.
En un momento los canales se rompieron y el agua fluyó por todo el centro, inundando a su paso todo. Además el río Cuautitlán se desbordó dejando a su paso centenares de muertos y enfermedades mortales. Martínez fue encarcelado y murió sin resolver el problema de las aguas.
La construcción de un desagüe general
Cuando Alexander von Humboldt llegó a la ciudad de México, explicó que lo mejor era construir un canal que desembocara en el lago de Texcoco. Las obras iban a comenzar pero los años de violencia de la independencia frenaron las obras arquitectónicas.
Además llegó una etapa de corrupción muy pesada donde los problemas estructurales heredados de la Colonia fueron ignorados. Se tuvo que esperar hasta 1821, cuando Lucas Alemán mostró la necesidad de que la nueva República construyera un organismo encargado de la canalización.
Los intentos durante el siglo XIX fueron muchos y vanos. En 1856, el ingeniero Francisco de Garay ganó el concurso para la construcción de las obras. Las fuertes lluvias volvieron alarmar a la población y se hizo necesario construir pronto una obra como nunca existió en la Ciudad de México.
Las tensiones políticas y las invasiones francesas paralizaron todo de nuevo. En el gobierno de Maximiliano no se logró nada y en el gobierno de Juárez se instauraron las obras pero de nuevo se paralizaron por las tensiones nacionales.
Tocó esperar hasta la llegada de Porfirio Díaz para reiniciar las obras. La construcción de los túneles del desagüe, el túnel general y el gran canal tuvieron una inversión de 400.000 dólares anuales. Empresas británicas y norteamericanas fueron las encargadas de estas construcciones.
Desde 1894 los principales túneles ya estaban concluidos. Para marzo 17 de 1900 se inauguró la obra que estuvo en funcionamiento por 50 años. Esos fueron años buenos para los mexicanos. No hubo inundaciones y el agua lluvia salía por los coladores aunque las personas botaban sus deshechos sólidos sin preocupaciones.
El caos había logrado una nueva etapa de modernización para la enorme ciudad que se erguía. Lo preocupante era el aumento de la población que dejó obsoletos los canales y las bombas de agua. La imposibilidad de controlar la situación hacía que se tomaran pésimas medidas.
La necesidad de ampliar y arreglar el gran canal sur de desagüe, trajo nuevos colectores y atarjeas. Además se entubaron algunos ríos para evitar más desastres pero ni eso frenó las torrenciales lluvias que destruían todo a su paso.
La construcción del desagüe profundo
En 1950 y 1951 se presentaron fuertes inundaciones en la Ciudad de México. Más de 7 metros de altitud dejaron la ciudad sepultada en las nuevas enfermedades por el aumento de las lluvias. Fue necesario crear la Comisión Hidrológica del Valle de México.
Así comenzó una nueva etapa de investigación donde se hicieron estudios complementarios en estratigrafía, estudios hidrológicos y sísmicos. La idea era crear debajo de la ciudad de México un desagüe gigantesco. La obra más grande pensada en el país nahualt.
Así que doscientos metros debajo de la ciudad se empezó la creación de enormes túneles que debían transportar el agua lluvia hacia el río del Salto.
Desde 1967 hasta 1975 se hicieron los trabajos. Más de 65 kilómetros se lograron, en túneles de 15 metros. Tuvieron que enfrentar tipos de suelo duros y eso dificultó el trabajo, también el riesgo de terremotos y de inundaciones.
Algunas personas murieron haciendo este enorme trabajo de ingeniería que significó para México dejar de inundarse por el mal drenaje.
Actualmente el “desagüe profundo” sigue funcionando aunque se le han agregado nuevos deberes. Las aguas sucias de las casas y de las industrias llevan su líquido a las profundidades de la ciudad y aveces parece que el sistema fuera a colapsar.
Varios de los que trabajan en esta empresa de acueducto se han percatado de la necesidad de revestir estos sistemas de desagüe debido a su corta vida útil.
Fuentes:
- https://www.mexicodesconocido.com.mx/del-desague-del-valle-de-mexico-al-drenaje-profundo.html
- https://elpais.com/internacional/2017/09/14/mexico/1505368319_222576.html
Imágenes: elbigdata.mx, 2 y 3: youtube.com