Un ejemplo de un cadáver en una turbera
Los cadáveres de Dinamarca
No se sabe cuándo comenzaron a encontrarse cuerpos en las turberas del norte de Dinamarca. Estos lugares, de donde se extrae la “turba”, existen en la región desde hace milenios y han sido por gran cantidad de tiempo una fuente del material que se usa como combustible y para la obtención de abonos. En la antigüedad, cuando no existía el gas domiciliario o la electricidad, la turba era aún más importante para la supervivencia de los daneses.
Pero en las regiones donde se obtiene el preciado material se esconde un oscuro secreto. Decenas de cuerpos han sido hallados en las últimas décadas y seguramente cientos, o miles, en los últimos tres siglos. Su piel parece tallada en carbón, y su rostro muchas veces muestra unas facciones tan naturales que parece que el cadáver aún hablara, que pudiera contarnos su historia.
Pero no, no conocemos sus historias ni sabemos cómo llegaron allí. Es el misterio de las llamadas “Momias de la Turbera”.
Las violentas muertes de los cadáveres de la turba
En 1950 dos hermanos, Viggo y Emil Højgaard, se dirigieron a la cercana turbera para extraer un poco del material. Habitantes de la Villa de Tollund, los dos hombres pronto se encontraron con una sorpresa inesperada: un cadáver en perfecto estado que apareció en medio de la turba. Pensando que podía tratarse de un asesinato los hombres llamaron a la policía… y sí, efectivamente se trataba de un asesinato, solo que uno ocurrido hace 2.300 años.
El cadáver de la turbera no era reciente. Magníficamente conservado por el material aislante, parecía como si apenas ayer hubiese sido el día de su muerte. Uno de los profesionales más interesados en el tema en toda Dinamarca, el profesor Peter Vilhelm Glob, llegó algunas horas después al lugar a revisar el cadáver.
Aunque fuera común la aparición de este tipo de momias, no era tan común tener la posibilidad de revisar una. Normalmente los campesinos pasaban el cuerpo entre uno y otro como una curiosidad y a veces pasaban semanas o meses antes de que llamaran a la policía. Y esto, claro, cuando no optaban por solamente devolverlo a la turbera.
El profesional notó algo obvio que luego se convertiría en una generalidad de los cuerpos encontrados allí. Este hombre no había muerto de causas naturales, sino que había sido ahorcado (parte de la soga aún rodeaba su cuello), y como él todos los que aparecían en la zona parecían haber sido asesinados por alguien. ¿De qué se trataba?
Las tradiciones bárbaras
De acuerdo con Cornelio Tácito, un historiador romano que escribió sobre la Germania en el 98 d. C., una de las tradiciones más llamativas era la manera en que castigaban a sus prisioneros:
“A los traidores y a los que se pasan al enemigo los ahorcan de un árbol, y a los cobardes e inútiles para la guerra y a los infames que usan mal su cuerpo los ahogan en una laguna cenagosa, echándoles encima un zarzo de mimbres”.
Este último castigo estaba reservado para los que tenían actitudes particularmente odiosas para la sociedad germánica – sodomía, cobardía – y parecía ser un acto destinado a destruir no solo el cuerpo, sino el alma del castigado.
Pero otra causa interesante es la incapacidad. Aquellos tiempos eran más crueles que los nuestros: un lisiado no era de utilidad a su poblado. Aunque los germanos creían que estas personas tenían habilidades especiales (principalmente en relación a su capacidad para ver el futuro) era muy probable que una de estas personas terminara asesinada cuando sus profecías no se cumplían. En aquella sociedad, o eras útil a la familia o estabas condenado.
Algunos casos estudiados
El niño de Kayhausen
Hallado en 1922, el niño de Kayhausen fue uno de los primeros casos en poderse estudiar a cabalidad. El pequeño tenía unos 7 u 8 años al momento de la muerte, que ocurrió cuando fue apuñalado en la garganta. Un corte en su brazo era una clara indicación de que había tratado de defenderse.
Restos del niño de Kayhausen
Pero la evidencia más interesante estaba en sus rótulas, una de las cuales estaba infectada. Esto, que le habría impedido caminar con libertad, pudo ser la razón, de acuerdo con los arqueólogos, que llevó a que fuera asesinado y arrojado en la ciénaga atado de pies y manos y metido en una bolsa de piel de becerro.
La niña de Yde
Se cuenta que cuando hallaron este cuerpo los campesinos huyeron despavoridos pues el rojo de su cabello les hizo pensar que se encontraban ante el mismísimo diablo. Un análisis posterior mostró que la pequeña en realidad no era pelirroja: era rubia y su cabello se había teñido de rojo por el paso del tiempo en la Turbera.
La muchacha tenía 16 años y había sido estrangulada con un cinturón de lana y apuñalada por encima de la clavícula izquierda. Sufría de escoliosis (una curvatura anormal en la espalda) lo que pudo ser la causa de su asesinato, aunque también mostraba la mitad de su cabellera afeitada, un signo de oprobio que se les imponía a las mujeres adúlteras. Puede ser también que esta fuese la verdadera causa de su muerte.
El hombre de Croghan
En este caso el hallazgo resulta bastante horripilante: se trata del torso cortado de un hombre que presenta una muerte particularmente violenta: fue apuñalado en el pecho, destripado y decapitado y le habían arrancado los pezones. El hombre parecía ser de alta alcurnia y particularmente fornido (sus manos estaban cuidadas y su última comida habían sido cereales y leche), por lo que se cree que debió ser un sacrificio o la muerte de un rey o gobernante que cayó en el oprobio.
El torso del Hombre de Croghan
En cualquier caso, es mucho lo que suponemos de los cadáveres de las turberas en el norte de Europa pero poco lo que sabemos en realidad. Estos hombres y mujeres, que hoy parecen hechos de carbón, son la reliquia de un tiempo mucho más cruel y despiadado que el nuestro.
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