Recibir más de 100 mil dólares al año, teniendo 18 años de edad, es algo similar a una especie de paraíso terrenal o un sueño muy hermoso del cual nadie quisiera despertar. Pues eso es lo que ha vivido Sam Curry, una joven proeza de los sistemas que antes de cumplir los 18, ya era todo un hacker especialista. En esta oportunidad, traemos su historia. Veamos:
Según este chico, desde que tenía 11 años de edad, se dio cuenta de su verdadera vocación y se adentró de lleno al mundo cibernético. Sam nació en Nebraska, Estados Unidos y en septiembre de 2019, muy emocionado hacía alarde de sus monumentales ingresos que había logrado sólo invirtiendo 20 horas de trabajo a la semana y la cuenta superaba los 100 mil dólares contantes y sonantes.
El joven hacker relata que tuvo una infancia y temprana adolescencia complicada, porque sus padres ni maestros lo entendían. Él prácticamente no quería salir de su habitación, pues pasaba más de 15 horas frente a la pantalla, día tras día. Pero todo cambió cuando apareció con un cuantioso cheque y desde entonces, nadie lo apoya más que su familia.
Los misteriosos “hackers de sombrero blanco”
Curry se auto describe como un kacker ético y dice pertenecer a una sociedad denominada los “hackers de sombrero blanco”, caracterizados por su honestidad. Su trabajo consiste en encontrar y solucionar las diversas fallas de los sistemas informáticos y de seguridad de diversas empresas a nivel mundial. Esta clase de servicios es demasiado rentable y produce miles de millones de dólares por año, en el mundo entero.
Gracias a este chico, se pudo saber con más detalle que grandes multinacionales tecnológicas como Google, Facebook, Yahoo, Twitter, Apple, entre otras, siempre mantienen en sus nóminas exclusivas a esta clase de especialistas en sistemas denominados como hackers, con el fin de fortalecer su seguridad virtual.
Pero lo más sorprendente, es que la mayoría de ellos son de edades adolescentes y por su trabajo, son remunerados con cantidades que oscilan entre los 60 y 600.000 dólares por tan sólo dos horas de labores. Margi Murphy, una periodista especializada en temas tecnológicos comentó puntualmente:
“Podría sonar trivial, pero el fenómeno creciente de gente joven desmontando cosas por curiosidad ha generado una industria pujante, y los hackers éticos se han convertido en un equipamiento crucial para la defensa cibernética de las empresas y se posicionan como especialistas en seguridad informática para ayudar a las compañías a resolver sus problemas de seguridad”.
Por ejemplo en un país como India, a finales del año 2019, los hackers más sobresalientes pueden ganar hasta 17 veces más que un ingeniero de sistemas especializado en software, de acuerdo con los informes que presentan las principales compañías de seguridad informática, como HackerOne. Sin embargo, un hacker promedio, mínimo triplica el salario de un ingeniero.
La mayoría de estos chicos iniciaron su carrera delinquiendo contra empresas, denominados como los “hackers de sombrero negro”, señalados de ser los responsables de diferentes ciberataques a nivel global. Pero luego recibieron mejores ofertas al convertirse en “hackers del sombrero blanco”, creando un mercado impresionante de mentes brillantes ofreciendo sus servicios a las grandes compañías para solucionar las fallas y blindarlas.
Ese fue el caso de Sam Curry, primero hacía mal uso de sus conocimientos y habilidades informáticas, pero ahora es uno de los más apetecidos “hackers de sombrero blanco”. Sam dice:
“Hay tanto dinero en juego que uno esperaría que sea un entorno duro y agresivo en el que todos compiten entre sí para obtener esas recompensas. Pero, en realidad, todos trabajamos en equipo y nos apasiona mucho lo que hacemos. La comunidad de hackers de sombrero blanco es súper global”.
En su perfil de Linkedin, Curry tiene como autodefinición que es “un hacker ético especializado en seguridad de aplicaciones web y en tests de penetración”. Recientemente fundó su propia compañía de ciberseguridad, a la cual llamó “17security” y fue nombrado como embajador en una plataforma académica diseñada para investigadores en seguridad.
Él está absolutamente convencido que se ganó la lotería hallando su vocación, puesto que asegura que no se hallaría en ningún otro trabajo y no cree que lo emplearían en ninguna otra clase de oficio.
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Imagen: pixabay.com