Vacaciones en Rio de Janeiro
Martín Gonzales y su madre no esperaban que el viaje al Carnaval de Rio terminara en tragedia. Los años anteriores habían pasado entre riguroso trabajo y constante estudio en Madrid, donde la especialización en Estudios Orientales, le había agotado su tiempo y no tenía espacio para viajar o hacer algo divertido.
La sorpresa de su madre Eugenia Gonzales, mujer soltera y ya de edad, le fue dada a su hijo el día de su cumpleaños número treinta. Por ello Martín tendría que aplazar unas semanas de trabajo y viajarían a la ciudad brasileña un mes después, para Febrero del 2010.
La humedad brasileña
Es evidente el clima de Rio en esta época del año en que todas las personas alrededor del mundo llegan para celebrar el famoso carnaval. Las calles se cierran y el festín se toma todos los lugares, aunque esta vez, las lluvias florearon el entorno, cayó agua tres días seguidos y los turistas tuvieron que aguantar el clima húmedo y cálido en toda la región. No por ello los negocios cerraron, ni la música se apagó.
Al igual que cualquier otro día de la gran fiesta, Río de Janeiro vio colmadas sus calles de millones de personas tomando y bailando ritmos negros. No tardó para que el clima fuera el mismo de antes; el calor mañanero secó la ciudad pero dejando en el aire una concomitante humedad. Las personas como estaban en fiesta, dejaron de pensar en las enfermedades producidas por aguas estancadas y fue en esta situación que Martín llegó con su madre a la ciudad.
La caótica celebración
Todos conocemos el estigma brasileño, relacionado con las grandes aglomeraciones halladas en esta época del año. Fue en estas circunstancias que Martín llegó con su madre a un hotel de estas proporciones, obviamente la señora disgustada pensó en buscar otro hotel, pero por ser tan tarde y ser días de fiestas donde todo estaba al tope, prefirieron quedarse ahí de mala gana, aunque prometieron al otro día irse de ahí.
La gran fiesta tocó todos los lugares de la ciudad. Nadie estaba sin una cerveza o alguna caipiriña servida, así mientras la señora Eugenia prefería ir a dormir, su hijo aprovechó para salir a la calle y quizá bailar con alguna hermosa mujer.
Fue una noche muy húmeda y Martín tomó demasiado. Estuvo celebrando con un grupo de muchachas venezolanas y luego se metió a su hotel donde sintió una horrible picada de mosquito en el cuello, antes de llegar a su cuarto para dormir.
Allí lo esperaba su madre dormida, así que sin darle mayor importancia a la rasquiña del mosquito, prefirió lavarse la cara y acostarse a dormir, en espera del día siguiente bajar con su madre al gran desfile por la avenida principal.
Y así hicieron, fueron a ver las bailarinas de samba y todos los disfrazados que se daban lugar a presentarse. Fue mágico todo el evento, pero tristemente Martín y su madre no pudieron verlo todo, debido a un inesperado desmayo por parte del joven que preocupó a muchos de las personas que estaban allí.
Fue llevado en ambulancia a una clínica donde trataban de saber que pasaba con el señor. Desafortunadamente se demoraron 24 horas para percatarse de que tenía una extraña aflicción.
Las extrañas circunstancias de la ciudad
No se sabía a ciencia cierta el origen de la enfermedad, pero parecía haber sido contagiada por el mosquito que lo picó la noche anterior. Este probablemente había picado algún infectado en el hotel donde se hospedaron y luego había vuelto a picar a Martín. Parece ser que Martín sufría de un problema de bajas defensas, por lo que el virus, fuese lo que fuese, no tuvo problema para alojarse en su sistema.
Lastimosamente, Martín murió después de 48 horas. Al llegar a la clínica de Mangueira, los doctores anunciaron que posiblemente no le quedaba mucho tiempo de vida, pues la enfermedad contagiosa había aprovechado las vías respiratorias y ahora se alojaba en sus pulmones, así como en otras partes importantes de su cuerpo. A los dos días murió. Luego de esto, el bacilo desapareció como si nunca hubiese existido.
¿Pero este contagio es muy usual? Los médicos brasileños en un mal español, intentan describir las extrañas circunstancias del joven Gonzales, diciendo que no. Pero debido al alto grado de aglomeración y de suciedad vivido en esta época del año en Río, los mosquitos tropicales se reproducen muchísimo y pueden trasmitir enfermedades de una a otra persona, siendo particularmente vulnerables los extranjeros.
Posiblemente sea Brasil el país con mayor contagio de enfermedades extrañas por mosquito, caso curioso si se tiene en cuenta que a pesar de la industrialización, el clima nunca lo han podido tecnificar lo suficiente, como para eliminar este imperioso animal. Inicialmente no se sabía la manera de contagio, pero luego se dieron cuenta que fue por fluidos. La verdad se sigue buscando datos, pero nadie da cuenta que fue y no se ha vuelto a presentar un caso igual. La señora Eugenia Gonzales se devolvió sola a su país y juró no volver a Brasil.
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